Capítulo 6: Doctor Fouse

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Eran las 2:30 de la tarde en Tundra Town, hacía un frío endemoniado, como se podría esperar de un hábitat diseñada para eso, aunque las cosas eran ligeramente más cálidas dentro del Hospital General No. 6, un enorme complejo médico de 37 pisos especializado en animales con problemas mentales, aunque también tenía asistencia para urgencias y propósitos generales. Sin embargo, sus instalaciones, reforzadas y diseñadas específicamente para resistir el ataque más violento e irracional del mamífero más grande era ideal para albergar y tratar —legalmente pero en secreto para evitar el pánico— a los animales que se había diagnosticado como "salvajes", es ahí donde los primeros 14 mamíferos desaparecidos se encontraban, pero ahora con 11 nuevos animales que se diagnosticaron con el misma misteriosa enfermedad.

   Mientras tanto, en el primer piso, en el área de admisión, se encontraban cientos de pacientes y sus familiares o acompañantes esperando su turno, otros doctores y empleados del hospital y una joven y despreocupada enfermera zorrillo quien estaba más interesada en revisar su teléfono celular que hacer su trabajo en el módulo de información.

   —Srita. —dijo un caribú— ¿cuándo va a atendernos? ¡Llevo más de 45 minutos esperando! Ni los perezosos tardan tanto.

   —Mi descanso aún no termina, sea paciente, señor —le respondió arrogantemente la enfermera mientras revisaba las notificaciones en su celular.

   —¡No es posible! —se quejó el mamífero.

   A los pocos minutos se acercó a dicho módulo de forma lenta pero constante un anciano zorro, portando una bata blanca de doctor, unos lentes de alta graduación, pelaje gris y desaliñado bajo su hocico que parecía una barba y un elegante bastón café que lo usaba de apoyo, pues cojeaba de la pata derecha.

   —Buenas tardes enfermera. —dijo el anciano con una voz seca y acorde a su edad— Soy el doctor Gregory Fouse, del departamento de diagnóstico médico, fui transferido a este hospital para...

   —¿Un zorro doctor? —lo interrumpió la mofeta— ¡Ahora si lo he visto todo! —dijo burlonamente.

   —A mi me sorprendería más un zorrillo que no apeste, pero decirlo sería muy discriminatorio y descortés, enfermera —respondió el doctor sarcásticamente, luego empezó a olfatear algo— ¿es Almizcle No. 5? ¡Qué sofisticado perfume!

   —Feh —gruñó claramente ofendida—, jamás oí de un zorro doctor ¿podría mostrarme su identificación o tengo que llamar a la policía?

   —¿Además de enfermera, también es detective? ¡Oh, qué mujer! Lo lamento, deje mis documentos en mis otros pantalones oficial, pero descuide, puedo demostrarle fácilmente que soy doctor de un paciente muy particular aquí.

   —¿Y cómo piensa hacerlo, charlatán?

   —No le sé... si no fuera doctor ¿cómo sabría que tenemos...? ¡25 animales salvajes y peligrosos en este hospital! —gritó el zorro asustando a la enfermera y a todos los pacientes alrededor—. Pero es un secreto, no se lo diga a nadie, ¿eh? —dijo en un tono más calmado y cínico.

   —¡Baje la voz o va a alterar a todos! Además eso no prueba nada...

   —Mire detective, que sepa esa información puede significar que soy alguna de esás 4 cosas —señaló el zorro mostrando todos los dedos de su pata izquierda, la que no sostenía su bastón—: 1, soy un policía. 2, soy un familiar del animal en cuestión. 3, soy un empleado del hospital, digamos como una aburrida y prepotente enfermera...

   —¡Hijo de...! —interrumpió molesta al doctor.

   —Y 4, un viejo, discapacitado pero muy hábil doctor que tuvo la mala suerte de olvidar su identificación al llegar a este hospital. Y muy atractivo para su edad. Ahora ¿Qué cree usted? ¿Opción no. 1? ¿Opción no. 2? ¿Op...? —continuó provocando a la mamífera bicolor.

Torpe zorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora