El sufrimiento deja una huella positiva: le quita todo aire de grandeza, toda vanidad, toda sensación de poder, aunque suene trillado, sigue siendo una verdad imperecedera: hay un propósito en todo lo que sucede, la adversidad nos ayuda a madurar, las pruebas nos dan carácter, a la larga el justo siempre es recompensado, si somos personas de actitud positiva, la huella del dolor se traducirá en un alma más noble y limpia.