Capítulo 4

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Desayuné lo más rápido que pude mientras tragaba mi píldora, debido a que la alarma de mi despertador sonó diez minutos tarde, lo que significaba que si no me apresuraba perdería el autobús y tendría que esperar media hora por el siguiente. Me vestí, tomé mi bolso con los libros de las asignaturas de hoy, suerte para mí que lo había preparado el día anterior, y salí corriendo de mi edificio de ladrillos vistos para alcanzar el autobús. Sin antes tomar una manzana para el receso.

Como había dicho antes, los deportes se me daban bastante bien y gracias a eso pude llegar sin problemas a la primera parada. Pero en la segunda no tuve tanta suerte, al parecer el otro autobús se había retrasado, por eso tuve que tomar otro que me dejaba más lejos de la universidad.

Corrí como alma que lleva el diablo para llegar a mi primera clase; gracias a eso entré dos minutos antes que el profesor.

Me ubiqué en mi asiento sin decir ninguna palabra, lo malo de esta clase era que no me tocaba con Maia y la verdad que no veía la hora de explicarle del por qué de mi huida. En la noche decidí que le contaría todo y no le mentiría al respecto. Cuando tocó la campana del cambio de asignatura el profesor nos detuvo antes de salir.

 -Quería informarles que el receso de ahora en adelante será para la hora del almuerzo. Ayer fue diferente debido a que la cafetería estaba en reparación, pero ya está todo en orden, así que los horarios volverán a ser como debían ser desde el primer día de clases. Ya pueden retirarse.

Salí del salón hacia mi próxima clase. Siempre la cafetería de mi secundaria estaba infestada de personas y por esa razón siempre me preparaba mi almuerzo, además estaba casi segura que la cafetería de aquí no iba a ser la excepción. Planeaba comer mi manzana debajo de un árbol que había visto el día anterior, pero mañana me prepararía un almuerzo decente para mi estómago.

La clase anterior al receso me tocaba con Maia, pero cuando estaba a punto de explicarle la razón de mi huída de la cancha de baloncesto, el profesor entró así que no tuve otra opción que callarme; hasta que finalmente la campana que indicaba el inicio del receso sonó.

-Ahora me explicaras lo que sucedió ayer.-dijo Maia observándome seriamente.

-¿Te gustaría que te lo dijera mientras almorzamos? muero de hambre.-dije haciendo una cara graciosa a la cual ella rio.

-Está bien.

Y con eso nos fuimos al árbol cerca de la cancha de soccer a almorzar. Maia me dijo que su primo sabía lo de la cafetería por eso le advirtió que hoy llevará su almuerzo.

-Bien suéltalo.-dijo luego de que le haya dado un mordisco a mi manzana. De verdad que moría de hambre y esa fruta había sido mi salvación, pero a penas terminé de masticar le conté todo.

Desde mi encuentro con Noah en el café y la forma en la que me atrapó mirándolo, hasta el momento en el que me enteré que era su primo.

-Así que ¿eres tímida?-también le había contado sobre eso, hubiese evadido su pregunta si no fuese por lo confundida que se veía.

-Si-dije suspirando.-pero estoy bien con eso.

Dije observándola. Ahora la confundida era yo al ver una sonrisa pícara comenzando a expandirse en su rostro.

-y... ¿te gusta Noah?

-No lo sé... ¡espera! ¿Qué?-pregunté mirándola sorprendida.

-Si te gusta deberías hablarle-dijo Maia antes de meterse un pedazo de carne a la boca.-él es una persona normal como tú y yo créeme.

ReencarnaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora