Capitulo 2

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Leo caminaba a su casa pensando en April.

"¿Qué podría querer una chica como ella conmigo?"

La intriga lo invadía y por más que lo intentara no se alejaba de sus pensamientos. La caminata fue larga y cuando llego a su casa se dispuso abrir la puerta principal, cuando de pronto su hermana entro corriendo por un lado suyo empujándolo hacia un lado.

- Quítate estorbo

Le grito la pequeña Dulce mientras pasaba a su lado, pero para Leo eso ya era algo normal, tanto que no dijo una sola palabra solo se limitó a cerrar la puerta detrás suyo y continuar su camino a su habitación.

Dejo su mochila a un lado de las escaleras y subió a su habitación, en cuanto estuvo dentro lanzo sus zapatos debajo de la cama y se quitó su playera para recostarse sobre su espalda en su cama.

Unas horas después Dulce subía las escaleras rumbo a la recamara de Leo para informarle que su madre quería que bajara a cenar.

Entro en la habitación que estaba a oscuras y cuando activo el contacto prendiendo la luz se encontró a Leo durmiendo en su cama semidesnudo, solo vestido con sus jeans, al ver sus fuertes brazos y su abdomen plano y definido se sonrojo, por un momento olvido que era su hermano quien se encontraba frente a ella y se quedó admirando su cuerpo unos segundos, al ver sus labios rosas entreabiertos tuvo una fugaz fantasía de ella besando aquel hombre postrado frente a ella.

Un grito proveniente de la cocina la despertó de su sueño y la devolvió a la realidad.

- Dulce, ¿ya despertaste a Leo?

Era su madre quien la llamaba.

- Leo, Leo, levántate

Leo no respondía ante los llamados de Dulce, tuvo que acercarse a él para moverlo un poco, tomándolo del brazo y acercando su boca al oído de su hermano le susurro.

- Vamos Leo, levántate, la cena esta lista

Mientras se encontraba cerca de su rostro y pudo notar las lágrimas secas que formaban un camino desde sus ojos hasta sus mejillas, tuvo el impulso de besar su mejilla, cuando lo hizo Leo comenzó a despertar.

- ¿Dulce? ¿Qué pasa?

Dulce dio un salto hacia atrás alejándose de Leo.

- Levántate holgazán, la cena esta lista, baja enseguida y ponte algo de ropa

El tono de Dulce era hostil.

- Está bien, ahora voy

Leo contesto con voz aun llena de sueño. Dulce salió de la habitación enseguida.

Leo se levantó de la cama y tomo su playera del suelo para usarla, mientras bajaba las escaleras hacia la cocina noto una extraña sensación en su mejilla y pensó que estaba loco solo por suponer que su hermana le hubiera dado un beso, sonaba a locura.

La cena transcurrió como cualquier otra, Leo en total silencio y sus padres conversando alegremente, pero había algo extraño, Dulce tenía el rostro rojo y su mirada estaba fija en el suelo y parecía evitar a toda costa el contacto visual con Leo.

Intento averiguar que le pasaba a su hermana.

- ¿Te sucede algo Dulce?

Dulce contesto sin levantar su vista.

- Nada, déjame en paz

- Está bien

Leo se levantó de la mesa un poco molesto por la respuesta de Dulce y se fue a su habitación. Después de unos minutos se rindió ante el sueño.

Un sueño recurrente para Leo se hacía presente, sus manos estaban ensangrentadas y sus nudillos hinchados, pero no era su sangre la que tenía en sus manos, levanto la mirada para ver un callejón oscuro solamente iluminado por un poste de luz al final del corredor, en el suelo a unos cuantos pasos de él, un cuerpo sobre un charco de sangre, intento correr del lugar pero no importaba la fuerza con la que lo intentara no se alejaba del lugar, el cuerpo se comenzó a mover y tomo su pie diciendo su nombre mientras escupía sangre, sentía como la tierra se abría a sus pies, la sangre llenaba el callejón e inundaba todo, llegaba a su pecho y el aire le pesaba, era difícil respirar y se hundía cada vez más en el mar de sangre que surgía a su alrededor. La desesperación lo abrumaba y trataba de gritar por ayuda pero sus gritos se ahogaban en la sangre al mismo tiempo que él. De pronto todo era calma, y lo que era un caos total era sustituido por un páramo blanco y tranquilo.

En ese momento en su cama alguien acariciaba su suave cabello y le susurraba al oído que todo estaría bien y de alguna manera esas palabras llegaban a su sueño y lo tranquilizaban.

Era Dulce quien estaba a su lado, quien al escuchar la intranquilidad de Leo decidió acudir en su ayuda, cuando Leo se vio calmado por sus palabras se recostó a su lado unos momentos, muy cerca de su rostro.

La mañana llego con el sonido del despertador, peroLeo tenía una sensación muy similar a la noche anterior, pero esta vez no eraen su mejilla, eran sus labios los que tenían una sensación extraña y cálidasobre ellos.

No pude evitar amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora