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« conejo pecυlιar »

- ¿Cualquier cosa?

Cuestionó esta vez un poco más interesado en aquella propuesta, haciendo aparecer nuevamente esa sonrisa casi radiante de blanca.

- Si, cualquier cosa. Sólo ayúdame a estar lejos de esos sujetos.

Nuevamente el peli celeste se acercaba a aquel par de ojos y sonrisa, pero esta vez no dijo nada, más bien recibió un fuerte agarre en su brazo. Fue levantado hasta llegar a la rama de un roble, en donde se encontró con el rostro de quien le había estado hablando.
Era un muchacho de tez oscura, morena, unos ojos azules eléctrico como también su cabello. Él le recordaba a su antigua luz, pero tenía algo distinto, llevaba un chaleco azul con mangas rayadas en tonos azules y negros, una orejas de gato que sobresalían de cabeza, por último una esponjosa cola azulada de tonos oscuros salía de su espalda baja

- Bien, ya te salvé. Ahora pensaré en que me darás a cambio de esto.

- Así está bien, pero quiero saber, ¿cuál es tu nombre?

Cuestionaba el bajo de estatura. Sería demasiado extraño que resultara ser Aomine, ya que el jamás se pondría nada de eso.

- Soy el gato sonriente.

- ¿Gato sonriente?

- Sí.

- Te queda ese nombre, tu sonrisa es linda.

- Bien, ya que te ayudé y aún no pienso pedirte lo que quiero que hagas, puedes irte.

Subió hacia lo alto del árbol, del cual se alejó dando saltos de una rama en otra hasta perderse de la vista del pequeño.

- Pero, y ahora a dónde voy...

Frunció un poco el ceño al ver que se encontraba a una considerable altura.

- Bien Nigou, tenemos que bajar.

Tomó al canino en sus brazos para comenzar a bajar de a poco de donde estaba.
Una vez en el suelo, dejo tambien a su peludo amigo en el césped para luego arreglar su traje.

- Bien, a caminar ahora. Aquel gato nos salvó, pero no nos dijo a donde ir, así que vamos.

En seguida el animalito comenzó a corretear por el sendero hasta que algo llamó su atención, era algo blanco y esponjoso. La carrera que emprendía el siberiano comenzó a aumentar cuando esa criatura blanca también comenzó una.