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[ XLVII ]

Mi hermano sólo tocó suavemente la puerta avisándome que saldría, solté un cansado "si..." mientras me acurrucaba contra JiMin. Ya no tenía sueño pero me gustaba estar con él así.

Al poco rato JiMin despertó y desde entonces sólo nos mirábamos y sonreíamos de vez en cuando. Nuestras manos se acariciaban con parsimonía y hasta con pereza.

En un momento, JiMin ya se encontraba haciendo aquel pequeño juego que le encantaba desde hace poco más de tres o cuatro meses; se acercaba fingiendo besarme, incluso cerrando los ojos, pero se alejaba, eso ya me torturaba y ahora añadía el acto de morder suavemente mi labio inferior antes de alejarse rápido. Sonreía con impotencia cada que lo hacía, pero no mentiré, a mi también me gustaba ese juego. Quizás tenía un ser masoquista.

Estaba encima de mí, con sus manos sobre mis mejillas, y sus muslos en mi cadera controlaba mis movimientos evitando así que culminara el beso, y su juego se estaba alargando demasiado. Cada que se alejaba se escuchaba una suave risa suya y volvía a hacerlo.

Hasta que tome sus muñecas y giré la posición, ahora yo estaba sobre él, y no iba a jugar más, porque deseaba ya el maldito/bendito beso. Nuestros labios se encontraron y no dude en ejercer más presión contra ellos para que los abriera, quizás por desesperación y así fue.

JiMin estaba haciendo cosas de más; cuando intentaba parar, él sólo dejaba que me separara unos segundos para respirar bruscamente y volvía a atraerme hacia él jalándome por el cuello, también mordía mis labios e incluso soltaba pequeños suspiros... y no pude controlarme.