Capítulo 6

17.2K 692 22
                                    

La tensión se iba apoderando de Ángel. Había ido en aumento a medida que pasaba la noche. Josh no había vuelto a besarla, no la había tocado otra vez, pero la miraba y, en cierto modo, eso era aún peor.

 El poder de su mirada era como una caricia física, suave y ardiente. No se sentía capaz de charlar con él para aflojar la tensión, porque cada vez que lo miraba, él la estaba observando.

Comieron. Luego, ella encendió la televisión para entretenerse. Por desgracia, los programas que había no eran muy divertidos y Josh se dedicó a mirarla a ella, de modo que Ángel volvió a apagar el televisor. 

— ¿Quieres leer algo? —preguntó por fin, desesperada. 

Él sacudió la cabeza. 

—Estoy muy cansado, y el maldito dolor de cabeza va de mal en peor. Creo que voy a irme a la cama. 

Parecía cansado, pero no era de extrañar. Estaba desnudo. No era la primera vez que lo veía sin ropa y, si a él no le importaba, a ella tampoco debía importarle. 

A pesar de que tenía fiebre y estaba agotado, nada escapaba a su atención, Vio las mantas tendidas al pie de la cama y sus cejas oscuras y rectas descendieron al tiempo que sus ojos se entornaban, 

— ¿Qué es eso? 

—Mi cama. 

Josh  miró la cama improvisada y luego la miró a ella. Su voz sonó tranquila. 

—Quita eso de ahí y métete en la cama conmigo, donde debes estar. 

Ángel  le lanzó una mirada larga y fría. 

—Estás dando por sentadas muchas cosas por un solo beso. Ya estás mucho mejor. No tengo que vigilarte durante la noche, así que no hace falta que duerma contigo. 

— ¿Y por qué vas a dejar de dormir conmigo, después de haberlo hecho tantas veces?

Supongo que, a estas alturas, no será por pudor, y el sexo está descartado. Si intentara algo, sería un fracaso, y tú lo sabes. 

Ángel  no quería reírse, no quería que él supiera que su razonamiento le parecía muy... razonable. No era la idea de lo que él pudiera hacer lo que le impedía dormir con él, sino más bien la certeza de lo que significaría para ella yacer a su lado de noche, sentir su peso y su calor en la cama, a su lado.

Se había acostumbrado a dormir sola y era doloroso redescubrir el placer sutil pero poderoso de compartir las horas de la madrugada con un hombre. 

Josh  puso la mano sobre su garganta y su pulgar áspero rozó los tendones sensibles que bajaban hacia su hombro. Ángel  se estremeció. 

—Hay otra razón por la que quiero que duermas conmigo. 

Ella no sabía si quería oírla. Aquella expresión fría y letal había vuelto a sus ojos. Era la mirada de un hombre para el que no había ilusiones, que había visto lo peor y ni siquiera se sorprendía de ello. 

—Estaré aquí, al pie de la cama—musitó ella. 

—No. Quiero tenerte a mano, para saber dónde estás en todo momento. Si tengo que usar el cuchillo, quiero asegurarme de que no te pondrás accidentalmente en medio. 

Pasando 10 dias contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora