Llevo una semana sin saber nada de Mia, y me estoy poniendo realmente nervioso. Le habré enviado unos mil mensajes, rogándole que me responda, pero ella hace caso omiso de mis palabras. En dos días se marcha a San Francisco, y no soporto la idea de no verla nunca más.
Me miro al espejo, y observo mi penoso aspecto: ojeras por falta de sueño, una barba incipiente que antes me hubiera gustado y que ahora me parece horrorosa, y un tono paliducho que demostraba la falta de sol durante una semana. Andaba tan callado por casa que ni siquiera mi querida hermana se metía conmigo.
—Dave —alguien golpea suavemente la puerta del baño, y la cabeza de Alex aparece segundos más tarde—. Mamá y yo estamos haciendo la reserva para la residencia de la universidad. ¿No la quieres ver?
—No. Creo que me voy a mi habitación —suelto, impasible.
—Dave olvídate de la pelirroja esa. De verdad.
—¿Cómo sabes que es pelirroja?
—Os vi discutir en la fiesta. —explica mi hermana, pasándome un brazo por los hombros en un gesto de consuelo—. Te lo digo de verdad, lo mejor que se puede hacer en estos casos es olvidarse y ya está, la vida sigue y la gente entra y sale de ella constantemente.
—Ella era especial Alex.
—Bueno, entonces no sé, intenta ir a su casa o contactar de otro modo. Si le gustas te dirá que sí.
—Si ya sé que le gusto, pero he metido la pata. Hasta el fondo. —ella abre la boca para replicar, pero no la dejo—. En la fiesta justamente estuvimos hablando sobre eso sobre nuestros sentimientos. Y yo fui tonto, fui un imbécil y la dejé escapar. Además, se va dentro de poco.
—¿Cómo que se va?¿A que te refieres? —inquiere Alex.
—Se va. Se marcha. Deja de vivir aquí. Sólo había venido unas semanas para estar con su novio. Cuando llegó descubrió que el novio le estaba poniendo los cuernos, pero de todas formas decidió pasar aquí las vacaciones.
—Me estás dejando sin argumentos. No sé que decirte, la verdad. Es una situación complicada, y no soy ninguna experta en relaciones. Pero lo que si te puedo decir como hermana y amiga tuya que soy es que lo mejor será que te olvides. Distráete. Y ahora te vienes conmigo a hacer la maldita reserva de residencia. —me coge muy decididamente de la mano y me arrastra tras ella. Bajo de manera monótona las escaleras y, una vez en el piso de abajo, veo a mamá peleándose con el ordenador.
—Hombre Dave, por fin das señales de vida. Pensé que te habías muerto allí arriba.
Ya veo lo mucho que te has preocupado por tu hijo, si ni siquiera te has dignado a pisar mi cuarto, pienso, tras su comentario.
Pierdo dos horas más de mi vida mirando sin ver nada realmente la pantalla del ordenador de mamá, donde se proyectan imágenes de una residencia aparentemente idílica pero que deben de llevar una cantidad de efectos importante. Soy el primero en rellenar mis datos y enviar mi solicitud, así que, sin nada por hacer, me subo de nuevo a la habitación.
Dos días después
—No sé que hacer con él —oigo que le comenta mi hermana a Mark. Esta tarde mi mejor amigo se ha dignado a venir a vernos, y lo único que ha hecho ha sido dedicarme un seco hola para luego irse a la habitación de Alex.
Juntitos.
Encerrados.
Y yo aquí con sentimientos de hermano sobreprotector y sin saber lo que están haciendo.
Me estoy poniendo nervioso.
Además están hablando de mí como si no supieran que las paredes en esta casa son tan delgadas como el papel de fumar.
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The Love of One of Them
Short Story¿Te gustó She is NOT one of Them? Si la respuesta es sí, ¡No te puedes perder esta historia! Dave Martin ha caído profundamente enamorado de una pelirroja que conoció en una fiesta durante el verano, pero ambos saben que es un amor imposible porque...