Título: Fogoso Monopolio.
Anime: K-project.
Pareja: Mikoto Suoh x Munakata Reisi [MikoRei].
Género: Romance, Lemon.
Notas: hago mención a una 'supuesta' (supuesta porque es totalmente inventado el dato xD) relación de compañeros sexuales entre Mikoto y Reisi, la cual ocurriría hace años, cuando eran aún estudiantes, supongo.
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Munakata organizaba los últimos informes de su pelotón, mientras que los soldados del SCEPTER 4 ya descansaban de tan larga jornada; a él también le gustaría descansar, pero el Capitán debía ultimar los detalles de las misiones; la fiel Teniente Awashima se había ofrecido de manera voluntaria, pero Munakata le concedió un merecido descanso, la mujer se dejaba la piel en cada batalla.
- Todo sería más fácil si los soldados fueran tan obedientes como ella...- suspiró acomodándose las gafas, hojeando las fichas de más Azules.
Tras unas pocas horas terminó, así que se puso en pie y caminó hacia la zona de su despacho que tenía tatamis, se arrodilló tras la mesita y comenzó a preparar un amargo té negro para relajarse.
Miraba sin mucho interés las hojas mientras las molía, extraños pensamientos inundaban su mente en estos momentos, hoy había tenido un pequeño encontronazo con el Rey Rojo, nada del otro mundo, ni siquiera pelearon, sólo un mero intercambio de palabras sobre el pasado... sobre "ese" tipo de relación que llegó a existir entre los dos hace tiempo, ¿por qué se ponía nervioso si lo recordaba?
Se había propuesto a sí mismo olvidar cualquier rastro de sentimiento que empezara a desarrollar por Suoh, si bien el pelirrojo era irresistible, no era imposible de olvidar. Se empezaba a dar cuenta de la hipocresía que ocultaban sus propias palabras... y suspiró viendo cómo se derramaba el agua al hervir demasiado.
Limpiaba el charco sin poder dejar de pensar y pensar sobre lo mismo, si hacía memoria, sólo Suoh causaba estos efectos en su siempre ordenado carácter; aunque últimamente el pelirrojo rondaba demasiado por su mente y todo se estaba volviendo un pequeño caos. Puesto que, de manera natural, Munakata Reisi ODIA el caos... ¿por qué no le molestaba en absoluto ese desorden materializado que era el Rey Rojo? Al contrario, no era precisamente odio lo que sentía, ¿podía ser acaso posible?
Suspiraba sirviéndose el té en una taza de diseño tradicional, veía el líquido bajar hacia la misma... ordenado, ni una gota se salía de su trayectoria, entonces... ¿entonces por qué ahora su mente estaba tan desordenada? ¿Por qué llegaba a secarse su garganta sin razón aparente si pensaba en Suoh?
De nuevo ese tipo de reacciones que creía dejar aparcadas hacían acto de presencia, ¿desde cuándo...?
- Pareces preocupado.- esa ronca y tranquila voz le sacó abruptamente de sus pensamientos- ¿Qué te ocurre, Munakata?
- Suoh...- murmuró su nombre asombrado, no esperaba verle y mucho menos en su despacho siendo ya de madrugada.
- No he calcinado a nadie, si es lo que te preguntas.- le leyó la mente, eso parecía.
El de gafas alzó la vista y le vio de lo más tranquilo, allí estaba, apoyado en una de las paredes de su despacho y mirándole directamente a los ojos con esa mirada tan penetrante que tenía.
- Te he preguntado que qué te pasa.- volvió a repetir.
- Ah...- sin habla se había quedado- No, no es nada... a todo esto, ¿quieres té?
Se alzó de hombros andando hacia él; Munakata entonces sirvió la caliente bebida en otra taza para el otro Rey, sentado ya a su lado tras la mesita.
- No me hagas repetirlo.- dijo el pelirrojo apoyando el codo en la mesa y su rostro en su mano.
- Ya te dije que no es nada, sólo estoy distraído.- colocó la taza frente a él.
El otro soltó una risita.
- ¿De veras crees que me engañarás con eso, Munakata?
El otro agachó la mirada hacia su té, cogió la taza y miraba su contenido aún algo perdido en sus pensamientos... de nuevo sentía su pulso acelerarse de manera injustificada, estos leves momentos de emoción no los había vivido con otra persona que no fuera él. Le miró con curiosidad, pero apartó rápidamente la mirada al encontrarse con sus profundos ojos dorados, pareciendo que le analizaban.
- No es nada, Suoh, no te preocupes.- dijo antes de tomar el primer sorbo de té.
- Es más curiosidad que preocupación.- respondió alzándose de hombros.
Munakata sonrió viendo su gesto, parecía relajado.
- Se puede fumar aquí, ¿verdad?
- No podrás saborear el té si fumas ahora.- le aconsejó el de gafas.
- ¿Se puede o no se puede?
- Sabes que sí.- terminó su té.
Mikoto sacó entonces su cajetilla de cigarros y le ofreció uno al otro, el cual aceptó y se lo llevó a la boca; chasqueó sus dedos encendiendo su propio cigarrillo, luego se acercó peligrosamente a Munakata y con la llama de su cigarro encendió el contrario.
- ¿Nervioso de mi cercanía, Munakata?- preguntó sin separarse.
- Te he tenido bastante más cerca que esto, Suoh.- respondió aparentemente inmutable, pero todo su interior temblaba.
El pelirrojo se echó a reír sentándose de nuevo tras su té, el otro se limitó a soltar un pequeño suspiro pues de verdad esa innecesaria cercanía le había robado el aliento.
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- Está el tiempo un poco frío últimamente.- comentó el pelirrojo mientras fumaba.
- Sigues siendo un hablador muy elocuente, Suoh.- dijo con notable ironía mientras le miraba con una leve sonrisa.
Mikoto volvió a reír soltando el humo hacia el techo.
- Encima que me esfuerzo en tener una charlita agradable, no seas cruel, Munakata.- volvió a apoyar su rostro en la mano mirando al otro.
- ¿Por qué has venido?- dejó la taza en la mesa y comenzó a fumar- Me extraña tan repentina visita.
- A saber...- el pelirrojo había terminado ya su cigarro, así que estiró su brazo y le arrebató al Azul el suyo- Quizá un ataque de melancolía y nostalgia.
- ¿Intentas decir que me echas de menos, Suoh?- todo su cuerpo se tensó cuando se atrevió a preguntar.
El pelirrojo tomó una profunda calada, cerró sus ojos y dejó escapar el humo en un leve suspiro, parpadeó y volvió a mirar al otro.
- ¿Y por qué tan nervioso?- le preguntó, podía ver las manos del Azul entrelazadas sobre su regazo.
- No respondas una pregunta con otra pregunta.
Mikoto sonrió apagando el gastado cigarrillo en el cenicero.
- Munakata.- el nombrado alzó el rostro- ¿Qué tal si nos acostamos?
El de gafas soltó una risita acomodándose las gafas, luego le miró aun sonriendo.
- No has cambiado ni siquiera un poquito, ¿verdad?
- ¿Debo preguntarlo de nuevo?
Volvió a suspirar bajando la mirada.
- Haz lo que quieras, Suoh...- murmuró.
Mikoto entonces se inclinó sobre la mesa, sujetó la mejilla del otro y acabó besando ansiosamente sus labios, le mordió y dejó que su inquieta lengua se escabullera en la boca ajena, probando su sabor.
- Desnúdate.- ordenó el Rey Rojo separándose de sus labios.
- De verdad que...- suspiró sonriendo- ¿Qué voy a hacer contigo?- se llevó las manos a su uniforme y comenzó a deslizarlo por sus hombros, deshaciéndose en poco rato de las prendas superiores.
El pelirrojo se acercó a él y le quitó las gafas.
- No creo que te hagan falta ahora.- susurró antes de volver a besarle.
El cuerpo de Munakata se estremeció de arriba a abajo sintiendo las ardientes manos del Rey recorrer su pecho, se escabullían por su abdomen acariciando su piel en el proceso, hasta que llegaron al cierre de su pantalón.
- Haa, de verdad, los he visto más rápidos a la hora de quitarse ropa, Munakata.- comentaba bajando su rostro por el cuerpo del otro.
El peliazul se tensó y apretó sus puños, sentía mordiscos por su sensible piel, los cuales llegaron a su pantalón; Mikoto desabrochaba la cremallera con sus dientes.
Se separó mientras reía.
- ¿No está ya esto demasiado duro, Munakata?- preguntaba divertido quemando su pantalón.
- Te agradecería que no destrozaras mi ropa.- suspiraba el otro.
- Mastúrbate.- le dijo mirándole.
Las mejillas del peliazul se sonrojaron levemente, recordaba que el Rey Rojo era del tipo MUY dominante en sus 'apasionados' encuentros de hace unos años, al parecer no había perdido ese tan atrayente rasgo de su personalidad. Desvió la mirada incapaz de mantenerla, si de por sí resultaba humillante mirar al otro a la cara, más humillante era admitir que no le molestaba su dominio, es más, le excitaba ver cómo Mikoto le sometía.
- Soy totalmente sumiso contigo, ¿eh...?- murmuró entre suspiros, no entendía la razón de su excitación, no era normal, al menos para un hombre, el excitarse cuando otro hombre tan maduro como él le dominaba en todos los sentidos de la palabra.
- Munakata.- le volvió a mirar y comprobó que el otro ya sólo iba con sus vaqueros- ¿Te estás quedando sordo?
- No es eso...- murmuró viendo cómo se deshacía de sus calcetines.
- ¿Entonces, qué no entiendes?- suspiró- No es tan difícil.- se sentó sobre la mesita y estiró su pierna, presionando la abultada entrepierna del otro con su pie derecho- Es acariciarte ahí mientras te veo.
Munakata se mordió el labio inferior, incluso el pie del rojo ardía y lograba estimularle demasiado su continuo roce... lo movía de arriba a abajo, frotándose descaradamente contra su calzoncillo, y de vez en cuando apretaba, arrancándole más de un suspiro cuando lo hacía.
- S-Suoh...- volvió a suspirar clavando sus uñas en el tatami.
- He, de verdad estás excitado, Munakata.- sonreía el pelirrojo bastante entretenido, notaba bajo su pie la erección del otro, le debía doler bastante tenerlo así.
El peliazul se arqueó hacia delante, quizá era por el tiempo que llevaba sin sentir sus besos o sus caricias... no tenía muy claro el motivo, pero cualquier mínimo gesto de Mikoto le excitaba incluso más que de costumbre; sabía que era capaz de venirse con sólo su pie frotándole la entrepierna de esa manera algo brusca, y temía que Suoh también lo descubriera.
- Umh, es interesante tu reacción.- murmuró el pelirrojo sin parar de mover su pie.
- P-para...- suspiraba el rey contrario con un pequeño espasmo recorriendo su cuerpo.
- ¿Por qué debería cuando estás tan cerca, Munakata?- envolvió su pie en llamas y se limitó a quemar la ropa interior del otro, sin dañar su piel- ¿Lo ves?- sonreía viendo la dura erección que tenía bajo su pie.
- Suo-ohh...- esta vez jadeó- T-te he dicho que pares...
- Es mejor sacarlo todo, le hará mal a tu cuerpo el reprimirse.- decía sonriendo moviendo su pie sobre el miembro del otro- Justo así, muy bien, Munakata.- soltó una risita sintiendo las primeras gotas de semen caer por la zona.
- Aa-aah...- mordió los dedos de su mano cerrando fuertemente sus ojos.
- Munakata, si cierras los ojos te perderás la mejor parte.- decía observando cómo la sospechosa sustancia blanca manchaba la planta de su pie y el abdomen del Azul.
Reisi se sonrojó hasta las orejas, lo había hecho, con sólo su pie se había venido. "De verdad, ¿qué pasa conmigo?"
- Hacía tiempo que no te veía así.- decía el Rey Rojo deslizándose hacia él, le tumbó y quedó sobre su cuerpo.
Munakata desvió la mirada, no reunía el valor de mirarle a los ojos pues le resultaba muy vergonzosa su situación actual... aunque se reducía a la nada sabiendo lo que iba a ocurrir entre ambos en poco rato.
- Omh, el Rey Azul está nervioso, ¿eh?- sonreía el pelirrojo mordiendo su cuello- Tienes un lado adorable bastante tierno, Munakata, me gusta verlo.
- N-no digas boberías, Suoh...- contuvo el jadeo que quiso escapar por su garganta, no recordaba lo estimulantes que eran sus mordiscos.
- No estás por la labor de conversar hoy, ¿cierto?- lamió la pálida piel de su cuello, llegando en unos segundos a sus labios.
El Azul se estremeció sintiendo el profundo beso que plantó en su boca, el cual tenía un curioso sabor que entremezclaba el tabaco con el gusto amargo del té negro; sin pudor alguno Mikoto deslizó su lengua por la parte trasera de sus dientes, luego por el paladar y acababa acariciando la de Munakata, jugando en todo momento con ella.
Reisi alzó sus manos como un acto reflejo hasta apoyarlas en la espalda del contrario, llegó a clavarle las uñas cuando los dedos rojos bailotearon por la zona de su miembro y testículos, jugando de lo más tranquilos por cada pedazo de piel que encontraban. Suspiró aferrándose ahora a su cabello, el pelirrojo deslizaba sus dedos hacia su entrada, humedeciéndola con el semen que rondaba por tan sensible parte del cuerpo.
- Estás muy excitado, ¿verdad, Munakata?- decía dejando que un primer dedo entrara en el otro, utilizando su propio semen como improvisado lubricante.
- Haa-aah...- Reisi jadeó tirando un poco de su cabello, no era que le doliera, simplemente se sentía extraño tras tanto tiempo sin hacerlo- ¡S-Suoh...!- gimió retorciendo sus pies cuando sintió otro largo visitante en su cuerpo.
- De verdad es raro verte tan sumiso.- comentaba moviendo sus dedos en forma de círculos, recordando lo caliente que era el Azul por dentro, envolvía con fuerza sus dedos.
Munakata volvió a jadear aferrándose a él, el tercer dedo sí le había dolido; se mordió el labio inferior bajando sus manos hacia el tatami, sabía que Mikoto debería quitarse el pantalón tarde o temprano, y no podría hacerlo si le abrazaba.
El pelirrojo sonrió aun moviendo sus dedos, dilatando poco a poco el deseado orificio azul y viendo cómo se retorcía bajo él, intentando acallar sus jadeos se había hecho la sangre en su labio.
- Munakata, creo que te dolerá menos si te das la vuelta.- decía retirando sus dedos, escuchando su suspiro.
Reisi asintió obedeciendo, se volvió a estremecer sintiendo las manos de Mikoto trepar por sus muslos, acariciando luego su trasero. Sus dedos se aferraron a su cintura y pudo sentir el peso del otro caer sobre su espalda.
- ¿Estás ya listo o te sigo preparando?
Suspiró escuchando su voz tan ronca junto a su oído, cada poro de su piel reaccionó a tan estimulante susurro.
- Co-como quieras, Suoh...- volvió a suspirar cuando comenzó a mordisquear el lóbulo de su oreja, lamiéndola más tarde.
- Entonces déjame decirte, Munakata: pienso enterrarme tan hondo en tu interior...- sonrió viendo que sus mejillas se habían sonrojado incluso más, era extraño ver tantas emociones en el rostro del estoico Azul- ...que quien logre sacar mi espada de ti será coronado como el nuevo Rey Arturo.
Reisi ocultó su muy ruborizado rostro en sus manos, sentía todo su cuerpo temblar de pura impaciencia y excitación, ¿tanto deseaba al rey contrario? Todo parecía indicar que sí.
Suspiró sintiendo la dureza de Mikoto abriéndose camino en su interior... si hubiera sabido de este encuentro se hubiera preparado un poco, ¿cuántos años hacía desde la última vez? No era como si llevara la cuenta, pero cada poro de su piel recordaba con exactitud al Rey Rojo y no era tanto el dolor que sintió con la primera embestida; al contrario ya quería que se moviera.
- Haaa...- el pelirrojo suspiró y mordió el hombro del otro- Pareces de nuevo un virgen, Munakata...
- ¿S-se supone que eso es un halago?- preguntó con voz entrecortada.
- Algo así.- sonrió mordiendo ahora su cuello.
- Su-uoh... muév-vete...- jadeaba con sus fuertes mordiscos, los cuales marcaron de rojo su piel.
Mikoto sonrió obedeciendo su ruego, sujetó sus caderas y las embistió quedando de rodillas tras él. El peliazul volvió a gemir mientras se retorcía sobre sí mismo.
- Tienes una espalda muy bonita, Munakata.- comentaba el pelirrojo siguiendo sus estocadas.
- S-seguroo que te en-ncanta verla, Suoh...- sonreía Reisi con voz jadeante.
El otro se inclinó hasta quedar de nuevo junto a su oído.
- Me encanta verte en este estado, y admite que es extraño ver a Munakata Reisi con esa expresión de súplica.- con algo de brusquedad salió por completo de su cuerpo y giró al azul.
- ¿S-Suoh...?- suspiraba confundido, viendo ahora de frente los profundos ojos de Mikoto, los cuales le devolvieron una mirada divertida.
- Quiero ver cómo el placer deforma tu rostro, Munakata.- dijo antes de besarle.
El peliazul se abrazó de su cuello sintiendo cómo de nuevo volvía a embestirle, silenció sus propios gemidos en el beso y sin separarse, de hecho tiraba de los mechones rojos del Rey rival buscando contenerse. Mikoto comenzó entonces a moverse y poco a poco iba aumentando el ritmo, por supuesto escuchaba los jadeos o gemidos del otro –donde se encontraba casi siempre su apellido- y los disfrutaba, siempre le había encantado ver el lado más lascivo del Rey Azul, ¿quién iba a decir que tras su seria expresión se escondía un cuerpo sediento de lujuria?
- S-suoh...- jadeaba contra sus labios- M-máaass...
- Tan exigente como siempre, ¿cierto?- el pelirrojo sonrió alzando las caderas del otro, las piernas de Reisi descansaban ahora sobre sus hombros y éste clavaba sus uñas en el tatami.
- Mngh...
Mikoto estiró su mano y deslizó sus dedos hasta la boca del Azul, éste comenzó a lamer sus dedos bastante cegado por las oleadas de placer que recibía.
- Qué estimulante, Munakata.- sonrió enterrándose aún más en su cálido interior.
- S-suooohh...- gimió aferrándose a su mano.
- Vas a llorar, ¿cierto?- se inclinó hacia él viendo las lágrimas caer de esos bonitos ojos violetas.
- Es-estás m-muy dentro...y p-profundo...
- Apenas puedes hablar, Munakata.- volvió a sonreír sintiendo cómo el cuerpo del otro se estremecía alrededor de su miembro.
- Haaa...- Reisi intentaba acallar sus jadeos, pero los dedos de Mikoto se lo impedían, seguían bailando en el interior de su boca, así que no podía morderse la lengua o el labio; supo entonces que el pelirrojo quería oír tan humillante voz que salía por su garganta.
- Munakata...
El pelirrojo dejó caer su rostro en el hombro del otro mientras le abrazaba.
- E-estoy aquí, Suoh...- sonrió moviendo sus piernas, acabó abrazando su cintura con las mismas, impidiendo que el Rey Rojo se separara; llevó las manos a sus cabellos, jugando con varios de sus mechones.
- Estoy tan cansado de todo...
- N-no te preocupes por eso ahora.- con esfuerzo le contestaba silenciando sus jadeos, el pelirrojo seguía sus embestidas, turbándole la mente; pero conocía ese tono de voz, esa voz lastimera casi pidiendo auxilio.
Tiró de sus cabellos sintiendo cómo se estremecía su cuerpo, de golpe pudo ver las llamas rojas arrasar la habitación, era hermoso, sin duda alguna, era hermoso... pero tan bello como destructivo.
- Suoh...
El otro jadeaba a su oído mientras más y más llamas emanaban de su cuerpo.
- S-suoh...- suspiró buscando su rostro con las manos- M-mírame, Suoh...
- ¿Ha?- Mikoto pareció oír su voz y despertar del pequeño trance que le tenía absorbido.
- E-está bien, n-no te preocupes...- sonrió con sus manos en las mejillas del pelirrojo, las llamas desaparecían y la calma se adueñó de él- T-todo está bien...
Mikoto le volvió a abrazar con una leve sonrisa, pudo ver con claridad las lágrimas caer por el rostro del Azul; mordió su cuello notando cómo su cuerpo llegaba al límite.
- S-suooo...oooohh...- Reisi gimió salpicando el tonificado abdomen del otro, sentía la esencia de Mikoto quemar todo su interior, y se llegaba a preguntar cómo conservaba la cordura tras este deseado encuentro.
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Para Munakata aquella mañana prometía ser una mañana agradable: cálidos rayos de sol se filtraban por la ventana, un penetrante olor a las hojas del té negro y unos fuertes brazos rodeaban su espalda. Parpadeó confundido asimilando su actual situación, estaba acostado sobre el tatami, miró hacia abajo y comprobó que desnudo... e incluso tenía semen por sus piernas y trasero, es más, aún podía sentir un tímido rastro desliarse por su entrada.
Tras él podía oír una relajada respiración que chocaba con su nuca, llegaba a estremecerse al saber quién era el atractivo hombre que dormía aferrado a él.
- Suoh, ¿estás despierto?
- No, sólo ensayo para cuando esté muerto.
- No hagas bromas de mal gusto desde tan temprano, por favor.- sonrió.
- ¿Estás bien?- preguntaba preocupado.
- Sabes que no me matarás con sólo tus llamas.
- Lo siento.
- No te disculpes, estoy bien.- se incorporó con esfuerzo hasta acabar sentado, y miró de un lado a otro buscando sus gafas.
- Haa, siempre me pasa lo mismo.- el pelirrojo suspiró mirando ahora el techo mientras se rascaba el cabello.
- Es gracias a que no puedes controlarte que estás limitado a acostarte sólo conmigo, Suoh, no es algo negativo...- sonrió poniéndose las gafas- Al menos, no desde mi punto de vista.
- Munakata, ¿intentas monopolizarme?
- ¿Acaso no lo he logrado ya, Suoh?- le dedicó una mirada un tanto malvada.
El pelirrojo rió sentándose a su lado en el tatami, su chaqueta pillaba cerca, así que cogió dos cigarrillos de su bolsillo, uno para él y otro para el Azul; chasqueó sus dedos encendiendo el suyo, luego se acercó lentamente hasta encender el del contrario.
- Creo que cualquier otra persona se partiría a la mitad si le calcinan mientras hace el amor.- comentaba el pelirrojo fumando de lo más tranquilo.
- Posiblemente.- contestaba el otro observando el desastre que era ahora su despacho- No hay que subestimar las llamas del apasionado Rey Rojo, ¿cierto?
Mikoto sonrió soltando el humo hacia el techo.
- Si hablamos de pasión, sé de alguien que gime bastante.- comentaba quitándole el cigarro al Azul- ¿No crees, Munakata?
Reisi giró el rostro avergonzado y fijó su vista en el juego de té, la porcelana estaba intacta, pero la mesita era puro carbón en estos momentos.
- Me parece que hoy no podré hacer mucho.- suspiró para luego acostarse sobre el tatami y arroparse con la chaqueta negra de Mikoto.
- Qué responsable por tu parte, Munakata.- volvió a reír escuchando al otro refunfuñar.
Se inclinó apartando el cigarro de su boca y besó los oscuros cabellos del Rey Azul; luego se puso en pie comenzando a vestirse.
- Intenta descansar porque vendré esta noche a buscar mi chaqueta.- dijo retomando la calada del cigarrillo una vez se hubo vestido.
- Tu romanticismo es que me desarma, Suoh.
El pelirrojo esbozó una ligera sonrisa, se agachó frente al rostro medio adormilado del Azul y le quitó las gafas.
- Nos vemos esta noche.- picoteó su frente- Intentaré controlarme para entonces.
- Sabes que no podrás.
Mikoto suspiró girando sus ojos.
- Munakata, intenta animarme, tengo un problema y lo sabes.
- No es mi intención animarte, Suoh, sé que no te deprimirías por algo como esto.
El pelirrojo volvió a suspirar, se inclinó una vez más y le besó de manera tierna manteniendo una cálida sonrisa en sus labios.
- Te veo en unas horas.
- Estaré aquí.- el Azul sonrió acomodándose con la chaqueta.
Mikoto revolvió sus cabellos y caminó hacia la ventana, sus cristales estaban rotos por las llamas que él mismo había causado, por ello saltó por el marco tras despedirse con la mano de Reisi. Éste soltó un leve suspiro antes de cerrar sus ojos, confiando en descansar un rato porque sabía que el Rey Rojo volvería por la noche... y ambos sabían que no podría controlarse.
"En ningún momento he dicho que me moleste tu carácter tan explosivo, Suoh."- pensó con una sonrisilla, le envolvía un agradable olor a tabaco que le relajaba y con ese pensamiento consiguió dormirse.
Para cuando volvió a abrir sus ojos lo primero que vio fue el relajado rostro del Rey Rojo, el cual le sonrió mientras fumaba; le devolvió la sonrisa viendo que andaba hacia él.
--------------------------------------------------- ¡FIN!
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||One Shots|| [MikoRei]
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