Gas

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El gas es incoloro. Inoloro. Escapa suavemente sin un siseo, sin nada que lo delate. Se extiende y cubre todos los rincones, se cuela entre sus rizos, se mete en sus pulmones.

Ella no lo notó. ¿Cómo podría notarlo, si su corazón se había resquebrajado, y su mente había muerto con él? Cocinaba frenéticamente, mezclaba todo lo que había a su alcance, y no se detenía en comprobar siquiera que supiese bien. Los aromas se peleaban, se escupían. Se odiaban. No debían estar juntos. Ella no quería que estuvieran juntos.

Había dejado de referirse a la comida.

El torbellino se había tornado en huracán, y los ingredientes cubrían las encimeras como el óleo al lienzo. Había perdido la cabeza.

Lo había perdido a él.

Dime, ¿a qué huelen las flores?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora