Epílogo

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Habían pasado aproximadamente 3 meses desde que los héroes de Zootopia, Judy y Nick, resolvieron el caso de los mamíferos salvajes y encontraron al verdadero culpable detrás de todo. Ahora, en el bar del viejo Joe, un astuto zorro entró por la puerta principal. El cánido llevaba sólo una remera azul marino que tenía las siglas DPZ con letras blancas de frente y un pantalón deportivo del mismo color, el vulpino tenía unas gafas oscuras que ocultaban un ojo morado así como un par de banditas que cubría su mejilla izquierda y sus brazos, el zorro entró al local cojeando un poco de la pierna derecha y sobándose el hombro. Inmediatamente, se dirigió al mostrador de la taberna casi vacía donde un simpático hipopótamo lo saludó: El viejo Joe.

   —Hola amiguito, ¿qué te sirvo? Déjame adivinar: ¿leche con chocolate?

   —Jojojo, no has cambiado nada Joe —rió el vulpino fingiendo fastidio—. Pero te recomiendo que cuides tus palabras, pronto seré un policía de verdad y no querrás que venga a hacer una inspección sorpresa a esta taberna.

   —¿Tú, Nick Wilde? ¿Un zorro policía? ¡Y yo creí haberlo oído todo! ¿Qué sigue después? ¿Finnick por fin va a crecer? ¿Flash va a ganar los 100 metros planos?

   —Síguete burlando mientras puedas, viejo. Cuando sea un oficial de la ley, vendré a restregarte mi placa en ese enorme hocico que tienes... aunque, pensándolo bien, mejor no, sólo clausuraré esta pocilga.

   —¡Uy sí, que miedo, mira como tiemblo! —el enorme hipopótamo fingió temblar con movimientos exagerados—. Hagamos un trato, Nicky. Si te veo con un elegante uniforme y una auténtica placa de policía, te invitaré un ronda a ti y a los muchachos.

   —¿Acaso huelo a una apuesta o sólo es una excusa para juntar a todos los chicos?

   El hipopótamo y el zorro rieron.

   —A propósito Joe, ¿no haz visto a un diminuto zorro del desierto por aquí? Según mis cálculos, él ya debió haber salido de su trabajo y estar aquí.

   —Soy un cantinero, veo muchos mamíferos con esa descripción por aquí.

   —Deja de bromear, viejo. Sabes a quién me refiero, a ese adorable pastelito que mide menos de una pulgada y... ¡Ayayayayayayayaya!

   El vulpino fue callado de golpe y se retorció involuntariamente cuando un cubo de hielo fue introducido a su espalda por el cuello de su camisa.

   —¡Cuida tus palabras, malnacido! —dijo la voz grave e inconfundible de Finnick.

   Detrás de él apareció un zorro de desierto que portaba el uniforme de barman de Jumbeaux's.

   —¡Argh! —se libró rápidamente el hielo de su espalda— ¡Finnick, pequeño amigo!

   —¡Corta los chistes de altura ya o te juro que te voy a arrancar esa cola y la convertiré en una bufanda barata! —bramó iracundo el cánido pequeño.

   —Ya, ya, tranquilo, viejo —se disculpó el zorro sin dejar de reír— Pero en fin, ¿cómo has estado, peque... viejo amigo?

   —¡Hijo de... ! ¡Y no me vuelvas a llamarme amigo, cuando no te has dignado a siquiera verme estos últimos meses! ¿dónde rábanos has estado? Esa novia tuya te tiene demasiado entretenido, ¿eh? —dijo el fénec con un tono burlón.

   —¿Novia? —preguntó Joe intrigado— Es bueno oír eso, por un momento pensé que tú y Nick iban a terminar juntos y...

   —¡CÁLLATE! —le gritaron ambos cánidos al unísono.

   —Y no es mi novia, es una amiga, sólo somos amigos.

   —¿Amigos? ¡Mi cola! Pero bueno, lo último que supe es que tú y tu enamorada resolvieron sus problemas maritales y por lo que veo, ya te engatusó con los boy scouts —dijo jalando la camisa del zorro más alto.

Torpe zorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora