Me senté en el viejo mueble de madera y me quedé allí en la oscuridad, siempre que regresaba me escondía aquí, del mismo modo que tuve que hacerlo cuando Luca murió, recordé el día anterior a aquel.
–Tu, no te quiero aquí – fui arrinconada por el señor el señor Bacconi y por ellos todos los demás en aquella habitación fijaron su mirada en mi, ser gritada por aquel hombre no era una buena señal. –¡Fuera! – Levantó su mano y Giuliano lo detuvo.
–Por favor, hoy no.... No aquí – dio una mirada hacia el ataúd.
Escuche el sacerdote acomodarse en su asiento y volví al presente, venía frecuentemente a la catedral, cada mes o cada dos meses.
–Supe que el padre Marino murió el mes pasado, lamento no haber venido antes... él me conocía bastante bien – el sacerdote se quedó en silencio. –He venido a confesarme, como lo hago cada mes, es más por costumbre que por creencia – confesé.
–Hija mía, ¿cuál es su nombre? –
–Puede llamarme Anna – dije.
–¿Puedo preguntar el porqué...? Interrumpí.
–Es una costumbre... alguien me dijo una vez que si la muerte nos encontraba, era mejor que nos cogiera confesados... pero francamente no creo en ello, sin embargo no tengo con quien más hablar de esto padre... me preguntó si ya está acostumbrado a escuchar el tipo de cosas que voy a decirle, solía ser muy común por aquí – le comente. –Volviendo al tema... yo no sigo el protocolo, me gusta ir al punto, ¿puedo empezar a confesarme padre? – le pregunte.
–Está bien, adelante hija mía, ¿qué te trae a los atrios del señor? – dijo un poco resignado.
–Confieso que hace unos días maté a un hombre... – me quedé en silencio, escuchando como su respiración se detenía. –Sucedió como siempre, me enoje cuando no me recordó y luego de refrescarle la memoria le dispare, pero no sentí nada, ni la más mínima paz. Lo que nunca logró aceptar es que al final siempre me arrepiento y me siento culpable... era un hombre malo padre, sus manos estaban más manchadas de lo que lo están las mías, por supuesto, sé que eso no es una excusa válida, pero... ¿cree que Dios pueda perdonarme? El padre Marino decía que sí, sin embargo he llegado a pensar que su juicio estaba algo nublado. –
No recibí respuesta alguna.
–No sé si disculparme, suelo ser muy directa... también miento mucho, aunque detesto que me mientan... no, lo que he dicho es cierto, creo en Dios y no me atrevería a mentir frente a él – mire la hora. –¿No va a decir nada, padre? –
Desee poder mirar el rostro del padre, no sabía si el hombre había salido huyendo o estaba a instantes de un paro cardiaco, sea cual fuera la razón, vaya que era sensible y ni siquiera había comenzado.
–Padre, ¿aún sigue ahí? – según el reloj en mi muñeca, tenía tiempo suficiente para una larga conversación y ahora que el padre Marino no estaba, necesitaba a alguien nuevo. –Realmente, no soy muy buena esperando. –
–Si – se apresuro. –Aquí estoy, la estoy escuchando hija mía – su voz sonaba vacilante, así que decidí no presionarlo.
–He estado reflexionando sobre las decisiones que he tomado padre, puede que me haya equivocado... estos últimos dos meses me han hecho replantearme todo y francamente, no quiero ir al infierno padre, pero tampoco puedo prometer convertirme en monja – dije.
–No es necesario que se convierta en monja – creo que lo escuche susurrar algo cómo "Dios nos libre".
–Dígame padre, ¿esta es su primera vez? ¿Su primera iglesia? – lo escuche susurrar un si. –Ya veo, si hubiera sabido, habría sido más gentil con usted – comente. –Quiero contarle mi historia, pero... no sé si quiera escucharlo – dije, esperando alguna respuesta.
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Las Mentiras de Annabelle (LQNSDB #2)
Mystery / Thriller¿Quién es Anabelle? Todos se lo preguntan, incluso su propia hermana, Pero las respuestas no llegaran tan fácilmente, hay tanto en el pasado que es difícil diferenciar la mentira de la verdad. Sin embargo, el tiempo esta corriendo y Belle no es la ú...