Bonus 2: Amor prohibido

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En una enorme, espaciosa y lujosa mansión, se encontraba una pequeña pero hermosa cabra de pelaje blanco y rosáceo, que vestía un uniforme de mucama francesa blanco con negro, ella estaba sacudiendo los muebles de la acaudalado familia donde trabajaba, se secó unas lágrimas con sus pezuñas cuando de pronto, entró corriendo a la habitación un enorme y apuesto lobo de pelaje café rojizo, portando un elegante smoking negro que delataba su alta posición social.

   —¡Mei! —la llamó el lobo.

   —Déjeme en paz, amo. —le dijo sin voltear.

   —Te he dicho mil veces que no me llames 'amo', solo dime Gabu —la tomó con su pata.

   —¡Suélteme! —soltó su pata bruscamente, aún dándole la espalda.

   —Mei...

   —Yo sólo soy una sirvienta, no debo referirme a usted por su nombre y no pretender ser algo más.

   —¿Qué? ¿Escuchaste lo que dijo mi madre? —rió— Jaja, ¡no le hagas caso, ella no...!

   —Ella tiene razón, sólo soy una vil críada y una... una presa, no tengo porqué relacionarme con su familia, especialmente con un noble y rico depredador como usted.

   —¡Mei! No digas tonterías, mi madre está equivocada, ella no te conoce como yo, sólo piensa es su estúpido status social y lo que dirán sus amistades, pero a mi no me interesa nada de eso, a mi solo me importas...

   —¡Basta Gabu! —volteó a verlo la cabra llorando con sus hermosos ojos color castaño —¿no lo entiendes? ¡No podemos estar juntos! No debo... —sollozó— olvídate de mi, vete, yo no... ¡yo no te quiero!

   —Mei... —dijo el lobo herido, pero no se rindió, acercó una pata al rostro de la chica, acarició su mejilla, limpió las lágrimas que caían a sus pómulos, la tomó del mentón y la hizo voltear a verlo—... pero yo te amo Mei —dijo con una voz cálida y sincera.

   —Gabu... —dijo la cabra, perdida en el océano azul de sus ojos.

   —Pfff ¡por favor! ¡No seas tonta, no le creas! —Dijo Bellwether, la oveja que desde su celular veía la telenovela más dramática del momento en Zootopia: "Amor prohibido"— ¡No le creas, a él sólo le gusta tu cara bonita! Todos los depredadores son iguales —dijo con despecho sin perderse un solo momento del melodrama.

   —¡No, suélteme! —intentó alejarse del lupino.

   —¡No! —dijo aferrándose a los hombros de la chica— Mírame a los ojos y júrame que no me amas, que no te gusto, que nada de lo que vivimos significa nada para ti, ¡anda, vamos! Hazlo y no te volveré a molestar jamás.

   —Yo... —dijo tímidamente sin verlo a los ojos— no te amo.

   —¡Pero dímelo como si lo creyeras, mírame a los ojos Mei! ¡Dímelo con seguridad!

   —Gabu... yo no... Gabu... no... no puedo.

   La mucama abrazó a su patrón aún llorando.

   —Tranquila Mei, no tienes porque llorar, no me gusta verte así... bueno sí, hasta llorando te ves hermosa.

   —Gabu... tonto —dijo tratando de no reírse por su último comentario—, tienes razón, jamás podría negar lo que siento por ti, pero... no debemos estar juntos, tu madre, ella me dijo que si me elegías a mi, te desheredará, y que olvidarás que es tu madre, de la fortuna familiar, de los yates, los autos, tu posición en la empresa de tu padre, ¡todo! Yo no, no puedo permitir que arruines tu vida por mi, una simple y tonta...

Torpe zorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora