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CAPÍTULO 5

ALEN

—No entiendo para que quieres participar en una pelea clandestina —dice Jan exasperado—, ¿Estás consciente que vas a pelear con un humano? Puedes matarlo.

Jan es mi beta, mejor amigo de infancia y uno de los mejores de la manada. 

—No lo haré —digo a secas—. Seré cuidadoso.

—¿Y si eso no sucede? Y si los Chasseur... Lo último que queremos es una guerra por romper el trato con los Chasseur y lo sabes. No tiene sentido hacer esto Alen, lo haces para ganar algo de miedo por parte de la gente de este pueblo, es ridículo.

—Les ganaríamos —afirmo con recelo—, no me interesan los Chasseur y los humanos. Voy a pelear porque sí y eso no te incumbe.

Agarré mi chaqueta de cuero y las llaves de mi auto.

—Volveré a la media noche —digo.

 —¿Y si no?

—Ya saben que hacer.

Salgo de la casa decidido, peleare con ese humano, o al menos fingiré. Tengo que darles miedo a los habitantes de este pueblo de alguna forma, no soportaría a todos esos humanos hablándome y tratándome como si nada. Como si fuera uno más, uno de ellos.

La decisión de volver a Silvertown fue mía, mi manada nació y creció aquí, por lo que me sentía conectado con el lugar a pesar de venir solo de visita. Años atrás cuando se le dio el cargo de alfa a mi padre decidió irse del pueblo y habitar las fronteras de Canadá sin explicación alguna, pronto yo tomaré el cargo de mi progenitor y quiero hacerlo en nuestra zona antes de que algún pícaro habite lo que es nuestro.

Al principio cuando le plantee la idea a mi padre creyó que me estaba volviendo loco, mudar una manada entera era algo sumamente difícil pero al pasar del tiempo mi padre terminó aceptando.

Diviso el gran edificio abandonado, camino hacía la parte trasera y toco la puerta en código como me habían dicho que lo hiciera, de esta salió un moreno que al verme bajo la cara. De alguna forma él sabe quien soy, cosa que averiguaré luego, se queda callado cabizbajo y me hace una seña dándome la bienvenida al asqueroso lugar.

Nunca odie tanto tener olfato de cambia formas pero en este momento deseo no tenerlo, huele a pestes como tabaco, alcohol y drogas. Al notar mi presencia todos me observan curiosos, nadie sabe quién soy a excepción de unos pocos por lo que puedo dar cuenta, un hombre de mediana edad se acerca a mí y lo reconozco de inmediato. Es el tipo con el que había contactado anteriormente para participar en la pelea, el presentador y encargado indirecto de estas peleas.

Quiso ayudarme con entrenamiento pero lo negué sin dudar, yo no necesito entrenamiento.

—Alen Leblanc —dice apretando mis hombros con fuerza—. Bienvenido a las peleas clandestinas novato, sígueme.

Asiento y lo sigo sin decir una palabra. Me guía hasta una habitación que es una especie de vestidor para el boxeador, el lugar luce viejo y en mal estado.

—Este es tu camerino —me da palmadas en el hombro—. Eres hombre muerto, Leblanc. Rayden es el mejor de por aquí, espera a tu aviso.

Sin duda el hombre no tiene idea que puedo hacerlo añicos en un abrir y cerrar de ojos.

Me limito a soltar un bufido e ignorar sus comentarios, se de sobra quien va a ganar esta noche.

En cuanto sale de la habitación me cambio y espero a mi aviso para salir.

Me paro en frente de la ventana, los barrotes no son la excepción, estan tan sucios como el lugar entero. La luna llena ilumina mi cara y siento más fuerza, como cambia forma la luna llena en su punto máximo nos da más poder.

Esta noche tengo que reunirme con mi manada en el bosque del pueblo como todas las lunas llenas para presenciar la transformación de algún integrante del paquete.

Siento algo de nostalgia al saber la mayoría de mi manada tiene pareja, no corrí con la suerte de encontrar a mi mate en cuanto tuve mi transformación. 

—Leblanc es tu turno —dice una voz desconocida.

Asiento y dejo que se vaya. Algo me tiene inquieto esta noche y no sé que es, trato de convencerme que se debe a la luna llena pero sé que no es así, la luna nunca me ha afectado tanto.

¿Qué es lo que me sucede?

Camino por los pasillos ya conocidos mientras escucho claramente al presentador hablar, sin duda todos muestran gran admiración por Rayden. De pronto huelo algo...

Menta y pino fresco...

Mi aroma favorito se hace más fuerte mientras doy pasos hacía el ring.

"Mate, búscala" gruñe Freyn, mi lobo.

Gruño a mis adentros.

Camino buscando hacía los lados pero nadie parece ser el causante del aroma.

Hasta que la veo.

Me observa tímidamente, como si se hubiese dado cuenta que nuestras vidas están eternamente comunicadas y que, haga lo que haga, somos parejas de por vida, somos almas gemelas. Su cabello negro cae suavemente en sus hombros y sus ojos oscuros me ven inquietantes, ella me resulta increíblemente atractiva y toda mi atención se enfoca en ella.

Mía.

Es mía.

Hasta que caigo en cuenta de un detalle.

Es humana.

Corto nuestras miradas y volteo prestándole atención al presentador quién da el comienzo de la pelea. Examino los movimientos de mi contrincante sabiendo que ganare fácilmente, pero no le daré pelea hasta el final.

Su primer golpe no me sorprende, se lanza a mí dando golpes sin cesar. Necesita entrenamiento real, pienso en mis adentros.

—Parecía ser más fuerte —escucho a la amiga de mi mate hablar sorprendida.

Él sigue golpeándome y la sangre brota en mi rostro, es hora de darle una pelea real. Me levanto dispuesto a contraatacar dejando sin habla al público.

Aquella había sido una golpiza descomunal para un humano. Pero para su mala suerte, no soy humano.

Le doy un puñetazo en la cara que resulta más fuerte de lo que espero. Y con dos golpes más mi atacante cae al suelo sin fuerzas, examino sus movimientos y me doy cuenta que probablemente mis golpes fueron un poco más fuertes de lo debido.

—Es más fuerte de lo que parece —responde mi mate atónita. Sonrío de lado por su gesto.

Un sonido del exterior llama mi atención haciendo que agudice mis sentidos, reconozco el sonido de las patrullas policiales y me pongo alerta. Todo sucede muy rápido. La gente corriendo, tropezando y golpeándose entre ellos tratando de buscar alguna salida.

—Oh mierda —exclama asustada mi mate. 

La gente pasa por ella llevándola al otro lado del lugar alejándola de sus amigos. Si no hago algo probablemente ella terminará en la cárcel o en problemas, no puedo dejar que corra peligro.

—Reeva —grita su acompañante.

Reeva.

Su nombre es Reeva.

Salgo de mi ensoñación y aparto a la gente de mi camino en busca de Reeva, mi Reeva. El olor se hace cada vez más fuerte por su cercanía, ella ve a los lados desorientada por lo que la jalo del brazo y la tomo por la cintura.

Mía —digo gruñendo mientras observo sus ojos oscuros.

Humana o no, es mía.

Me pertenece y yo a ella.

AlenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora