Chanyeol se encontraba en un sitio cerrado, oscuro decorado de blanco y espacioso.
Vestía de negro tapado con una capucha. Todos los presentes miraban al centro sin pestaña si quiera.
De las tinieblas salio una mujer, con la suficiente edad para ser llamada señora pero con las energías intactas. Llevaba una túnica púrpura y el cuello lleno de piedras preciosas.
Era una Collins, estaba encargada de decir los pasos a seguir para mantener la ley y orden en los siguientes meses. Era incorrecto suponer que las palabras salían de ella. Solo era uno de los tantos vínculos entre los caídos y sus descendientes.
Si había algo que admirar de estos seres, era que jamás daban un paso en falso. Sus cálculos pocas veces fallaban y era por eso que el planeta se volvía más denso.
Salieron unos niños vestidos de blanco, se acostaron en frente de la señora y ella poseída como un oráculo de la antigua Grecia. Señalo a algunos.
Los otros fueron degollados frente a todos. Chanyeol quería escapar, llorar y vomitar. Pero de él dependía su esposa e hijos.
Ser un desertor era casi tan abominable como ser escoria. Debía soportar, lo peor de todo era que no eran niños "normales" eran de sus mismos linajes.
Los que iban a ocupar rangos poderosos habían pasado por eso en su niñez.
Ciertas familias se repartían puestos de alto calibre entre hermanos y primos. Los elegidos serian tu presidente, primer ministro, etc. En unas décadas. Los perdedores del ritual bañaban el suelo de mármol de sangre "azul".
A los seleccionados se les cambiaba el apellido e incluso para causar simpatía entre la población se inventaba orígenes humildes y vidas de mártires. De chicos sufridos de barrio que conseguían beca completa en una de las universidades de la Ivy League, y demás estupideces.
Sus tres hijos se habían salvado de este tipo de rituales porque Chanyeol sacrificó toda aspiración de seguir subiendo en la pirámide. Sus hijas estaban casadas con nietos menores, hombres poderosos pero no sobre los que recaía el peso principal. Peces gordos, pero no ballenas grises. Sus futuros nietos estarán a salvo. Y él no podía estar mas satisfecho por eso.
Su dulce Jimin tomaría su lugar, casado con la hija de los Kang como se acordó desde niños, se lo diría llegado el momento, soportando estos espectáculos asquerosos cada tanto. Pero si sabia manejarse, con vomitar se le pasaría el shock nervioso.
Todos iban en linea, escuchando las indicaciones personalizadas que daba la mujer. Ninguno tenia el derecho de fallar porque eran engranajes de una sola estructura. Cumpliendo con hasta lo más insignificante se monopolizaba el poder.
-Park el viene por lo que le pertenece.- dijo la señora Collins.
-Disculpe Madame, no logro captar a lo que se refiere.-
-Tu hijo le pertenece, esta escrito hace siglos. No puedes evitarlo, debes cumplir con el pacto.-
Chanyeol no podía estar más desubicado, esperaba indicaciones comerciales y de negocios. No que metieran a su Jimin en medio.
-Expliquese. Quien rayos esta reclamando a mi hijo.- poco le falto para gritar, sin embargo lo susurro gélidamente.
-Su dueño Abraxas.-
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Pacto ancestral.
FanfictionLa rama principal de la Noble Casa de los Park, son descendientes de demonios y humanas que fueron tomadas por estos. Por derecho de sangre les pertenece parte del poder, dinero, extensiones de tierra y esclavos de este nuestro querido planeta. Par...