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Título: Celos Color Carmesí.
Anime: K-project.
Pareja: Mikoto x Reisi (MikoRei).
Género: Lemon, Romance, humor, fallido intento de PWP(?)
Notas: advertencia de lenguaje un poco vulgar en un par de frases, pero pienso que quedaba bastante bien en la atmósfera del shot.
Notas (2): quería hacer a Mikoto celoso, poco argumento tiene aparte de ése.
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No le importaban en absoluto los gritos de los Rojos pidiéndole una explicación de su repentina ausencia, tampoco le importaba el hecho de ignorar por completo la misión que se disponían a hacer; y por supuesto que menos le importaba el caos que se había originado en HOMRA al ver que su Rey prácticamente les ignoró para irse de visita a otro sitio en la ciudad.
Se podría decir que la única cosa que pasaba ahora por su mente eran esas irrefrenables ansias de marcar su territorio... aunque no se refería precisamente a alguna parcela o local en concreto.
La puerta del apartamento se abrió, recibiéndole Reisi con una ligera yukata puesta; Mikoto no perdió el tiempo y entró en ese apartamento decorado con elementos del Japón Antiguo... rió un poco viendo la mirada confundida del otro mientras cerraba la puerta casi de una patada.
- Suoh, ¿puedes tratar con más respeto la puerta de mi casa?
- Munakata...- sonrió apagando el cigarrillo que fumaba en el suelo, lo pisoteaba con el pie sin mucho cuidado.
- Suoh, usa el cenicero.- su voz sonaba molesta y el pelirrojo sólo sonrió más al oírle.
- Follemos.
El rostro del menor se sonrojó por completo, tras unos segundos se acomodó las gafas mientras carraspeaba.
- ¿P-podrías ser más educado con este tema?- incluso su voz tembló.
- No necesito ser educado contigo, Munakata.- se acercó a él y le empujó hasta la pared más cercana, impidiendo que huyera.
- ¿Qué pasa...?- preguntaba aún sonrojado, debía admitir el lado pasional del mayor, pero ahora mismo estaba MÁS pasional que de costumbre.
- No tiene por qué pasar algo, simplemente quiero follar contigo.
El peliazul giró el rostro escuchando la risita del otro.
- ¿No puedo~?- canturreaba comenzando a lamer su cuello, y quemando con sus manos la tela que cubría el cuerpo del menor.
- N-no pretenderás que te conteste a eso, ¿cierto?- refunfuñó cerrando sus ojos.
- Así que el Rey Azul se rinde ante mí... heh, esto es excitante.- susurraba contra su oído, lamiendo muy despacito su oreja.
El cuerpo de Reisi tembló y movió sus manos hasta poder sujetar la chaqueta negra que el mayor llevaba; jadeó cuando comenzaron los mordiscos en su lóbulo y casi gime cuando sus largos dedos se encargaron de quemar por completo el yukata que acostumbraba a llevar por su casa.
- Munakata... no llevas ropa interior.- susurraba mordisqueando su cuello- ¿Acaso interrumpo algo? ¿Estabas con alguien en tu habitación?
- S-sabes que no...- suspiró, el mayor le había clavado con fuerza sus dientes- S-sólo salgo de la ducha... m-mi cabello aún está húmedo...
- Heh, es bueno saber que no me engañas con ese harem de soldados que tienes bajo tus órdenes.- rió dándole un respiro a su piel, ya plagada de marquitas rojas.
- ¿Y por qué iba a engañarte, Suoh?
El pelirrojo sonrió besando ahora su clavícula, con sus manos rodeó la estilizada cintura de menor y no tardó mucho en jugar con todo pedazo de piel que encontrara; así se entretenía acariciando sus glúteos o pellizcando la punta de su erección.
- Munakata...- deslizó su lengua por todo su cuello- Ya estás duro, ¿logro excitarte tan rápido?
- Y eso me lo dice quien ha irrumpido en mi casa con una idea muy clara en su mente... qué irónico.- dijo con una risita ya totalmente aferrado a la ropa del mayor, sentía sus piernas temblar con cada caricia.
- Siempre hallas la manera de molestarme, Munakata.- apoyó ambas frentes mirando sus bonitos ojos lilas, ahora refugiados tras el cristal de sus gafas.
- Debo decir lo mismo...- sonrió- ¿Por qué nombraste al SCEPTER 4? ¿Estás celoso, Suoh?
- Qué soberana estupidez.- enterró su rostro en el hombro del menor mientras le rodeaba con sus brazos, pegándole del todo a su cuerpo.
Reisi sonrió de manera cálida correspondiendo su abrazo, movió sus manos hasta acabar acariciando con delicadeza su llamativo cabello... un extraño sentimiento de alegría le recorría el pecho, aunque se negó a preguntar qué sería, ahora tenía otra cosa en mente.
- Suoh, apestas a tabaco.
- Será porque fumo mucho.- se volvió a incorporar mirándole nuevamente de frente- No sabía que te molestara el olor, Munakata.
- No he dicho que me moleste.- se sonrojó un poco viendo cómo le quitaba sus gafas.
Mikoto sonrió acariciando luego su mejilla, se inclinó un poco hasta poder besarle... con su lengua pudo saborear el regusto amargo del té negro que sin duda habría bebido antes de ducharse; ese conocido cosquilleo le golpeó el vientre, ¿tanto le gustaba besar al Rey contrario?
- S-suoh...- se separó jadeando- V-vamos a mi habitación...
- No quiero.- rió llevando sus manos a la animada entrepierna del otro.
- P-pero aquí... n-no...- suspiró- S-suooh v-vaamos...
- He dicho que no quiero.- refunfuñaba igual que un niño mientras se arrodillaba.
El rostro del Azul ardió –todavía más- intuyendo lo que se disponía a hacer el mayor, que ahora lamía la zona interna de su muslo derecho.
- Haaaa...- jadeó desde que su lengua pasó a lamer su miembro.
- No llegarías a tu habitación en este estado, ¿no crees?- le preguntaba divertido, sentía los dedos del otro sujetando con fuerza su cabello.
- N-no te distraigas, S-suooh...- le miró con el ceño un poco fruncido.
- Heh, ¿exigente como siempre, Munakata?
- S-sólo cállate y continúa...- giró el rostro llevándose las manos a la boca, mordió sus dedos desde que el pelirrojo retomó sus movimientos.
Su cuerpo entero tembló sintiendo la húmeda y ardiente cavidad donde se refugiaba ahora su miembro, mordió con más fuerza sus propios dedos intentando acallar sus jadeos; sin duda la lengua del mayor podría volverle loco. Mikoto sonrió con los espasmos que tenía el peliazul, se notaba a la legua lo mucho que estaba disfrutando... y no iba a negar lo excitante que le parecía la situación, siempre disfrutaría rompiendo la inalterable calma que rodeaba habitualmente al Rey Azul.
Sin parar de mover su boca deslizó sus largos dedos hacia la entrada del menor, jugueteando con la sensible zona.
- S-suooh... e-esperaa...- gimió cuando el primer visitante se hizo hueco en su interior- T-to-odo a la vez nooo...
"Habla como si fuera a parar."- sonrió internamente con sus pensamientos y mordió el excitado músculo que palpitaba entre sus labios; casi al mismo tiempo introdujo el segundo dedo, atendiendo a las reacciones de Reisi. Alzó la mirada para ver su rostro, volvió a reír viendo que se cubría con ambas manos mientras jadeaba bastante agitado, podía ver su pecho subir y bajar al respirar.
Volvió a centrarse en lo que hacía al sentir un fuerte estremecimiento en el cuerpo del menor, no le costó mucho esfuerzo lograr que se viniera... empezaba a creer que el tema del sexo se le daba mejor de lo que pensaba.
Se separó, aún sin tragar, y le hizo señas al otro cuando retiró sus dedos; éste pareció entender y se giró, dejando ahora sus manos en la pared.
- Suoh...- suspiró cogiendo aire- ¿Qué piensas hacer?
No contestó y se limitó a actuar, deslizó su rostro por las tonificadas piernas del Azul y comenzó a lamer su entrada, dejando salir el semen que no había tragado de su boca... esa blanquecina sustancia serviría como improvisado lubricante; él mismo se estremeció escuchando el gemido que Reisi soltó en respuesta.
Movió de nuevo sus dedos, acariciando cada centímetro de piel que quedaba a su alcance, sería por las sales de baño o el gel que usaba, pero su pálida piel estaba increíblemente suave, le tentaba a morderla y pellizcarla hasta llenarla de marcas. Se movió y mordió con fuerza su muslo derecho, subió sus mordiscos hasta morder la zona de su baja espalda, lamiendo toda su piel en el proceso.
- ¿Impaciente?- preguntaba mientras se ponía en pie tras el otro.
Reisi jadeó con el mordisco que recibió en su nuca, y mantuvo sus suspiros cuando los mordisquitos se repetían desde su cuello hasta su hombro.
- Abre bien tus piernas para mí, Munakata.
- Eres un pervertido, Suoh...- suspiró girándose, mirándole de frente- Ya te he dicho que vayamos a mi habitación, allí está la cama.
- Pero no me apetece caminar tanta distancia.- susurraba lamiendo su oreja.
- N-no seas perezoso... son sólo un par de pasos... a-aquí hace frío, la v-ventana está abierta...- se sobresaltó- S-suoh aquí no...- intentó apartarle, cosa que resultó inútil.
- ¿Eres así de pervertido, Munakata?- sonrió- ¿Te excita saber que los vecinos podrían escucharnos?
- No digas estupideces...- refunfuñó desviando la mirada.
- Digas lo que digas, lo haremos aquí, así que...- se alzó de hombros antes de sujetar los muslos del menor.
- P-pero no... S-suoh aquí...
- Qué pervertido, de verdad te excita el riesgo.- las piernas de Reisi rodearon su cintura y su espalda acabó apoyada en la pared- La próxima vez podría ser en tu despacho, Munakata, me pregunto cómo reaccionarían tus molestos soldados sabiendo lo que hace su Capitán con el Rey de HOMRA...- su sonrisa se convirtió en una bastante más malvada.
"Y de verdad está celoso..."- soltó una risita abrazando su cuello, se acercó a él y acabó por besarle de manera tierna.
- Deja ya de refunfuñar y empieza de una vez, Suoh.- prácticamente le ordenó lamiendo a duras penas la punta de su nariz, estaba más que impaciente.
- A la orden~- trepó por su rostro hasta besarle.
Dejó que el beso se profundizara al mismo tiempo que se hundía en el cálido interior del Rey Azul, dejó sus manos apoyadas en la pared comenzando a moverse.
- S-suoooh...- gimió sujetando su cabello con una de sus manos, la otra estaba aferrada a su espalda, tirando de su chaqueta.
- Munakata~- sonrió mordiendo su oreja, notando cómo se estremecía a su tacto.
- U-umngh...- mordió con fuerza su cuello, intentando silenciar su voz.
El pelirrojo soltó una risita continuando con sus embestidas, su interior le tentaba a enterrarse más y más en él... y realmente lo estaba haciendo, sus movimientos no eran precisamente delicados, incluso la pared donde sus manos estaban apoyadas se estaba chamuscando un poco.
- Haa...- se vio obligado a jadear con los fuertes tirones de cabello que le daba el otro.
- S-suooh... v-vas a quemarme l-la casa...
- ¿De quién crees es la culpa, eh...?
- P-peerooo... aaaahhh...- gimió, una de sus manos había dejado olvidada la pared y ahora jugaba con su entrepierna.
- Los vecinos te estarán oyendo, Munakata...
- P-pervertidoo...- volvió a gemir enterrando el rostro en su hombro.
El mayor rió, sabiendo que no era una mentira eso que estaba diciendo; desvió la mirada hacia la PDA de Reisi, la cual ahora sonaba.
- Munakata, te llama alguno de tus soldados.- murmuró alcanzándole el aparato.
- A-ahora n-no pued-do...- gemía cada vez más agitado.
- ¿No sería sospechoso que el adicto al trabajo Rey Azul no contestara su teléfono?- preguntó con una sonrisa algo malvada.
- E-está bien...- se acomodó un poco apoyándose en su pecho- Pero detente ahora, Suoh.- le miró arqueando una ceja mientras contestaba la llamada.
Mikoto hizo caso omiso de lo que el otro le pidió y volvió a embestirle esta vez con más fuerza, sujetando sus caderas hasta dejar a Reisi sentado en el mueblito más cercano; se inclinó hacia delante dándole un fuerte mordisco en el cuello.
El menor se mordió el labio intentando escuchar las palabras que le decía algún soldado, ni siquiera pudo molestarse en identificar la voz que le hablaba.
- Haaa...- gimió con las continuas embestidas a sus caderas.
- ¿Capitán, se encuentra usted bien?- preguntaba el soldado desde el otro lado de la línea.
- H-haai...
- ¿Estás seguro de eso, Munakata?- el mayor sonrió viendo el cuerpo del otro estremecerse entre sus brazos.
Reisi lanzó lejos la PDA tras colgar y luego se abalanzó contra los labios del pelirrojo, primero le mordió –sonriendo al escuchar su ahogado suspiro- para después besarle mientras se aferraba a su cabello. Por supuesto no iba a admitir que ese continúo vaivén contra sus caderas le enloquecía, suponía que Mikoto ya se habría dado cuenta de lo mucho que estaba disfrutando.
- S-suooohh...- volvió a gemir ocultando el rostro en su cuello, intentaba por todos los medios coger aire.
- Pobre soldado al que acabas de ignorar...- reía sin detener sus movimientos, ahora mismo era el placer quién dominaba su cuerpo, incluso aunque quisiera no iba a poder parar.
- C-cállaate R-rey p-pervertiidoo...- sonrió rodeando su cintura con sus piernas, impidiendo que Mikoto se separa de él.
- Munakata, si me aprietas tanto lo haré dentro.- susurraba entre suspiros, dejó sus manos en el mueble viendo cómo más de una llama emanaba de sus dedos, chamuscando la madera.
- N-no te perdonaré si no lo haces de e-esa forma...- jadeó abrazándole, podía sentir todo su cuerpo estremecerse- S-suooh... m-me quemaas l-los mueblees...
El pelirrojo sonrió escuchando su jadeante voz entrecortada.
- Ha, lo siento.- mordió su mejilla bajando sus mordiscos hasta su cuello, le mordió con más fuerza sintiendo su camiseta humedecerse –no precisamente con agua-, y jadeó cuando el interior del menor se contrajo de esa forma exquisita.
- Aaaahhh...- Reisi volvió a gemir cuando esa sustancia tan conocida como ardiente se deslizó por el interior de su cuerpo, clavó sus uñas en la chaqueta del mayor desgarrando un poco la tela.
- Munaakata...- suspiró abrazándole.
El otro sonrió sintiendo sus brazos rodearle y su agitada respiración chocar contra su cuello, se inclinó un poco hasta besar su mejilla.
- Vamos a la cama, Suoh...- susurró junto a su oído.
- ¿Y soy yo el pervertido, Munakata?- rió con la lengua del menor acariciando su oreja.
- No necesito ser educado contigo, ¿cierto?- sonreía el peliazul mirando los ojos del mayor, sonrió viendo su mirada... no había un ápice de inocencia en esos ojos dorados que ahora le devoraban.
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- ... pero no pasó nada grave, ¿cierto?- hablaba el Rey Rojo por teléfono- No, no era como si... umh, está bien, avisaré la próxima vez...- ahora rió- Avisaré, pero está claro que me volveré a ir...
Dio un par de pasos por el dormitorio, mirando por la ventana la oscuridad de la noche, encendió un cigarrillo chasqueando sus dedos siguiendo con la conversación.
- ¿Volver ahora?- giró la cabeza mirando la cama, en ella dormía Reisi llevando su chaqueta negra; sonrió volviendo a mirar por la ventana, tomó una relajada calada soltando el aire en un suspiro- No te hace falta que conteste, ¿no?- sonrió- Tomáoslo como un día libre o algo así, yo estaré aquí todo el fin de semana.
Munakata se iba despertando poco a poco escuchando la voz ronca de Mikoto resonar por su habitación; parpadeó frotándose los ojos y distinguió su espalda –llena de marcas de arañazos- frente a la ventana, al parecer hablaba con alguien mientras fumaba.
Suspiró arropándose con la chaqueta, rió un poco olisqueando ese aroma a tabaco que desprendía la prenda.
- Está bien, hasta el lunes entonces, no causéis destrozos en el bar.- colgó y lanzó el teléfono hacia el sofá donde estaba toda su ropa, salvo la chaqueta obviamente.
- Suoh, deberías ponerte algo encima.
- ¿Ha, estás despierto?- se giró hacia él.
- Es desagradable que vayas desnudo por mi casa.- refunfuñó girándose, sus mejillas habían ardido al verle.
- Heh.- lanzó el cigarro por la ventana andando hacia la cama.
El colchón crujió mientras gateaba sobre él, acabó acostado sobre el otro y se echó a reír escuchando sus quejas sobre lo mucho que pesaba o que estaba adolorido como para hacer cualquier esfuerzo.
- Estoy cómodo aquí.- dijo mirándole, sonrió viendo que hasta sus orejas estaban rojas.
- Suoh, por favor.- repitió con voz más irritada.
- Haaa, contigo no se puede bromear, Munakata.- terminó obedeciendo y se acostó al otro lado de la cama.
Miraba hacia el techo encendiendo otro cigarro; aunque Reisi no tardó mucho tiempo en girar por el colchón hasta acabar acostado junto a él, Mikoto volvió a reír acariciando su cabello.
- ¿Sigues enfurruñado con tus celos estúpidos?- le preguntó mirándole, sonrió al ver cómo su ceño se fruncía, incluso la llama en su cigarrillo se volvió más brillante- Es divertido verte celoso, Suoh.
Comentó acomodándose junto a él, quedando totalmente pegado a su cuerpo y con la mano del mayor todavía jugando con su cabello, ese gesto le relajaba.
- Suoh.- le llamó tras un rato donde no había dicho nada.
- ¿Umh?- respondió terminando su cigarro.
- ¿Has olvidado que somos Reyes?
- No veo posible olvidar algo como eso, Munakata.- le miró extrañado.
- Pase lo que pase, tú seguirás siendo Suoh Mikoto, el Rey Rojo...- murmuraba sin alzar la mirada- Y yo seré Munakata Reisi, el Rey Azul, eso no cambiará.
- Supongo que es algo más que obvio.
Reisi suspiró al fin mirándole, el pelirrojo comprobó que estaba totalmente ruborizado.
- Pues bien parece que lo has olvidado.
- ¿Ha?
El peliazul volvió a suspirar, se incorporó en la cama hasta quedar de rodillas... le avergonzaba el motivo por el cual ahora mismo no podía sentarse correctamente.
- Suoh, sólo YO puedo suprimiros a ti y a tu poder.- desvió la mirada- Así que siempre voy a estar contigo... vigilándote de cerca para evitar que te descontroles, no te preocupes por cosas triviales como los celos...
- ¿Intentas decirme algo, Munakata?- le miró divertido, podía ver los nervios en el menor.
- No intento decir nada, sólo expongo un hecho.- refunfuñó, luego volvió a girar y se acostó en la cama dándole la espalda- Y buenas noches, estoy cansado.
Mikoto se echó a reír viendo la actitud algo infantil del otro monarca.
- ¿Vas a dormir dándome la espalda, Munakata?
- He dicho que estoy cansado, no sigas hablando.- prácticamente gruñía, el rubor no abandonaba sus mejillas.
- ¿Entonces cómo comprobarás que no me descontrolo y acabo arrasando el edificio entero en llamas? ¿Qué clase de ineficaz vigilancia es ésa?
- Suoh, es tu culpa que esté tan cansado, quiero dormir, además que...
- Gracias por querer vigilarme siempre, Munakata.- como un gato se había deslizado por entre las sábanas y acabó abrazando al otro, dejando su frente apoyada en la nuca del menor.
- E-es mi deber... n-no agradezcas algo como eso...- su voz tembló con los brazos de Mikoto rodeándole desde su espalda.
- Acabarás siendo mi acosador personal.- soltó una risita, "le pediré consejo a Yata en cuestión de acosadores..."
- Por supuesto que no.- volvió a refunfuñar enterrando su sonrojado rostro en la almohada.
Cerró sus ojos cuando sintió la lengua del pelirrojo recorrer su cuello, seguida de un beso en su mejilla; bufó escuchando su risita.
- Eres adorable cuando refunfuñas.- murmuró mientras le abrazaba.
- Te he dicho que te pongas ropa, Suoh.- le dijo sintiendo sus piernas desnudas entrelazarse con las suyas.
- ¿Por culpa de quién está mi ropa inservible? ¿Quién está llevando ahora mi chaqueta? ¿Quizá haya sido la misma persona que empapó mi camisa en semen? A saber.
Reisi bufó sintiendo de nuevo el ardor en sus mejillas, el mayor no mentía.
- Mañana haré yo el desayuno, señor acosador.- sonreía Mikoto abrazándole.
- En serio, Suoh, la ropa es necesaria...- refunfuñaba con una ligera sonrisa en el rostro.
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||One Shots|| [MikoRei]
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