Aleksi
El automóvil serpenteaba por las calles de Strip. Me aseguré de que mi pistola estuviera cargada y verifiqué la hora en mi reloj. Veinte minutos tarde. Tiré mi cabeza hacia atrás contra el asiento de cuero y suspiré. Estaba aburrido de una ceremonia que ni siquiera había iniciado. Sería más fácil llegar cuando finalizara y ahorrarme los falsos elogios y la hipocresía. Pero tenía que estar allí y orquestar el plan perfecto. No habría otra oportunidad. Viktor tamborileó el volante con los dedos y me echó un breve vistazo. Era el único que estaba al tanto del caos que se desarrollaría en las siguientes horas.
—El mercenario estará listo cuando dé la orden. —informó Viktor y regresó la atención en las calles—. Dicen que es el mejor. Nunca ha fallado en un objetivo.
Una sonrisa se extendió por mis labios.
—Perfecto.
—Los hombres de Connor están en la fiesta. Diez al menos. Nada extravagante.
—Él se siente seguro. Realmente ha confiado en mí. Piensa que ha ganado —Me burlé y sacudí la cabeza—. Me considera un pobre imbécil manipulable porque yo lo quise así.
—Esta guerra no tendrá fin, Aleksi —Viktor cuestionó—. ¿Cuánto tiempo perdurará la lealtad de Matteo?
—Estaré diez pasos adelante el día que intente traicionarme. Yo siempre gano, Viktor.
No respondió y se limitó a conducir. Era arriesgado. Mi nombre quedaría manchado y muchos me darían la espalda, pero no había nada que temer. Había llegado demasiado lejos para dar marcha atrás. Hoy eliminaría una competencia menos. A él y a toda su descendencia.
El automóvil se detuvo en la salida trasera y bajé, ajustándome la chaqueta. Hablarían de este evento durante meses. Qué trágico. La melodía de un cuarteto de cuerdas se entretejía con el murmullo de las conversaciones cuando entré con Viktor. Mi mirada detalló la amplia sala del casino, catalogando rostros conocidos. Mis hombres se ubicaban en puntos estratégicos, delatados por sus auriculares y trajes oscuros.
Les tendí la mano a mis invitados, unos cuantos políticos y actores famosos que se habían tomado la molestia de asistir. Parecía un ambiente normal. Los camareros y camareras se escabulleron, repartiendo bebidas y comida. Toda la habitación estaba llena de hombres en trajes y mujeres hermosas. Me abrí camino entre las mesas de apuestas, tratando de llegar a Connor cuando una rubia me bloqueó el paso. Suspiré con fastidio.
—¿Qué haces aquí, Alina? —pregunté con la mandíbula tensa y miré a la multitud.
Connor sonreía con Fredrek y Lev. Parecía a gusto con mis asociados. En una esquina vi a su hijo coqueteándole a Cassie Belova que se mantenía cruzada de brazos e indiferente.
—Solo quería decirte felicidades —sonrió Alina y arregló mi corbata—. Tu prometida es una mujer muy afortunada.
—Si me disculpas... —Aparté sus manos, pero ella fue insistente y acercó su oreja a mi oído. El aroma de su perfume costoso era tan empalagoso como solía recordarlo. No había nada en esta mujer que me resultara agradable.
—Sigo aquí, Aleksi —Su mano bajó a mi entrepierna—. Siempre estaré para ti.
Aparté su mano y me alejé sin responder. Sabía que su orgullo no duraría mucho tiempo. Estaba encaprichada conmigo. Dolida por algo que nunca podría tener. Me uní a Connor y los demás en su mesa de apuesta. La ruleta giraba y los aplausos estallaron cuando el número veintiséis fue el ganador a favor de Lev. Era una sorpresa que el padre de Alina estuviera presente, aunque con el dinero que le había dado por las molestias era suficiente para olvidar hasta su maldito nombre.
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Cautivos
Fiksi UmumEsto no es un cuento de hadas. Es una pesadilla. Obra registrada. Prohibida su copia o adaptación. Código de Registro: 1709303636679