1. Fiestas, borracheras y pelirrojas

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Mi móvil vibra en mi bolsillo y lo cojo para revisar quién me ha escrito:

De David:

Tio, hay una fiesta cn tias buenísimas...

Ven

Yo:

OK.

¿Dónde y cuando?

De David:

Te paso a recojer en media hora.

*Recoger

Yo:

OK, perfecto

Bloqueo el móvil y lo mando de regreso a mi bolsillo. Con qué una fiesta.

Será la primera del verano.

Hace unas semanas conocí a David, un chico que va a comenzar segundo de carrera en la misma universidad que yo. Él juega como portero en el equipo de la universidad, y tiene un montón de contactos, así que me ha ido presentando a varios de los que pueden ser mis futuros colegas. El otro día me invitó a una fiesta, pero había quedado con Mark y Alex. Hoy, en cambio, tengo el día libre.

A diferencia de muchos de mis amigos, no voy a esta fiesta con intención de ligar, y me da absolutamente igual que vayan chicas de escándalo. De todas formas, soy bastante bajito, así que mi concepto de "pivón" es un poco distinto al del resto de la población masculina. Yo prefiero a las bajitas.

Me doy una ducha y cojo una camisa de manga corta y unas bermudas.

Compruebo la hora; se supone que David ya tendría que estar abajo con su coche, y creo que es bastante puntual, así que tomo las llaves y grito:

—¡Alex!¡Voy a salir!

—Vale, ningún problema... pásatelo bien —me responde mi hermana desde el piso de arriba.

—¿No vas a salir?

—¿Con quién?¿Con mis amigas de compras? —ironiza Alex. Me la puedo imaginar perfectamente con una sonrisilla triste. Sé que le gusta ser tal y como es... pero que a la vez desearía que hubiera más chicas como ella o por lo menos alguna que no fuera una maniática de las rebajas y el maquillaje y tolerara sus gustos.

No es que sea tampoco tan rara. Simplemente viste siempre con vaqueros oscuros, sudaderas y converse, y le gustan los deportes. Por nuestro parecido la confunden conmigo. Y eso ya es la gota que colma el vaso.

—Podrías quedar con Mark. —propongo, con la esperanza de que no se encierre en casa.

—He hablado con él esta mañana. Estamos todo el día juntos, ya no tenemos nada que contarnos. No te preocupes, luego saldré un rato a correr. Que te lo pases bien —repite, y con eso sé de sobras que da por zancada la conversación. Oigo un claxon en la calle, y salgo disparado.

—¡Adiós! —me despido antes de cerrar la puerta— Hola, tío, ¿Cómo estás? —saludo al entrar en el coche de David.

—Bien, por fin libre de entrenos...

—¿Tanto machacan?

—No, no demasiado. Además, nuestro entrenador es bueno, él hace el ejercicio con nosotros.

—O sea, que no es el típico amargado —deduzco.

—Qué va. Si está en sus veinte y también estudia en el campus. Su padre te dará física cuántica. No sé si estará en la fiesta... creo que ya está montando el plan de entrenamientos del curso que viene —al ver mi mirada, añade— Se toma muy en serio su trabajo.

The Love of One of ThemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora