capítulo 42

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Mis deseos

Megan.

La noche del viernes y el sábado la pasamos en la hermosa localidad de Piamonte, El Monviso es la parte del Monte Rosa, tiene espectaculares montañas con una belleza especial, el fondo de los Alpes parece un telón a la vista del espectador con sus grandes y pintorescos valles, me robo el corazón Val di Susa y casi muero de la risa en el puente tibetano.

La comida en Italia era algo nuevo para mí, pero lo que no puedo negar es que Italia tiene vinos deliciosos y esa noche mi paladar estaba listo para probar un vino nuevo.

—Cenaremos aquí Meg se que te encantará.

—Que hermoso restaurant es clásico, como los castillos.

—Eres una chica encantadora Meg no existe mejor persona para venir a pasar unos meses a mi país.

—Y tu eres el mejor anfitrión, una vez más gracias le he pasado muy bien.

—Y eso que no has probado la cena de hoy! ¿estás lista?

—Si me muero de la curiosidad ¿qué cenaremos?

—Solo pediré el plato y me deleitaré viendo tu cara mientras comes.

Como primer plato escucho que Piero pide "Agnolotti" al tener el plato frente a mi el olor inunda mis fosas nasales, llevo el tenedor a mi boca y me derrito al probar la deliciosa pasta rellena con carne de ternera, jamón, huevos, cerdo saborizado con nuez moscada, salvia y mucho queso rallado.

Como postre me ofrece un "Il Bonet" es como un sombrero con flan de chocolate y amaretti, no puedo negar que acompañado de este vino de hielo es como probar un pedacito de cielo.

Me mira como emocionado por el espectáculo, no se porque a este hombre le gusta tanto verme comer y me interrumpe — y bien te gusta este vino Meg.

—Me encanta porque aparte de tener ese color dorado, su aroma me recuerda a las frutas exóticas, sabe albaricoque e higos secos, este vino es una auténtica delicia para disfrutar después de una comida.

— Sabes Meg deberías de ser catadora, tienes un paladar perfecto para detectar el sabor de los vinos, sin decirte nada has acertado en todo lo que has dicho, en realidad con esas frutas está compuesto este vino.

Me sonrojo — bueno es que... ya sabes que me encanta el vino.

— ¿Y porque te avergüenzas? ¿tienes ideas de cuantas mujeres catadoras hay en la actualidad?

—Lo sé pero ya sabes que no quiero tomar la gastronomía ni el arte como oficio, quiero ayudar a las familias es lo que tengo planificado despues que salga de la universidad.

—Bueno, tienes un alma altruista y contra eso no deseo estar me parece bien que quieras dedicarte a eso, la mayoría de las personas buscamos carreras que en el futuro nos den dinero, pocos son los que siguen sus instintos y vocación.

—Exacto ahora vayamos a dormir, mañana debemos regresar a Venecia y estar listos para nuestro viaje.

Fria y Oscura Dulce Desastre IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora