Una chispa

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El caos se extendía en perfecto orden. La comida estaba esparcida por el suelo, los utensilios de cocina se situaban en los lugares más insospechados y ella... Ella se encontraba en el centro de todo; era el ojo de aquel huracán, con sus rizos, su blusa y su forma de andar como si estuviera bailando. Sin embargo, cuando sus miradas se cruzaron, la tormenta amainó. Dentro de su corazón ya no había un vendaval. Había sido sustituido por una lluvia veraniega, que caía mansamente en forma de lágrimas e inundaba sus mejillas.

Él la encerró entre sus brazos y ella dejó que aquella lluvia le limpiase el alma. Pero no tuvo tiempo de decirle lo mucho que la quería, ni de explicarle lo que había estado haciendo por ella. Ella tampoco pudo vaciar la ponzoña que se había instalado en su corazón en aquellos años y que le quemaba el alma. No pudo pedirle perdón.

Tampoco hizo falta.

En el exterior, la tormenta había cesado. Sin embargo, por un instante, la noche volvió a convertirse en día.

El gas había prendido con la chispa de dos corazones atormentados.

Dime, ¿a qué huelen las flores?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora