CAPÍTULO I: Un mal día

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AÑOS DESPUÉS

Había regresado, finalmente, después de cuatro largos años, en los cuales cosechó una madurez que reflejaba el lado más tranquilo y templado de su sensible personalidad. La larga temporada que estuvo afuera de su país no la hizo más dura, aunque su actuar impulsivo se había asentado en el pasado y analizaba todo lo que sucedía a su alrededor con más frialdad. Era una señorita hecha y derecha (leáse entre comillas, porque al fin y al cabo sólo tenía 22 años), con grandes motivaciones a futuro y viviendo el presente.

Y allí se hallaba, caminando sobre su propia sombra, con los pensamientos por las nubes y los nervios a flor de piel. Entró en un restaurante finamente decorado, buscando con la mirada a su "cita" de aquel día, y sus ojos azules chocaron sin querer con la figura de un atractivo mozo, el cual le sonrió con abierta coquetería. Las mejillas de Serena se encendieron y entró en pánico. Solía pasar cuando un chico se detenía a mirarla más tiempo de lo normal. Intentó ignorar la situación y con la cabeza gacha y la postura rígida, caminó directo hacia una chica vestida con unos enormes lentes negros y una gorra de amplia visera.

—¡Hola Mina! —exclamó alzando la mano.

La muchacha cubrió sus labios con el dedo índice en son de silencio. Las mejillas de Serena se encendieron.

—Di un poco más bajo mi nombre. Nunca sabes si hay paparazis cerca...

Serena entonces entrecerró los ojos y con disimulo miró sus alrededores, sentándose lentamente frente a su amiga.

—¿Está muy insoportable la fama? —cuestionó con una sonrisa.

Después de todo, existía una enorme razón para hacer esa pregunta: No todas las personas tenían en el BILLBOARD HOT 100 un sencillo número 1. ¡Y claro! Mina Aino lo había conseguido en su segundo álbum de estudio.

—Sabes lo que dicen —Mina se tocó la frente con la mano—. Los primeros meses de boom mediático son los más estresantes. Me persiguen por todos lados. Personas que no conozco me envían mensajes y me esperan a la salida de mi casa... No es que no me guste, ¿sabes? Amo ser adorada, pero también extraño un poco la privacidad que tenía antes...

Serena sonrió con compasión al percibir el tono rendido de su amiga.

—La última vez que te vi fue en París, hace un año... —aseveró la mujercita de dos coletas, colocando el dedo índice contra su pera y mirando hacia el techo—, han pasado demasiadas cosas desde entonces...

Mina suspiró asintiendo en silencio.

—Sí, lo sé —admitió—, aunque hemos mantenido la comunicación por mensajes de texto y, así, a pesar de todo... continuamos siendo amigas en los momentos buenos y malos... —Serena asintió en completo acuerdo, ya que era así—... a todo esto, ¿tu padre se encuentra mejor?

La mirada de la joven Tsukino entristeció de repente. Aquella había sido la razón principal por la que había tenido que abandonar sus estudios de medicina en el extranjero, faltándole dos años más para recibirse completamente.

—Por ahora está bien, aunque no se sabe a ciencia cierta que enfermedad es la que la aqueja...

—Ha de ser una situación horrible... —comentó Mina con tiento—, pero verás que todo saldrá bien.

La joven de dos coletas omitió hacer comentario alguno. Sólo sonrió tímidamente con la mirada perdida en la mesa. Estaba viviendo una situación familiar horrible, y debía mantenerse entera por su madre Ikuko y Sammy, que apenas era un jovencito (algo rebelde) de dieciocho años. De repente sintió unos brazos envolverla con calidez. Se permitió cerrar los ojos por un instante, dejándose llevar por aquella sensación de seguridad y comprensión.

♡ La niña de mis ojos 3: Emancipación (Sailor Moon) SAGA FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora