Continuación de "La niña de mis ojos" y "La niña de mis ojos: Revelación" Darien/Serena- Siguiendo al pie de la letra las advertencias del destino, él parece haber encontrado el amor en los brazos de otra mujer. Sin embargo, no tomó en cuenta que al...
Finalmente podía contemplarla al final de aquel túnel oscuro que era la vida. Ella era el principio y el fin; mi pasado, mi presente y mi futuro. La amaba antes de comprender lo que era el amor, antes de saber quien era, antes de tener yo mismo una identidad.
Exclamé su nombre, aquel nombre prohibido que me hizo caer en pecado y tocar el paraíso a la misma vez. Oh, mi Serenity. Longeva, pálida y hermosa, dentro de su eterna apariencia de muñeca de porcelana.
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Ella sonrió y sentí mi corazón latir por primera vez, cautivado por sus redondas mejillas ruborizadas y esos dulces labios tentadores. Frágil y pequeña, un perpetuo capullo hedonista. Corrí hasta su figura y la abracé con devoción. Su cuerpo danzó adentro de su vestido blanco de princesa y en su mirada se reflejaba el infinito universo, mi universo, y la besé una y mil veces, con amor, con deseo, con ternura, con pasión, ¡con locura desmedida!
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Sus pequeñas manos envolvieron mi rostro y el diluvio interno de mi alma se hizo notar en mi emocionada mirada.
—Finalmente estoy a tu lado —susurré con la voz agrietada y aterciopelada, y es que de verdad verla era todo para mi.
—Endymion, no llores... —pidió limpiando con sus suaves pulgares mis lagrimas traicioneras—, estoy a tu lado, finalmente puedes verme...
—Lo sé, perdón, prometí cuidarte y te fallé...
—No pienses en eso. Pronto serás mío porque tu alma es mía, mi amado Endimyon. Todavía estamos a tiempo, nunca es tarde para ser felices otra vez...
Cerré los ojos. Realmente podía recordar aquel desenlace fatal que nos separó.
Fue mi culpa.
Soy un simple hombre humano, débil y tonto, una presa fácil para la estirpe a la que pertenece mi inmortal amada, por eso caí fácilmente en la trampa de un ser maligno, y éste logró colarse en mi alma y manipular mis decisiones. Sólo logré recuperar el control de mi cuerpo cuando la escuché a Serenity gritar de dolor y pedirme ayuda. Ella había sido condenada por mí (aunque en realidad no era yo) a morir, y me lancé al fuego para salvarla y no lo logré. Al segundo siguiente las llamas también me consumieron, dejando huérfana a nuestra pequeña hija Rini...