6. "¿Amigos?"

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—Esto sí que es un tiramisú de verdad. —exclamo, saboreando la cucharada de pastel en mi boca. La pelirroja asiente en acuerdo, mientras devora su postre. Como compensación por el accidente del otro día, Mia ha decidido llevarme a un restaurante italiano que descubrió hace poco; y la verdad es que yo, pese a que hace años que vivo aquí, nunca había ido.

—A ver, el que hice yo no estaba malo —intenta justificarse—. Sólo que no cuajó.

—Podría mejorar —la sigo provocando, con una sonrisa.

—No soy una chef profesional, y dale gracias que logré sacar eso. Te tendré que invitar más a mi casa para que me cocines...

Incapaz de responder a eso, sigo comiendo bajo la atenta mirada de la chica.

—¿Qué pasa? —termino soltando, incómodo— ¿Tan interesante es ver cómo como?

—¿Por qué no has respondido?

—Puedo ir a tu casa tantas veces como tú quieras. Si me invitas, claro.

—Ah.

Un silencio tenso y nada confortable se instala entre nosotros. Yo la miro de reojo y compruebo que ella está haciendo lo mismo. Cuando nuestras miradas se encuentran, los dos desviamos rápidamente nuestra vista al pastel.

No sé que voy a hacer cuando el tiramisú se termine.

—Siento si el comentario te molestó. Pensé que éramos amigos.

—Lo somos. —respondo, un poco dolido por la manera en que me ha mandado a la friendzone—. Si no lo fuéramos no estaríamos aquí ¿Verdad?

—Esto parece más una cita que una quedada de amigos.

—Dejémoslo en que somos unos buenos amigos amantes de la gastronomía italiana.

—¿Eso es lo que quieres que seamos?¿Amigos? —espeta la pelirroja, sin pensar.

—¿Eso es lo que tu quieres no?

—Sí y no. Sí porque me gusta tu compañía... y no porque me gusta demasiado.

Mierda, estamos llegando a un extremo peliagudo en esta conversación.

—Mia yo...

—Está bien, no pasa nada si no sientes lo mismo. Es decir, no es que esté enamorada de ti, creo yo vamos, pero sí que estaría dispuesta a dar un paso más y...

—Mia —la llamo, sacándola de sus pensamientos en voz alta.

—Dime.

—Yo también estaría dispuesto, pero piensa que en apenas una semana tú te marchas a San Francisco, y además enviaste tu solicitud para la universidad allí... y... soy de aquellos que piensan que las relaciones a distancia no funcionan. Y menos si son recientes y poco estables.

—Supongo que tienes razón. Bueno, vamos a cambiar de tema, ¿Vale? —concluye ella, con una sonrisa que no coincide con sus ojos—. He oído que hoy harán una fiesta en casa de un amigo de Sean. ¿Por qué no vamos?

—Mmm, creo que mi hermana me comentó que iría con nuestro mejor amigo.

—¿Y dónde está el problema?

—En ningún lado. Si quieres pagamos la cuenta y nos vamos. Yo invito.

—Oh, no, de ninguna de las maneras. Yo invito.

—No, tu me invitaste al Starbucks. Y a tu casa.

—Lo de mi casa no cuenta.

—Sí que cuenta. ¡Camarero!¡La cuenta por favor!

—No te voy a dejar pagar.

—Que sí, no te pongas pesada.

—Que no, además, estamos aquí por mi culpa. Si yo hubiera hecho bien el pastel no hubiéramos venido.

—Quizá era nuestro destino venir aquí, con pastel o no.

—De lo que estoy seguro es que mi destino no es estar esperando a que paren de discutir—nos interrumpe una voz, y ambos alzamos la mirada hacia el camarero, que trae una carpetita de cuero negro con la cuenta en su interior—. ¿A quién se la doy?

—¡A mí!—exclamamos los dos, y acto seguido nos miramos, y repetimos de nuevo—. ¡A mí!

—Un segundo —pido al camarero, girándome hacia Mia— ¿Lo hacemos a piedra, papel y tijera?

—Vale. —cede ella, poniendo su mano detrás de su espalda—. ¡Un, dos, tres, piedra papel tijera!

Saco tijera siguiendo mi estrategia en este juego —que a decir verdad, consiste en sacar siempre tijera— y, tal y como predije, gano yo.

—¡Ja!¡La tijera corta el papel! Yo pago —anuncio, mirando a... el camarero se ha ido.

—Debe haberse cansado de esperar. —comenta la pelirroja—. Deja el dinero dentro, y nos vamos.

Obedezco ante la convicción de su voz, y meto unos cuantos billetes dentro de la carpeta, dejando una generosa propina que el trato del camarero no se merece. Nos levantamos y al pasar por la barra dejamos la carpetita a otro camarero, que nos mira extrañados mientras salimos por la puerta con total normalidad.

—Bueno, pues ya hemos cenado —se deja oír Mia, después de estar andando sin rumbo alguno en un completo silencio.

—Sí. Esto... ¿Te acompaño a tu casa para que te arregles para la fiesta o...? —dejo la frase incompleta.

—Sí, sí, por mi ningún problema.

El incómodo silencio vuelve a instalarse entre los dos mientras andamos en dirección a su casa. Durante todo el trayecto solo se oye el taconeo de sus zapatos contra el suelo. Me permito el lujo de observar sus pequeños pies, que avanzan a un elegante ritmo, propio de alguien con más clase de la que yo puedo llegar a tener. Llegamos y ella abre la puerta sin decir nada, pasa dentro del piso, y deposita la chaqueta y el bolso descuidadamente en el sofá mientras yo miro su cuerpo ahora sin ninguna chaqueta que lo cubra, la perfección de sus rizos, el brillo de sus ojos, la belleza de sus piernas, largas pese a su corta estatura.

—Eh... ¿Dave?

—Sí, dime.

—Me voy a cambiar. Ahora vengo —se despide, con un deje de tristeza en los ojos que la hace ver hermosa igualmente.

Y, en ese momento, es cuando me doy cuenta de lo tonto que he sido por haber dejado escapar a esta fabulosa chica que se chocó contra mí accidentalmente en una fiesta.


Hola, hola! Como siempre, mis disculpas por no actualizar. Realmente no puedo ni respirar... porque ni siquera tengo tiempo para eso.

En fin, por aquí va el sexto cap...

¡Las cosas comienzan a ponerse tensas! ¿Qué creeis que pasará en la fiesta! ¡Dejad vuestros comentarios por aquí!

Por cierto... no sé que le pasó a Wattpad, pero el caso es que se publicó el mismo texto 3 veces... creo que ya está solucionado. Si no, no dudeis en decirmelo, a veces la página web falla :D.

Este capítulo va dedicado a @Dailyrutin :D ¡MUCHÍSIMAS GRACIAS POR ESTAR AHÍ APOYANDOME!

Besos a todas!

Bye, bye!

The Love of One of ThemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora