6. Bajo las estrellas de una ciudad perdida.

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La noche era oscura, las personas, si es que quedaban, no encendían ni una sola luz, nada, todo apagado. Lo único que brillaba esa noche era la Luna, redonda como una pelota y blanca como la nieve, acompañada de sus amigas las estrellas que se podían ver perfectamente ya que no había contaminación lumínica.

Y allí en la cama improvisada, los dos jóvenes, tumbados uno mirando a cada lado de fuera, separados. Hacía un poco de viento.

-Sarah- dijo Erik- ¿Tienes frío?

-No... bueno un poco sí- respondió.

Erik se giró y se acercó a ella pegándose a su espalda y pasando un brazo por encima de su cintura, dejado caer suavemente. Con el otro brazo dobló la sábana con la que se habían tapado haciéndola doble aunque más pequeña, pero así sería más aislante.

Erik no se lo creía, había dado un pequeño paso para acercarse más a Sarah.

-Erik...- dijo la chica- Gracias...

-De nada- respondió.

-No... no digo por esto- Erik se quedó un poco confuso- Bueno sí por esto también, pero... quiero decirte gracias porque siempre has estado ahí, a mi lado.- el chico estaba escuchando atentamente y se sonrojaba cada vez más- Y lo peor de todo...- siguió la chica- es que es ahora es cuando me doy cuenta.

-Bueno, me gusta ayudar a los demás, ¿y como no iba a hacerlo con mi mejor amiga?- respondió el chico, Sarah sonrió- Vamos a descansar, mañana partiremos temprano.

-Vale- dijo Sarah.

Por la mañana, al despertarse bajaron de la azotea por las escaleras del piso, por suerte no había nadie. Al salir a la calle, esta vez con más precaución, vieron un coche con la puerta abierta.

-Vamos- dijo Sarah.

-¿¡Qué, estás loca!?- dijo Erik en voz baja.

-Me saqué el carnet de conducir el año pasado, ¿qué puede salir mal?. Si la puerta está abierta la llave debería estar en el coche.

Y efectivamente la llave estaba puesta en la puerta del coche, ya que era de los antiguos y no se podía abrir a distancia. Entraron en el coche, la chica al volante y el chico de copiloto.

-Sarah- se paró el chico- ¿Sabes que cuando intentes arrancar el coche hará ruido no?

-Lo sé- respondió ella.

Sarah giró las llaves del coche y sonó alertando a las criaturas de los alrededores que fueron en busca del lugar de procedencia del ruido. Sarah volvió a girar la llave y el coché arrancó. Pisó a fondo el pedal, pero... ¡no se movía el coche!

-¿¡Qué cojo*** pasa!?- gritó Erik.

- A ver... a ver...- Sarah buscaba el error- ¡Esto es!

La chica quitó el freno y el coche salió disparado hacia delante recorriendo toda la calle, llevándose por delante a algunos zombies y dejando a los demás atrás.

Erik miró a Sarah con el corazón en la garganta:

-¿¡Y tú dices que te dieron el carnet!?

Al Final Del PuenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora