El señor Jefferson cumplió su palabra, cada baile en que se encontraban, bailaban una cuadrilla, y a pesar de que en ellas no hablaran mucho, tenían veladas en las que no se bailaba y mantenían una agradable conversación.
Después de reunirse caballeros y damas para disfrutar de la música que alguien quisiera cantar o tocar, hablaban acerca de los lugares que visitó lord Standford o de los libros que estaba leyendo Brooke, como también acerca de sus gustos. Lord Standford, por su parte, comentó su afición por el esgrima, y relató que en gran parte de su viaje se batía en duelo con los mejores de los países; duelos de los cuales ganó la mayoría.
Le prometió a la señorita Henderson que si se interesaba, algún día le enseñaría, claro que no en la cuidad donde lo malinterpretarían.
Brooke le hablaba acerca de la equitación, un deporte que le encantaba practicar, no en la ciudad obviamente, ya que allí sólo asistía para encontrarse y platicar con los demás. Extrañaba estar en el campo, principalmente porque le fascinaba correr con su caballo, ya fuese esquivando objetos o en una carrera, y como ambos decían que sus caballos eran los más rápidos de la región, acordaron poner a prueba sus monturas.
En una de esas veladas se dispusieron a pasear por el salón hasta que Brooke se quedara en compañía de sus padres. Y mientras caminaban, platicaban.
— ¿Qué le parecieron las obras de arte? — preguntó Brooke con curiosidad. El Royal Academy había abierto sus puertas para la exhibición anual de sus nuevos alumnos, y tanto pinturas como esculturas eran comentadas por todos — ¿alguna llamó su atención?
— Admito que algo llamó mi atención, pero no fueron las obras de arte — respondió con una sonrisa — más bien fue quien me honró con su compañía durante el recorrido.
— Fue una grata compañía, al parecer — supuso Brooke.
— Una perfecta compañía— su mirada se dirigió a los asistentes y se detuvo en un punto, una pequeña sonrisa se extendió por su rostro. Brooke siguió la dirección de los ojos plateados, lo que se dificultó por la diferencia de estatura, pero no tanto como para no darse cuenta que se trataba de... la señorita Abercon, quien se preparaba para tocar el piano forte.
— Por lo que tengo entendido, muchos pueden encontrarla bastante atractiva — se refería a la compañía de la señorita.
— Es mucho más que atractiva, es perfecta.
— ¿Cree que es perfecta? — pestañeo confundida. Las pláticas que había tenido recientemente con ella eran bastante pocas, repetitivas y egocéntricas.
— Claro todo en ella lo es, sus ojos extravagantes, su cabello dorado, su figura... — tosió— en mi opinión.
— ¿No sería mejor que la retrataran? — preguntó con burla.
— No, no creo que el lienzo le haga justicia — ella rodó los ojos, había olvidado lo superficial que era.
— Usted — quiso saber — ¿la ve como la futura Marquesa de Winchester?
— Aún no, pero en un futuro...— respondió con una sonrisa.
Para Brooke, esas palabras formaron un trago amargo, que tragó en silencio.
Una armoniosa melodía se empezó a escuchar, todos le prestaban atención, excepto Brooke.
Todos se casaban por la apariencia o el dinero que podrían aportar, en muy pocos casos eran debido a los sentimientos. Ella quería ser uno de esos pocos, aunque era plenamente consciente de que no era atractiva y que no llamaba la atención a menos que chocaran de bruces con ella.
— No importa — se dijo a sí misma.
Cuando la melodía acabó y se volteó hacia su acompañante
— Una rosa es admirada por muchos, pero aún así, su belleza se marchita con el tiempo — al ver que su mirada se volvía inescrutable continuó— ¿La seguirá teniendo con usted una vez que sus flamantes pétalos caigan? — como su acompañante no decía nada, hizo una reverencia y se retiró.
La mesa de refrigerios estaba cerca, y era bueno, pues necesitaba tomar algo con urgencia; aún sentía aquel nudo.
¿Qué había sucedido para que lo dejara con la palabra en la boca?, se preguntó mientras la observaba alejarse. Quería preguntarle, pero un grupo de jovencitas se acercaron para entablar conversación con él, y cuando terminaron de platicar, no vio a la señorita Henderson por ningún lado. Su curiosidad tendría que esperar.
Al divisar a la señorita Marion recibiendo elogios mayormente por personas del género masculino recordó lo que la señorita Henderson mencionó, tendría que pasar más tiempo con lady Marion, tarea que no le molestaba en absoluto, pensó mientras sus ojos adquirían un brillo pícaro.
— Jefferson — escuchó a su lado.
— Herdford, no pensé encontrarte aquí.
— También me alegro de verte — Jefferson bufó — yo tampoco pensaba pasar aquí la velada, pero... la duquesa fue bastante explícita.
— He de suponer que no ha sido de tu agrado estar aquí.
— De hecho, algunas compañías han sido bastante agradables, como la señorita Abercon o la señorita Henderson.
— Ah, la señorita Abercon, es una excelente compañía ¿no?
— No hay duda — ambos miraron a la fuente de tantos elogios — aunque prefiero platicar con la señorita Henderson — Jeff lo miró extrañado — siempre he disfrutado de sus agradables conversaciones — respondió sencillamente a la pregunta no planteada.
— Por casualidad, ¿no has notado un cambio en ella?
— Mmh... — Lo pensó un momento — su figura es más atractiva de lo que recuerdo.
— No me refiero a eso— expuso frustrado — ¿su trato contigo no ha sido diferente?
— No — negó con la cabeza — al principio hubo cierta reticencia por su parte, pero pregunté sobre ella y no sé en qué momento empezamos a hablar acerca de nuestro tour. Me sorprende que no reciba halagos de buen agrado como la mayoría de las jóvenes que conozco, es distinta.
— Se podría expresar de esa manera— lord Standford sonrío para sí, pensando en que efectivamente la señorita Henderson era bastante peculiar.
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¿Lo odian o no?. Muchisimas gracias por leer y por las estrellas nunca pense que llegarian a 25 ^////^
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¿Te casarías conmigo?
Romance- ¿Te casarías conmigo? Normalmente es el hombre quien lo propone, pero ¿Qué pasaría si la mujer es quien se le propone al hombre? O ¿si en este caso es una niña quien hace la proposición? Prohibida cualquier copia o adaptación, obra registrada en...