CAPÍTULO VIII: Encuentro

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TRES MESES DESPUÉS

Hay vacíos que no podían llenarse y dentro de esas oscuras profundidades sólo se escuchaban ecos del amor que todavía sentía, y que intentaba silenciar por el dolor que le generaba. Capaz que otro individuo en su misma situación se hubiese alejado de todo lo que le generaba recuerdos, pero no podía correr lejos del problema, aunque el problema en realidad estuviera literalmente muerto. Lo había intentado, resultando imposible, aunque ahora sí debía acostumbrarse a la idea de que jamás estarían juntos porque las personas no revivían.

Miró a su actual pareja, que caminaba a lado de ella, a su mismo ritmo. Él le sonrió y ella le correspondió con sinceridad.

Armando se sentó en una banca.

Ella lo imitó.

Los ojos del hombre contemplaron por un momento a dos niños jugando en lo ancho del parque. Luego observó a su novia, la cual se mantenía analizando las nubes pasajeras sobre el cielo. Serena sintió la mirada del hombre sobre ella.

—¿Sucede algo? —preguntó.

Armando le sonrió con suavidad.

—Serena, ¿qué esperas del futuro?

Ella parpadeó.

—¿Futuro?

—Hablo sobre tus pretensiones en la vida. Tienes veintidós años y es la época idónea en la vida en la cual comenzamos a vivir, mi adorada petite amie. Es la etapa en la que uno comienza a sentir la vida desde una forma más cruda. Se hacen más aparentes nuestras virtudes y nuestras limitaciones...

Serena se miró las líneas de las manos, como analizando la cuestión y finalmente contestó sin más preámbulos:

—Ah... yo... sólo quiero ser feliz.

Armando negó silenciosamente con la cabeza, como si esa respuesta no lo hubiese llenado por completo.

—Eso lo quieren todos. Di algo más sensato. ¿Qué compone para ti la felicidad?

Se tomó una segundos, para responder lo siguiente:

—Bueno, quiero finalmente recibirme como médico para así poder ayudar a las personas que lo necesitan, y además quiero casarme, tener mi propia casa y quiero...

—¿Tener hijos?

—Sí, tal vez dentro de algunos años me gustaría tener hijos pero por ahora quiero pensar en mí. He pasado por muchas cosas últimamente...

Armando sonrió débilmente.

—Serena yo no puedo tener hijos...

Se escuchó el sonido del viento. Serena lo miró con ingenuidad.

—Claro que puedes...

—Soy infértil...

—Ya lo sé pero eso es lo de menos. Hay muchos niños que necesitan un hogar...

Armando apartó su mirada de ella.

—No quiero quitarte el derecho de tener hijos biológicos solo porque yo no puedo embarazarte... —confesó con seriedad.

La joven colocó una de sus manos encima de la rodilla del hombre. Éste la observó.

—La maternidad va más allá, no sólo se trata de "engendrar" niños... —simplemente respondió.

Él la miró directo a los ojos y le sonrió con templanza.

—Mi petite amie, ¿alguna vez te he dicho que te quiero?

♡ La niña de mis ojos 3: Emancipación (Sailor Moon) SAGA FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora