capítulo 6 ¿Quien eres?

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Estaba aburrida muy aburrida y sin mentir con mucho deseo de matar a alguien. Después de varias horas en esa habitación sin hacer nada salí al balcón donde había una mesa con un par de sillas de jardín negras me senté en una de ellas con las piernas sobre la mesa mirando el rosal que estaba a un lado en el balcón. Las flores eran negras y desprendían el dulce olor de la sangre fresca. Era hermoso.
Unos minutos después sentí su presencia en la habitación y rápidamente sus labios en mi cuello.
-Dime ¿Te gustan las rosas?- inquirió y yo solo asentí- párate- ordenó y eso hice él me abrazó por la cintura con su pera en mi cuello, en ese instante sentí su molestia, Su dolor.
-¿Estas bien?- inquirí tomándolo por sorpresa.
-¿A qué viene eso?- pregunto.
-Te noto tensó- afirme, se separó de mi con rapidez y me volvió- amo...- dije en un susurro pero él solo colocó un dedo en mis labios diciendo.
-Sh.. Diana por favor no hables- yo asentí mientras él dejaba besos en mi cuello.
A los pocos minutos él estaba sobre mi con una sonrisa de satisfacción o al menos eso quería parecer pero por dentro parecía tener muchos sentimientos encontrados. Esta vez ni se gasto en ponerme al margen y literalmente me hizo gritar de placer. Cuando acabo y salió se colocó su ropa de nuevo, para comenzar a beber de mi hasta que me desmaye.

Varias horas después, estaba desnuda y tapada, lo que no me pareció raro lo que si lo fue, era el hecho de que él estuviera a mi lado con su mano en mi cintura con mucho cuidado me di vuelta para poder verlo a los ojos, era muy lindo y se veía tranquilo cuando dormía.
-Diana...- llamó en sueños.
-Aquí estoy amo...- aseguro acariciando su cabello. Él pareció sonreír ante mi tacto lo cual a mi también me hizo sonreír. Varios minutos después él despertó.
-Es lindo despertar así- afirmo, entonces se colocó sobre mi.
-Amo...- lo llame- ¿que te preocupa y/o molesta?- inquirí.
-No te preocupes por ello, no estas aquí para preocuparte de mis problemas- dijo empezanso a besar mi vientre, no le dije nada ni hice nada. Él comenzó a subir con sus besos hasta llegar a mi cuello donde dijo- Diana dime ¿De quien eres?- lo mire confundida pero al verlo a los ojos comprendí que necesitaba oírlo de mis labios. Siguió jugando con el globulo de mi oreja.
-Tuya, solo tuya- afirme con un pequeño gemido de placer. Él sonrió, para unir nuestros labios en un beso que demostraba su necesidad.
-Te necesito para quitarme el estrés- dijo sin soltarme.
-Aquí estoy para lo que desees- le confirme y como si fuera lo Que necesitaba rápidamente se quitó los pantalones y el bóxer entrando en mi sin previo aviso, causando que me doliera bastante hasta ya no sentir nada.
Cuando salió de mi se apartó se vistió y fue al balcón sin decir nada. Yo me coloque mi ropa interior y salí detrás de él.
-Lo siento- dijo cabizbajo. Yo lo mire irritada.
-Creí haberte dicho que no me gusta eso- me queje molesta, él se giro y vino hasta mi acorralandome contra la pared- ¿Qué te parece si vamos a matar a alguien? eso te hará sentir mejor- inquirí con una sonrisa.
-Diana yo no quiero eso... además te dije que no podías salir de esta habitación...-recordó.
-Dijiste sin autorización si tu me autorizas...- explique.
-Diana aún estás castigada- aseguró se acercó con sus labios a mi oído para decir - estas aquí para complacer mis deseos y darme placer tu a mi, no yo a ti ¿Entiendes?- yo asentí y él desapareció.

