Capítulo 5

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El taxista me llevó a lo que parecía ser un barrio cerrado con un guardia de seguridad custodiando la entrada, la cual era una pequeña cabina en medio de rejas que parecían rodear todo el terreno.

Luego de haber dicho mi nombre y que el auto ingresara, no podía mantener mis ojos cerrados del asombro. Las casas, o mejor dicho mansiones, eran cada vez más grandes a medida que avanzábamos, cada una con una esplendorosa entrada decorada perfectamente con rosas o gardenias.

No podía esperar nada más impresionante que eso hasta que el auto se detuvo en frente de lo que parecía ser un hotel de cinco estrellas; visto desde afuera se veía como una casa de dos pisos alargados a tal punto que parecían cuatro y apostaría mi vida que había un sótano. Saliendo de mi embobamiento me acerqué a la entrada, la cual poseía una puerta que me doblaba en altura, decorada con macetas en las cuales en su interior se encontraban flores hermosas, si no las hubiese visto de cerca, estaría segura que eran de plástico. La diferencia con las otras casas era que en esta las flores eran de lavanda y otras que no podía identificar, creo que una vez escuche que le decían ranúnculos.

  Suspirando toque el timbre que estaba a la altura de mi cabeza. Al instante me contesto una voz conocida.

-¿Quién es?-Maia.

-Ashbel.-dije tratando que mi voz no sonara rara por la petrificación que parecía querer volver.

-¡Viniste!, espera ya bajo.

Al cabo de unos minutos la puerta fue abierta dándole paso a ese rostro tan conocido para mi, haciendo que instantáneamente mi respiración se calmara. Tenía un vestido color crema que le llegaba cinco dedos arriba de la rodilla, con un escote no muy grande, haciendo que la prenda luzca casual, aunque para mí eso no era nada que un ama de casa o alguien que saliera de compras usaría.

-Creía que no vendrías, pasa.-dijo haciéndose a un lado, dejándome el espacio suficiente para ingresar y dándome así una mejor vista de la gran mansión.

Al entrar lo primero que vi fueron dos grandes escaleras que te llevaban a lo que parecía ser el segundo piso, a la derecha y a la izquierda lo único que pude vislumbrar eran dos grandes habitaciones de cada lado con lo que parecía ser el comienzo de un pasillo, y finalmente justo sobre nuestras cabezas un enorme candelabro de cristal colgaba perfectamente del techo.

 -Lamento llegar tarde, la entrevista se alargo y tuve que venir en taxi, lo que hizo que el viaje sea un poco más largo.-dije.

-No te preocupes, lo importante es que estas aquí, la cena está casi lista así que...

 No pudo seguir hablando por el resonante ruido de un par de pasos que bajaban por la escalera del lado izquierdo, cuando voltee pude ver que se trataba de un hombre y una mujer. La mujer estaba vestida con un vestido largo color rojo calmado, y el hombre vestía un impecable traje negro con una corbata que hacía juego con el vestido de la mujer.

-Buenas noches, tú debes ser Ashbel-dijo la mujer cuando estuvo frente e nosotras-mi nombre es Suzanne y soy la madre de Maia, es un placer conocer a la amiga de la que mi hija no paraba de hablar.-dijo regalándome una cálida sonrisa.

-El placer es mío.-dije también sonriendo para mirar como Maia le dedicaba una cara de enojo a su madre, lo cual hizo que mi sonrisa se agrandara.

-Mi nombre es Joseph, soy el padre de Maia, un placer.-dijo el hombre al lado de Suzanne antes de besar mi mano para luego alejarse y regalarme un sonrisa parecida a la de la mamá de Maia.

-Creo que mi saludo no se comparara a eso.-pensé, me tapé la boca al ver como todos soltaban una risita, lo había dicho en voz alta. Debía mantener mis pensamientos adentro de mi cabeza.-lo lamento, lo dije sin pensar. El gusto es mío de conocerlos a los dos.

ReencarnaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora