¿Has dicho algo?

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Título: ¿Has dicho algo?
Anime: K-project.
Pareja: Suoh Mikoto x Munakata Reisi (MikoRei).
Género: romance, humor, fluffy.
Notas: advierto que he escrito a un Reisi algo tsundere... me gusta mucho esa faceta suya.  





  Le resultaba extraño, e incluso vergonzoso y humillante, que un importante soldado como él, el Capitán del SCEPTER4, estuviera ahora cocinando un pastel llevando sobre su ropa un delantal lleno de volantes, lazitos y corazoncitos.

— ¿Qué tipo de prenda es ésta, Awashima-kun? — murmuró, no entendía los gustos de la mujer en cuanto a obsequios, realmente aceptó la prenda por pura educación. — Bien, entonces sólo faltarían los adornos...

Seguía perdido en sus murmurllos decorando aquel postre, el cual era un muy importante dulce. No todos los días eran 13 de agosto, y quizá para el resto del mundo éste era un día de lo más normal... no para Reisi, alguien demasiado importante en su vida cumple años este día.
'Felicidades Suoh', ahora que lo veía, el mensaje escrito con nata era bastante simple, de todas formas, ¿qué más se debía escribir en una tarta de cumpleaños?

— Lo que me ha costado hacerla roja...— suspiró dejando la nata, recordando sus muchos intentos con cada colorante habido y por haber, de verdad le había llevado tiempo alcanzar ese brillante tono rojizo.

Para terminar la cubrió con unos finos trapos, volvió a suspirar esta vez satisfecho y fue a su habitación, allí estaba el regalo que había comprado. Cogió la cajita con una de sus manos, sonrió un poco avergonzado y luego regresó a la cocina; arqueó una ceja viendo quién estaba allí.

— Suoh, ¿cómo has...?

— Tienes la mala costumbre de no cerrar la ventana. — le respondió mirando la tarta— ¿Se supone que es para mí?

— No conozco a ningún otro Suoh, ¿no es así? — disimulaba lo mejor que podía sus nervios bajo una voz y expresión indiferente. Dio unos pasos acercándose a él, sujetando a su espalda la caja con el regalo.

— Heh, muchas gracias, — estiró su dedo para embadurnarlo en la crema, luego lo lamió descubriendo su sabor — está rica, se te da bien la cocina, Munakata. — esta vez rió un poco viéndole— Y ese delantal tan adorable te favorece.

Reisi apuró el paso hasta quedar junto a él, le miró desconfiado ignorando su comentario, el mayor había movido su mano izquierda y no la derecha. Incluso ahora que sacaba un cigarrillo, de nuevo su mano izquierda. Mikoto era diestro, ¿por qué lo hacía todo con su otra mano?

— Suoh, quítate la ropa.

— ¿Uh? — le devolvió una mirada divertida— Qué petición más sugerente.

— No digas estupideces, — desvió un poco la mirada, tras carraspear y calmarse le volvió a mirar— la chaqueta y la camisa, venga.

— ¿Por qué te debo obedecer? Me dará frío si me dejas medio desnudo, ¿sabes?

— Suoh, — arqueó una ceja— ¿te das cuenta de la incoherencia que acabas de decir? — guardó la cajita en uno de los bolsillos del delantal y comenzó él mismo a quitarle la ropa.

Primero fue la chaqueta y con un poco más de esfuerzo, ya que el Rey Rojo no se movía en absoluto, logró despojarle de toda prenda que le cubriera el torso. Al fin vio el por qué no usaba su mano derecha, en su hombro estaba alojada una bala, y un poco más abajo habían más.

— ¿Qué has hecho esta vez, Suoh? — agarró su muñeca y le arrastró hacia el baño, del repentino tirón el cigarro que éste fumaba cayó al suelo— ¿Quién te ha disparado?

— No vi quiénes fueron. — respondía vagamente dejándose arrastrar y sintiendo lástima por el cigarrillo, apenas lo había encendido.

Reisi le empujó y le dejó sentado en las frías baldosas del suelo, claro que todo ello sin un mínimo de delicadeza.

— Munakata, estoy herido, sé más delicado.

— Cállate. — le ordenaba sacando lo necesario para sus curas de los armaritos— Podrías simplemente evitar los disparos, e incluso quemar a los tiradores, ¿qué te lo impedía?

— Ah, es que si los esquivaba, le hubieran dado a alguno de los chicos. — buscó su cajetilla de cigarros, y suspiró al darse cuenta de que se había quedado en la cocina. Intentó ir a por ella pero la mirada casi asesina que le dedicó el Rey Azul le hizo pensarlo dos veces— Munakata, quiero fumar.

— Sabes que en mi baño no se fuma. — advirtió yendo hacia él, se arrodilló a su lado mirando el brazo, identificó una bala en el hombro y dos más por su brazo; si había entendido bien, Mikoto recibió los disparos en lugar de algún miembro de HOMRA — Estúpida amabilidad tuya. — farfulló sacando el alcohol junto a varios algodones.

— ¿Qué se supone que significa eso? — le miró de nuevo divertido, le entretenía ver al peliazul refunfuñar, y era tan extraño como adorable verle en delantal— Auch. — soltó un leve quejido cuando Reisi comenzó a limpiar sus heridas.

— Eres un rey estúpido, eso es lo que significa. — terminó de limpiar cada balazo— Voy a quitar las balas, ¿de acuerdo?

— ¿Me va a doler?

— ¿Acaso eres un niño? — preguntó cogiendo las pinzas.

— No me gusta el dolor, Munakata. — apoyó la cabeza en la pared de azulejos, mirando el techo del baño.

— Cállate de una vez.

— Qué amable. — rió, el otro había vuelto a refunfuñar.

Reisi no tardó en extraer cada bala, el mayor ni se quejó, llegó a pensar que se había dormido al verlo tan tranquilo; le miraba de reojo intentando adivinar si le dolía o no.

— Munakata, — el menor alzó la mirada para poder verle— quiero fumar.

Aguantó las ganas que tuvo de golpearle, ¿no podía pensar en otra cosa? Si el tirador hubiera sido más preciso le habría llenado el pecho de plomo, o alguna bala podría haberle taladrado el cráneo.
— Tú no eres consciente de tu situación actual, ¿cierto? — preguntó limpiando ahora la sangre que caía por uno de los agujeros de bala.

— Estoy en tu baño mientras que tú me curas llevando ese bonito delantal, no hay mucho que entender.

— Te podrían haber matado, Suoh. — quiso que su voz sonara firme, pero en contra de su voluntad salió algo temblorosa, le aterraba la idea.

— Supongo que llevas razón.

— Sé un poco más serio con tu vida, ¿quieres? — cubría su brazo con vendas, tapando cada herida para que pudiera sanarse— Que tú no la valores no significa que el resto también lo haga.

— ¿Valoras mi vida, Munakata?

No hubo respuesta, Reisi agachó el rostro centrándose en el vendaje, ¿cómo contestar algo así? Sentía que sus mejillas se habían sonrojado con esa pregunta, y si pensaba en la respuesta sólo lograba ruborizarse aún más.

— Munakata.

— ¿Qué quieres ahora...?— alzó al fin la mirada y supo que todo su rostro ardió sintiendo un cálido beso en su frente— S-suoh...

— Quiero fumar. — se separó riendo y mirando lo muy rojas que estaban ahora las mejillas del de gafas.

Reisi le estampó la cajita con su regalo en la cara, intentando controlar los temblores que dominaban en estos momentos su cuerpo; cómo odiaba esos gestos que el mayor tenía con él, un mero beso que ni siquiera fue en los labios lograba robarle el aliento.
El pelirrojo volvió a reír notando los nervios del menor, cogió la caja y tras mirarla un rato optó por abrirla; o más bien quemarla, con sus llamas se deshacía del papel que la recubría.

— No puedes abrir un regalo como la gente normal, ¿cierto? — le dijo el peliazul guardándolo todo de nuevo en el botiquín.

Mikoto contuvo sus carcajadas viendo el regalo: una cajetilla de cigarros.

— No te rías de mi regalo, Suoh. — se puso de pie frente a él cruzándose de brazos— A la larga lo mejor es un regalo útil, — se acomodó las gafas— y no puede haber otra cosa más útil para ti, un fumador empedernido.

— Heh. — rió un poco sacando el primer cigarro, se confundió un poco viendo algo brillante a un lado de la cajetilla. Lo miró mientras fumaba, ¿qué era?

Giró la cajita raspando esa zona con sus dedos, su paciencia pareció acabar e incendió las tiras que unían ese objeto brillante con el resto del paquete. Sus ojos se abrieron sorprendidos, ¿una llave?

— Es molesto que entres siempre por la ventana, — decía Reisi girando el rostro— la llave es tan útil como necesaria.

— ¿No planeas decirme algo más al darme la llave de tu casa, Munakata? — preguntaba jugando con la llave entre sus dedos, sí que se estaba volviendo divertido el día.

— Por supuesto que no. — se acomodó las gafas volviendo a temblar, de nuevo se ponía irremediablemente nervioso frente al otro monarca.

— ¿Seguro? — insistía en el tema, sus reacciones le parecían bastante tiernas.

— Suoh, no pienso decir que te quiero o algo como eso.

— ¿No lo acabas de hacer? — sonrió.

— En absoluto.

— Lo acabas de decir. — hablaba mientras se ponía en pie, andando hacia el menor.

— Te he dicho que no.

— Pero lo has dicho. — estiró su mano picoteando una de las mejillas de Reisi con su dedo índice.

— N-no te inventes las cosas...

— No me invento nada.

Fue Munakata quien se movió hasta acabar pegado al mayor, apoyando su rostro en su hombro sano; alzó de igual forma sus manos hasta dejarlas cómodamente en su espalda desnuda, disfrutando de su calidez.
— Feliz cumpleaños, Suoh. — susurró ya totalmente aferrado a él.

— Umh, gracias pero, — sonrió tomando una calada del cigarro mientras acariciaba con su otra mano los cabellos de Reisi— me gustó más escuchar tu 'te quiero', ¿sabes?

— P-por última vez, — se sonrojó hasta las orejas, por supuesto supo lo que dijo hace unos minutos, pero era algo que jamás admitiría— yo no lo he dicho.
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||One Shots|| [MikoRei]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora