Matrimonio arreglado.

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En la elite es común apreciar matrimonios arreglados, pues es de suma importancia conservar el linaje demoniaco intacto

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En la elite es común apreciar matrimonios arreglados, pues es de suma importancia conservar el linaje demoniaco intacto. No fue distinto el caso de Chanyeol y Sandara. Sin embargo, el destino había sido clemente con el muchacho.

Aunque su casamiento fue decidido desde la cuna, no fue hasta cuando cumplió 15 años que la vio. La doncella viajo desde un país extranjero; en compañía de su niñera y guarda.

Fue amor a primera vista, todo en ella era perfecto ante sus ojos. Diosa. De los nervios no había podido pronunciar frase coherente. Se la había pasado con los ojos anormalmente abiertos, sus pupilas claramente dilatadas y tocándose inexistentes mechones rebeldes de cabello.

Dara no estaba enterada del alcance del compromiso con su futuro marido. Ella solo cumpliría sin rechistar. Tal y como se le había inculcado. Sus sentimientos estaban fuera de discusión.

Ella debía admitir que el joven era atractivo, estando en la flor de su juventud su altura le hacia ver desgarbado y su delgadez exageraba rasgos como sus ojos y orejas. Pero todo quedaba en segundo plano cuando sonreía nerviosamente, había que tener ojo clínico para notar que los detalles que ahora podían ser criticables, en el futuro serían varoniles y atractivos.

Él la deseaba, a ella no le desagradaba.

El compromiso fue reafirmado. Se casaron a la tierna edad de dieciséis años. Chanyeol pronto aprendió el oficio de controlador y administrador, imitando a su fallecido padre. El mandamás de su abuelo se sentiría orgulloso si pudiera ver lo despiadado que era en los negocios.

Dara era la típica mujer de alta alcurnia siempre divina, vistiendo de Prada y haciendo caridad. No podía quejarse de su marido, ni de su buena fortuna. Cuando abandonó su ancestral mansión sintió miedo de terminar con algún asqueroso o golpeador. Porque siendo realista, este tipo de alimañas hay en todos los estratos sociales.

Lamentaba no convivir mas con su esposo, pues había descubierto que su corazón parecía galopar cada vez que Chanyeol entraba en su perímetro ocular.

Los negocios lo absorbían, pese a que relegaba muchas tareas a subordinados y presta nombres ( los hombres de paja) como se les decía en su circulo social. Era una realidad para asumir porque no cambiaría, su propio padre tuvo ese patrón de conducta. Solo empeoraría con el pasar de los años.

De una de las tantas noches de pasión desbordante, fue concebida la pequeña Seulgi. Todos la halagaron, acotando cada que podían que era una mezcla perfecta entre sus dos progenitores.

La nana de la señora de la casa, Jin estaba emocionado. La cuidaba como si fuera el mas tierno de los tesoros. Llenándola de mimos y excentricidades. Era el encargado de su crianza pues gozaba de plena confianza de sus patrones.

No es que Sandara no amara a su hija, simplemente repetía la conducta que vio en su propia madre. Estaba ausentemente presente, no lo veía como algo malo o antinatural. Ella había sido muy feliz con los cuidados de Jin. No creía que Seulgi debía gozar de un trato diferente.

Por ello se dedicaba a otros menesteres, comprar, viajar, enloquecer a su marido en la cama. Teniendo de madre solo el titulo para alardear frente a las otras señoras de los éxitos de su pequeña princesa.

El caso de Chanyeol era mas oscuro. Estaba dispuesto a ocultar todo de su amada y de su dulce bebé. Ellas merecían estar en una burbuja de felicidad eterna. Lejos de la realidad de su abolengo, sólo disfrutando de los beneficios.

Cierto era que solo el 10% de los integrantes de los dueños del mundo estaban enterados de la verdad. Ni si quiera Park Chanyeol sabia todos los detalles escabrosos. Y francamente a estas alturas; lo agradecía porque sentía verdadero miedo, pavor y asco. Sólo lo hacia para no deshonrar a su familia. Por ellas.

Jamas se disculparía que algo malo les pasara. Tenia que practicar rituales vomitivos y ver cometer actos abominables, en contra de animales, recién nacidos y niños puros sin mancha.

No tenía cara para nombrar a un Dios. Su alma estaba llena de crímenes, pero gracias a un ser allá arriba nunca había participado en los ritos mas demoniacos. Aunque su rango era alto, siempre había sido cómplice mas nunca victimario. Ese pequeño hilo de cordura lo seguía manteniendo en pie junto a su familia, aunque no las viera tan seguido como él quisiera.

Solo desempeñaba el papel, que había visto ser ejecutado por su antecesor. Ahora comprendía porque su padre, cuando creía que nadie lo veía; exhalaba profundamente como queriendo con esa simple acción evitar llorar. Oh rayos había que tener huevos para aguantar toda esta mierda.

Tuvo que acceder ha arreglar un matrimonio para Seulgi. Con un nieto de un importante banquero alemán. Tuvo que sonreír sin que se notara la falsedad en sus facciones y asumir que algún día no muy lejano vería partir a su primogénita con un hombre.

Rogaba porque no fuera un sádico, o al menos no con su princesa. Porque aquel bebe de rubios cabellos que ahora parecía inocente, era un pez gordo. Aquel clase de rico que jamas te toparías en Forbes. La cuantía de su fortuna resultaría insultante de divulgar, más importante que cualquier economía emergente. Una cachetada a la justicia social.

Tenía que confiar en la suerte de su hija. Porque no es como si el se hubiera podido negar a la unión de todos modos.

Eran enlaces comerciales y de estirpe. Si su retoño tenía suerte, obtendría algo más que eso fuera del seno paterno.

Mientras estuviera bajo su cobijo la amaria con el alma; por ser una extensión y prueba del amor que profesaba por Sandara. Después sólo le podía ofrecer seguridad socio económica con un marido de buen nombre. Todo lo demás estaría fuera de su alcance.

Confiaba en que Seulgi podría salir airosa de la experiencia de vivir. Después de ultimar términos que tuvo que prácticamente aceptar sin rechistar, porque sus interlocutores tenían más poderío que él. Quedó acordado, 15 años después llegaría el momento de consumarlo.

Gracias a que salieron exitosas unas gestiones en Bélgica, podía darse el lujo de regresar a su hogar a ver a su esposa y su nena de dos años. Extrañaba todo, incluso las insoportables extrencidades de la nana Jin.

Hola, soy Katherine.

Si me van a corregir que sea con respeto porfa. No he nacido escritora.
Tengo claro el final del fic, como llegaré hasta allá es otra cosa jajaja. Se aceptan sugerencias de como desarrollar la trama.

Pacto ancestral.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora