Jiyoon abrió la puerta y la empujó con la cadera, sus manos ocupadas con el bolso y los zapatos que tintineaban al compás de sus movimientos, el abrigo colgaba de uno de sus brazos mientras que la bufanda y los guantes ocupaban una de sus manos. Jimin arrancó las llaves de la puerta y la cerró con el tacón de la bota mientras su compañera retrocedía mordiéndose los labios y echando un rápido vistazo a la habitación en penumbra.
—Creo que olvidé encender la calefacción —murmuró estremeciéndose mientras alcanzaba la llave de la luz para encenderla.
Jimin no dijo nada, su atención estaba fija en ella, cual cazador que acechara a su presa, le arrancó el abrigo de los brazos con una mano y la bufanda y uno de los guantes con la otra y los lanzó de cualquier manera sobre el colgador al lado de la puerta, el abrigo se deslizó al suelo y la bufanda quedó colgada por una de las esquinas. Jiyoon jadeó ante la brusquedad, pero su temor quedó eclipsado ante el brillo de deseo que no se negaban a disimular los ojos negros del hombre que estaba ante ella.
—Olvídate de la calefacción —respondió Jimin siguiéndola paso a paso en su retroceso hacia el salón—. En breve no la necesitaremos.
Ella se sonrojó. La idea de acostarse con él había sido realmente fantástica hacía una media hora, cuando él la había besado y había dejado caer la proposición que los había llevado directamente a casa entre calientes miradas y burlonas sonrisas. Ardía por él, realmente deseaba a ese hombre como jamás había deseado a nadie y con cada mirada hambrienta que recibía de él, más hambrienta se volvía ella. ¡Se estaba comportando como una perra en celo!
—Al menos deja que me quite esto y me ponga algo más cómodo —sugirió ella sonriendo algo avergonzada—. Sé que no me veo tan bien como Sowon con este traje de duende.
Jimin la recorrió con una mirada totalmente desinhibida, comiéndosela literalmente.
—No me importa lo que llevas puesto, si no lo que no llevas —le aseguró alzando la mirada para fijarla en sus ojos—. ¿Todavía estás dispuesta a continuar... Jiyoon?
Ella se estremeció ante la forma tan sexy en la que pronunciaba su nombre, como envolviéndolo en su lengua. Como respuesta, se mordió el labio inferior y empezó a quitarse el guante que le quedaba, seguido por la mini capa que cubría sus hombros y los dejó caer en el sofá junto a ella.
Jimin sonrió ampliamente mostrando una sonrisa lobuna, predadora un instante antes de extender la mano hacia la chimenea cubierta con una rejilla que evitaba que las brasas o cayesen sobre el piso y crear una potente llamarada sobre la madera que estaba apilada haciéndola arder de inmediato. Jiyoon saltó hacia atrás por el estruendo, sus ojos abiertos con sorpresa mientras miraba el fuego que lamía los troncos, alimentándose vorazmente.
—Vaya, eso puede resultar útil cuando no se tienen cerilla, ¿eh? —respondió ella con una tímida sonrisita.
Jimin se lamió lo labios y se inclinó ligeramente para quedar a la altura de sus ojos.
—Como dije, algo se me ocurriría para la chimenea —respondió con un leve encogimiento de hombros.
Ella apartó la mirada, echando un vistazo a la chimenea para luego volver a mirarlo a él. Jimin se enderezó cuan alto era y estiró una mano, llamándola con un gesto de su dedo índice.
—Ven aquí, Jiyoon —ronroneó él, su voz profunda y oscura—. Veamos si soy capaz de derretir la nieve.
Ella se estremeció de anticipación y caminó hacia él, mandando sus reservas y miedos a volar, dispuesta a disfrutar por una vez de sí misma y del hombre magnífico que tenía delante. O ángel... o lo que fuera.
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Cuando la nieve se derrita ➳ Jimin [Terminada]
FanfictionJimin estaba conforme con su papel de profesor en la Academia "Ángeles Caídos", su vida era buena, su sueldo más que suficiente y los alumnos lo respetaban. ¿Qué más podría pedir un Ángel Caído? No haber aceptado la apuesta que lo obliga a a viaja...