Estaba en la cama de verdad aburrida, tenia puesto un vestido negro suelto de mangas cortas hasta la rodilla y descalza. Estaba allí con mi mirada perdida en el techo sin entender sus palabras, o más bien su actitud algo o alguien lo estaba molestando y yo deseaba acabar con él.
Cerré los ojos unos segundos concetrandome en mi respiración. Hasta que sentí una presencia en el balcón que no reconocía.
-Las rosas están hermosas ¿no crees?- me pregunto aquel chico de no más de 21 años. con el pelo castaño, su barba prolija y de no más de dos días, su cuerpo bien formado y sus ojos azules zafiro, con los que me miraba entre triste y feliz- Hola Diana...- saludo con naturalidad.
-¿Quien eres?- inquirí fría, mis palabras parecieron destruirlo por dentro. De todas formas se acerco atrapándome entre su cuerpo y la pared.
-Diana mi amor...- dijo tocandome como si fuera un cristal que se rompería con suma facilidad- Se que esto es una estupidez ahora porque tu no me recuerdas pero se que debí decirte que...- no pudo terminar porque alguien estaba en la habitación. Él suspiro frustrado y dijo- Tristán, Diana soy Tristán- dicho esto desapareció no sin antes dejar un beso en mi mejilla.
Él apareció en el balcón cuando yo ya había caído de rodillas con mis manos en mi cabeza. Solté un fuerte grito de dolor cuando lo mire parecía preocupado por mi.
-Diana mírame- ordenó, pero no podía no están concentrada. Lo intento un par de veces más. Mientras yo luchaba para que un pequeño recuerdo No Saliera a la luz- Diana no grites, no me gusta- cuando dije eso ya harto, fije mi vista en la suya y me quedé callada- ¿Diana Qué pasa?- pregunto.
-había alguien aquí...- conté ¿Asustada? desde cuando yo tenía miedo de alguien.
-Diana ¿Quien era?- inquirió mientras la ira se iba apoderando de él.
-Tristán...- dije sin mirarlo- dijo que se llamaba Tristan- al oír el nombre cada músculo de su cuerpo se tenso de sobre manera. La furia era tal que de un puñetazo rompió la ventana, tras el estruendo todo mi cuerpo se paralizó, no se quien era aquel sujeto pero si lo ponía de tan mal humor era para preocuparse o destruirlo.
Note su mano sangrando no lo dude ni un segundo fui hasta él inspeccionando la herida, saque un par de pedazos de vidrio de su muñeca con gran rapidez ante su mirada atenta. Corrí al baño y tome una toalla y unas vendas para volver con él. Sostuve la venda en mi boca mientras con la toalla sacaba los restos de sangre y al acabar tire la toalla para vendar su muñeca cuando ya estuvo lista le di un beso ahí y dije.
-Listo amo, debería de tener más cuidado- le sonreí, aunque su expresión decía Qué aún estaba mal, algo le molestaba así que tome la toalla manchada con sangre comenzando a entrar a la habitación- No entiendo porque sigues tan amargado, es que tengo que recordarte a cada segundo que solo SOY tuya- dije con una gran sonrisa despreocupada entrando a la habitación y luego al baño para limpiar mis manos que tenían su sangre, estaba por metarlas debajo del agua pero antes de eso metí un dedo en mi boca sintiendo el dulce sabor de su sangre.
-¿Te gusta?- inquirió ya recuperado yo lo mire sin entender- mi sangre- dijo abrazandome por detrás- por que a mi si me encanta la tuya.
-Yo no...- trate de decir pero me interrumpió.
-¿Quieres? Sabes que yo puedo hacerlo- insito.
-Dijiste que no estabas para cumplir mis deseos- le recordé.
-Me gustaría verte con un par de colmillos bebiendo de mi brazo con desesperación- reconoció con diversión- ¿y queres o no?- yo asentí ante su pregunta. Él retiro las venda de su muñeca dejando ver las pequeñas heridas- Vamos hazlo- me ordenó y como si esa fuera la ordene que esperaba unos colmillos afilados y blancos aparecieron en mi boca y rápidamente los clave en su brazo, lo mire unos segundos mientas el líquido rojo y casi frío recorría mi garganta lo vi dejandome ver en sus ojos el placer y la satisfacción que estaba sintiendo, mientras yo estaba de rodillas. Y sabía con claridad que yo era eso que le daba placer y satisfacción

Los guardianes elementales 2:  la Nueva Esclava Donde viven las historias. Descúbrelo ahora