Capítulo 3

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-Ahora que lo recuerdo, acércate Maia.

-¿Qué sucede Ash?-dijo caminando un poco más cerca de mi cuando comencé a quitarle las hojas y ramas que tenía en el cabello y en su bolso, me impresionaba que aún no lo había notado.

-Ah eso, me caí en un arbusto cuando venía en la bici hacia aquí.-dijo tranquilamente.

-¿Estás bien?-dije sin tratar de ocultar la preocupación en mi voz.

-Sí, no te preocupes. No fue nada comparada con lo de la clase.-dijo antes de que comencemos a reírnos.-que vergonzoso.

-Pero tienes que admitir que fue gracioso.-dije regalándole una sonrisa a la cual ella me correspondió.

-Tuve suerte al conocerte, me has animado por segunda vez en el día.-dijo dándome pequeños toquecitos con su codo.

Iba a decir que yo tendría que agradecerle a ella por haber alegrado mi día pero sin que yo lo hubiera notado ya habíamos llegado.

-Vamos que creo que la práctica ya comenzó.

Otra vez Maia no me dio tiempo a contestar porque había agarrado mi mano entrando apresuradamente a la gran cancha de baloncesto techada. No tuve tiempo de observarla detalladamente hasta que Maia hizo que nos sentáramos en las gradas que se ubicaban a un lado del lugar de juego.

-Los chicos no están nada mal.-escuche el susurro de Maia sobre el ruido de los gritos de algunas chicas. Eso me hacía preguntarme algo.

-¿Tenemos un equipo de animadoras?

-No, solo son chicas desesperadas por la atención de eso.-dijo Maia señalando a los jugadores.

Debía admitir que no estaban nada mal, la verdad era que eran muy atractivos, pero sabía que los gritos no eran solo por eso. La mayoría tenía una de las típicas remeras de jugadores de baloncesto con las iníciales de la universidad y por ende dejaban al descubierto los brazos musculosos de los chicos, sin contar que todos excepto los suplentes se encontraban sudados.

-Entraran moscas.-me susurro Maia mientras con acercaba su mano pata cerrar mi boca. Miré para otro lado tratando de cubrir el rubor de mis mejillas con mi cabello.

Cuando sentí que había vuelto a la normalidad voltee a seguir viendo la práctica. Como dije antes era buena en los deportes, por eso me sabía la regla de la mayoría de ellos.

-Eso es trampa.-dije enojada mientras veía una infracción que no había sido cobrada.

-No sabía que te gustara el baloncesto.

-En realidad me gustan todos los deportes menos el hockey.-dije sin despegar los ojos del partido, estaba tan concentrada que no le di importancia a la risa de Maia, seguro era porque estaba tan metida en el juego que no notaba otra cosa, ni siquiera los chicos.

Cuando terminó, los titulares de nuestra universidad habían ganado. Iba a irme cuando vi un chico rubio acercándose corriendo a una chica rubia platinada que le tendía una toalla. Ese se parecía al chico de la biblioteca, mejor dicho era el chico de la biblioteca.

-Ahh veo que te gusta Noah Wathers.

Voltee rápidamente al escuchar ese nombre.

-¿Lo conoces?-pregunté mientras volvía a verlo, aunque por su apellido ya tenía una sería sospecha sobre lo que Maia respondería. La chica de antes ahora le daba un beso en la mejilla. Estaba vestida con una minifalda, tacones y una remera rosa ajustada, era hermosa y no solo lo decía por su cuerpo que no parecía poseer ninguna imperfección.

-Sí, iba a mi secundaria, es dos años mayor que nosotras y es mi...-dijo antes de ser interrumpida.

-Hola Maia.-gritaba Noah mientras se acercaba corriendo.

-Primo.-terminó de decir la antes nombrada.

Me petrifiqué, hasta que note en la situación en la que me encontraba.

-Tengo algo que hacer, nos vemos luego Maia.-dije saliendo rápidamente sin escuchar como Maia me gritaba.

Me apresuré hasta llegar a la parada del autobús.

-¡No puede ser!-grité luego de soltar un gruñido.

Me apoyé en un poste que se ubicaba cerca de la parada para recuperar el aire que había perdido. <<rayos, lo volví a hacer>> me repetía una y otra vez, justo cuando creía que lo había superado.

Llegó el autobús y me subí luego de pagar, miraba a la ventana y solo recordaba a la chica al lado de Noah, era linda y yo era... ¡Esperen! ¿Por qué estaba a punto de compararme con ella? ¿Por qué me sentía mal al recordar como besaba a Noah en la mejilla?, no, no y no. Solo lo vi dos veces sin contar que nunca mantuve una conversación con él.

Noah no puede gustarme, ¿o sí?

Llegué a mi apartamento y dejé mi bolso sobre el sillón mientras iba hacia la cocina por algo de comer. La parte mala de la universidad-sin contar las centenares cantidades de tarea que debía hacer- era que solo teníamos un receso por día, a veces dos, lo cual no nos daba mucho tiempo para comer.

Me dirigí a la cocina para prepararme un poco de comida, ya que lo único que mi estómago había ingerido en todo el día fue la porción de manzana de la cafetería a la que fui con Maia.

Ahora que lo pensaba, Maia se parece un poco a Noah. Hoy pude ver bien los ojos de Noah y noté un toque verdoso cerca del iris parecido al de los ojos de Maia. ¿Quién diría que el chico que vi en la biblioteca sería el primo de mi primera amiga de la universidad?, tenía que pensar que le diría a Maia mañana porque estaba cien por ciento segura que me pediría una explicación de mi comportamiento, tal vez le diga que tuve algo importante que hacer, pero además de tímida también era muy mala mentirosa.

Puse a calentar el agua en la que prepararía un poco de pasta en una pequeña cacerola que había traído de mi hogar antes de dirigirme hacia el teléfono. Ya sabía que comer esa clase de comida a la tarde no era bueno, pero como me moría de hambre la verdad no me importaba la hora que fuese.

Iba a leer un libro luego de sentarme en el sofá pero en ese momento sonó el teléfono indicando la llegada de un mensaje de voz. Me levanté y me acerqué al aparato.

-Hola Ashi.-esta vez era mi hermana la que hablaba en el mensaje, escucharla me sacó instantáneamente una sonrisa- no tienes idea de todo lo que ha pasado mientras no estabas. Te lo contaría pero nunca contestas el teléfono, la tecnología no es mala hermana.

Solté una carcajada por su comentario y por el grito de mi madre que se escuchó de fondo diciéndole: DILE LO DE MAÑANA, a lo que ella contesto: BIEN, NO ME APRESURES. Mi hermana era una gran chica y una de sus cualidades era que era una persona muy dulce, pero debía admitir que hacer que dejara de hablar no era para nada fácil, ya que siempre tenía algo que decir.

-Mamá me dijo que te recordara sobre la entrevista de trabajo mañana, debo irme antes de que me mate por la cuenta telefónica, recuerda llamarme luego.

No note cuando el BIP! que indicaba el final del mensaje había sonado. Me había olvidado completamente de la entrevista, creo que pensar en Noah me dist... sacudí mi cabeza de un lado al otro para sacar ese pensamiento de mi cabeza.

Debía dejar todo lo que tenía que ver con aquel chico de unos ojos tan hermosos como el mismísimo mar, para concentrarme en lo que realmente importaba. Mañana tenía una entrevista de trabajo después de la universidad y debía mantener mi mente concentrada en pasar todas las preguntas, porque de verdad necesitaba ese trabajo.


ReencarnaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora