Peter Pan.

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Jimin se convirtió en un niño alegre, su inseguridad se había esfumado aparentemente. Y la autoestima estaba incrementándose.

Ante los ojos de terceros siempre fue mimado y sobre atendido; la realidad era otra muy distinta. Para él ahora era cuando se sentía apreciado; su conducta aniñada y consentida lo afirmaba.

Extraño era; que su adorable puchero y sus ojitos sonrientes aparecieran solo en presencia de Jungkook.

Los días y ahora noches en su compañía pasaban veloces. Todos los que han sentido amor podrán entender el dulce tic tac de un corazón enamorado.

Por los cuentos que le habían contado y leído, pudo determinar que el amaba a Jungkook. No solo de una forma fraternal, sino como Ariel miraba al príncipe Erick. Rogaba porque todo no terminara trágicamente como en el clásico.

No sabia que haría cuando su familia se enterase, porque él como sus dos antecesoras tenia un compromiso arreglado desde su nacimiento. Lo detestaba, necesitaba permanecer por siempre con su amigo.

Quería mucho a Chanyeol, la falta de convivencia no hacia posible que asomara la palabra amor. Pero era su padre y como tal lo apreciaba, pero sabia que jamas lo dejaría estar con Kookie y cuando llegara ese día su resentimiento crecería como la espuma.

Se llenaba de incertidumbre al no saber los sentimientos de Jungkook. Tenia pánico de que lo juzgara como raro o asqueroso. ¿Podría llegar a amarlo? No como amigos... sino como su padre amaba a su mamá. Desearía morir si él llegara a odiarlo. Incluso afrontaría si lo rechazaba pero le rogaría para que siguiera siendo su amigo.

No era tonto, comprendía lo antinatural de la situación porque los dos eran hombres. En ningún cuento clásico se mencionaba el amor de dos príncipes. Pero eso no cambiaba lo que sentía su pecho. ¿Lo dejaría de sentir?

Por el bien de los dos esperaba que si. Se tragaría sus sentimientos por su amistad porque detestaría si por su culpa le pasaba algo malo, su familia no eran personas para tener de enemigos. Eso lo sabia incluso con su tierna edad.

Kookie le dijo que tenía asuntos pendientes y que sólo iría a dormir en la noche. Así comenzó a dibujar, descubrió que era un pasatiempo muy agradable. Ni si quiera se fijo que sus garabatos abstractos cobraban formas similares a la figura de cierto niño.

A las cinco de la tarde, le fue peculiar que la nana Jin no lo llamará para la hora del té. Se encaminó por las largas escaleras hacia su sala preferida. Pero no lo vio, lo cual era extraño

Se comenzaba a tambalear su paciencia, pues visitó varios espacios de la mansión sin suerte de encontrar a Jin. Así fue como se encaminó a la habitación de su nana.

Su hogar era desierto y deambulaba como alma en pena por la extensión del mismo. Si existían otros empleados, no se hacían sentir. Sus presencias eran tan débiles, que casi se sentía el aire susurrar. Jimin con esfuerzo recordaba algún rostro familiar entre los criados.

Caminando por el pasillo, llego a los aposentos de Jin y abrió la puerta lentamente. Debería haber tocado... pero siendo un niño era natural cometer actos de imprudencia.

No supo que pensar, los engranajes de su cerebro estaban en conmoción. Nunca lo hubiera imaginado. Se encontraba lejos de la cama pero no lo suficiente para evitar observar a detalle.

Su nana estaba gritando con el rostro entre las sábanas, mientras el guardia Namjoon lo estaba aferrando a su cuerpo.

Lo golpeaba con su cadera, de una forma inexplicable. Lo agarro de los brazos, pegándolo a su pecho y acelerando los golpes de una forma violenta.

Jimin iba a gritar, pensó que estaba lastimándolo pero un extraño lamento que sonó a satisfacción viniendo de su nana, le confirmo a su instinto que estaba presenciando algo privado. Namjoon se movió de tal forma que se evidencio que los dos se encontraban conectados.

Se sonrojo y escapo en silencio. Se acostó en su cama toda la tarde, y cuando entró Jin a darle las buenas noches, se hizo el dormido.

Así para cuando llego Jungkook lo abrazo hasta quedarse desmayado del agotamiento. Sin emitir comentario alguno.

Cuando abrió los ojos estaba oscuro, tal vez sería de madrugada y se sobresalto escuchándolo hablar.

-Jiminie, puedes contarme que te pasa, te noto algo inquieto.-

-Vamos, debes contarme todo. Sino no sabré como ayudarte.- Suspiro ante el silencio de su interlocutor.

-Me da mucha vergüenza, creo que he visto algo muy malo.- Jimin exhalo aire y continuo.

-Ni si quiera entiendo que paso y tengo miedo.- Fue inevitable ponerse a llorar.

Tal vez paso una hora en el regazo de Kookie Chillando como un bebé. Había que entender que Jin junto a Seulgi, eran lo mas cercano a figuras paternas que el pequeñin poseía. El no entender que pasaba lo estaba desequilibrando emocionalmente.

No comprendía porque nadie le había contado que pasaba eso, lo podía llegar a aceptar de su familia, nunca hablaban mucho con él. Pero siempre confió en la sabiduría de los libros, ningún cuento específico eso. Ahora entendía que el vivieron felices por siempre, encerraba muchos enigmas. Se sentía engañado.

Necesitaba quitar esa opresión de su pecho, así que apresuradamente se lo contó a su confidente, a su amigo. Prácticamente lo escupió sin pausa alguna.

Jungkook acariciando su cabello con sus manos, lo observaba. Deposito un beso en su frente, mientras lo arrullaba y cantaba una canción de cuna.

No quería dormir y perderse la melodiosa voz. Pero sus ojos estaban cediendo.

-No debes preocuparte, solo estaban teniendo relaciones.-

-Hubiera preferido no verlo.- pronunció con voz somnolienta.

-Es normal que los adultos lo hagan.-

-Entonces nunca quiero crecer, yo jamas haría eso.-

Jungkook solo río burlonamente, y comenzó ha arrullarlo mientras continuaba cantando suavemente con un Jimin adormilado entre sus brazos, cuando su respiración revelo que estaba en brazos de Morfeo. El otro susurro.

-¿Ni si quiera conmigo? humm.-

Era en momentos como aquellos, cuando Jungkook parecía mayor a lo que su edad indicaba. Miraba a Jimin fijamente y sin hacer el mínimo ruido, lo cargo de una forma intima.

Acostándolo en la cama, se acerco a él y deposito un casto beso en sus labios.

Aprobé el difícil examen que tenía. No me lo creo aún, estoy muy feliz.

Pacto ancestral.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora