capítulo 1: Esclava

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Atravesé la oscuridad llegando a una sala del trono toda negra, sin ventanas, decorada con columnas y varias antorchas.
Los pisos, las paredes y las mismas columnas todo era negro con detalles en rojo, en frente a mi había un trono también negro pero de alguna forma muy loca resaltaba, en él había un hombre de 25 años, vestía un traje negro con camisa blanca. A lo época medieval, su cabello era negro como el carbón, de piel palida y ojos grises, una barba de no más de dos días decoraba su cara, detrás de mi la única salida eran dos enormes puertas de madera.
-Diana Luna... te esperaba- dijo con una sonrisa.
-Ya lo creo- estábamos solos en la gran habitación que ante la ausencia de personas parecía aún más enorme.

Él bajo del trono y camino hasta mi, con su mano levantó mi barbilla uniendo Nuestas miradas, yo quede mirándolo desde abajo ya que era bastante más alto.
-Espere demasiado este momento- me dijo en un susurro.
-¿Cual? Él de remodelar- me burle. Él camino hasta quedar detrás de mi, corrió mi pelo para dejar al descubierto mi cuello recién ahí dijo muy cerca de mi oído.
-El momento de tenerte aquí.
-No sabia que era un objeto- me ríe.
-Diana no me gusta que me hablen así- yo sonreí sin mostrar lo dientes mientras se volví a colocar delante de mí. Levantó mi barbilla uniendo Nuestas labios en un beso que no correspondi, él se separo de mi algo molesto mientras yo mostraba indiferencia.
-¿Qué te pasa?-inquirió confundido.
-No jugaré a la bella y la bestia.
-¿A qué te refieres?-pregunto.
-No me trataras mal para luego venir a pedirme perdón. Di lo que quieres, elige o quieres una mujer o a una esclava... no seré las 2- él me miro extrañado pero luego entendió mi punto.
-Muy bien Diana se mi esclava- soltó finalmente entre una petición y una orden mientras sonreía, yo asentí, no se si esperaba algo distinto de mi ¿Tal vez que me oponga? No lo se. En cierta forma su desicion me agrado, no quería ser su mujer.

Muchos creen que un rey no debe mostrar debilidad, por ende un rey no debería ser capaz de arrodillarse. Pero en lo personal creo que es mentira.
Pensemos por un momento en las sociedades humanas, los grandes señores feudales ¿no se arrodillaron ante un rey? ¿y ese rey a su vez no se arrodilló ante un dios? No podemos creer entonces que el rey no debe saber arrodillarse, porque ante un superior nosotros debemos mostrar respeto. Yo fui, soy y seré una reina eso nunca va a cambiar pero aun así baje la cabeza, deje que otros tomará el control, incluso que se quedarán con mi gloria y esta vez no sería distinto, hay reyes que no nacen para reinar como Hay soldados que no nacen para pelear. Entonces si tenia en claro eso ¿porque me costó tanto arrodillarme ante él?
-Diana...- llamo ya sentado en su trono, camine hasta él cuando estuve en frente. Note lo que deseaba, dude unos segundos hasta que finalmente lo pude hacer, apoye una rodilla en el suelo bajando la cabeza sosteniendo mi peso sobre las manos, dije.
-Señor- lo mire de reojo para ver su satisfacción. Él volvió a ponerse de pie caminando hasta mi para poner su mano en mi cabeza.
-Diana- hablo con seriedad - deja ya de resistir- me ordenó, solté un suspiro antes de hacer lo ordenado. La oscuridad comenzó a consumir y contaminar cada parte de mi cuerpo, él se alejo volviendo al trono en el momento que supongo su espectáculo comenzó.
Caí al suelo mientras sentía que todo daba vueltas y mi cuerpo agonizaba de dolor.
Comencé a retorcerme, parecía que mis huesos se quebraban para volver a su lugar una y otra vez. Mi mente se volvía oscura, recuerdos se borraban de mi mente o tal vez sólo están siendo rechazados, mis emociones se estaban apagando poco a poco, o solo algunas, las inútiles como el amor o la tristeza, otras como la alegría, el agrado o la lealtad se modificaba, en ese momento solo me alegraba el sufrimiento ajeno, solo tenia lealtad ante él. Ya no importaba quien fui porque era una nueva yo, una fría, calculadora y leal.
Me quede quieta cansada, mis ojos estaban rojos y demostrando frialdad mi piel aún más blanca y de tacto frío. Él vino hasta mi con una sonrisa de satisfacción, estaba boca arriba mientras él me miraba desde lo alto. Yo Suspire cansa y me voltie, para mirar sus pies, él al notar esto se arrodilló y tomo mi barbilla obligándome a sentarme en el suelo mirándolo a los ojos, entonces dijo.
-Al fin eres mia, no sabes cuanto te espere...-Entonces unió nuestros labios en un beso que seguí, pero sin tomar más contacto que él de nuestros labios.

Los guardianes elementales 2:  la Nueva Esclava Donde viven las historias. Descúbrelo ahora