Prólogo

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Voy a contar bien esta historia, desde el principio.

Todo empezó en primaria.
Lily y yo teníamos seis años y estábamos en la misma clase, pero realmente no nos conocíamos. En los recreos ella se iba con su grupo cursi de amigas y yo me quedaba con los chicos jugando a la pelota. Más bien miraba, porque se me daba fatal.

Un día cualquiera, Lily se peleó con Peter. Peter era el típico matón que quemaba hormigas con una lupa.
Bueno, el caso fue que Peter había roto el dibujo que Lily estaba haciendo porque, según él, era muy feo. Lily empezó a llorar. A llorar de verdad, hasta se le salieron los mocos.

Ahí llegué yo. Creyéndome un súperhéroe o algo parecido, me armé de valor y le pegué un puñetazo a Peter en toda la cara.
El problema estaba en que Peter me sacaba una cabeza y yo era mucho más débil que él. Y lo sigo siendo, qué demonios.

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