Capítulo 1: "-¿ A que hora te vas?"

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Mierda, los rayos del sol entraron por mi ventana y me despertaron, vi mi habitación y estaba vacía, tan solo estaban las cajas y las valijas que había estado preparando desde hace unas semanas.

La cama de Dulce ya estaba vacía, saque mi ropa de hoy de una de las valijas que tenía bajo mi cama. Entré a la ducha, me duche, cepille mis dientes e hice mis necesidades, luego de eso salí y me puse la ropa que había dejado encima de mi cama.
Salí de mi habitación y cruce el pasillo para entrar a la habitación de Ana y tal y como lo había previsto, ahí estaba Dulce también.

-Hola-saludé mientras me adentraba a la habitación, ambas tenían la mirada triste y sus sonrisas eran fingidas.

-Buenos días-Dulce trato de sonreír, pero su sonrisa no llego a sus ojos.

-¿Qué tienen de buenos?-Ana se levantó de la cama y comenzó a caminar hacia mi-Hoy se va ___(tn), no la veremos por quien sabe cuantos años e incluso pueda que hasta nos cambie por unas estúpidas amigas universitarias de Miami-de acuerdo, en estos cinco años pueda ser que nos hayamos vuelto un poco, no mucho, mal habladas... El tiempo realmente cambia a las personas.

-Oye, cálmate-comencé a reír por la actitud que había tenido-no voy a cambiarlas por las primeras amigas universitarias que se me crucen por delante-Ana sonrió-quizá con las segundas, porque vamos necesitaré amigas...-Una almohada se estampó en mi cara y Dulce me fulminó con la mirada.

-Te atreves a cambiarnos y yo mato a las perras que intenten remplazarnos-sonrió macabramente-tendré que ahorrar para pagar mi boleto de avión, pero cuando las mate todo habrá válido la pena-no pude evitar reír y sus risas se unieron a la mía.

-Nos harás mucha falta-Ana se sentó en la cama cuando ya había dejado de reír y yo imité su acción-Boston no será lo mismo.

-Apuesto que en unos días encontrarán a otra tipa y me habrán superado-comencé a reír y sus risas se unieron a la mía después-pero les diré algo-con mi dedo índice les hice una seña para que se acercaran como si se tratara de un gran secreto, ellas se acercaron cautelosamente-no encontrarán a nadie mejor que yo-estallé en carcajadas y luego de unos pocos segundos ellas también lo hicieron.

-¿Y sabes qué?-Dulce hizo lo mismo que había hecho yo para que se acercaran y me acerque a ella al mismo tiempo que Ana-No nos podrás cambiar, porque no hay mejores amigas que nosotras-me abrazo y escuche sus sollozos... Odiaba que llorara.

-No llores, no las voy a cambiar-incluí a Ana en el abrazo y nos quedamos así por unos minutos.

-Más te vale, si no tendremos que ir hasta Miami y patearte el trasero por traidora-se sorbió la nariz y siguió sollozando... Así es Dulce, sentimental y exagerada.

-De acuerdo, de acuerdo, ya no llores ¿si? No quiero que llores por mi culpa-le di un beso en la cabeza y deshice nuestro abrazo. Cuando vi a Dulce frente a frente, vi que tenía su nariz roja y los ojos llorosos. Ana solamente tenía sus ojos llorosos pero no había ningún rastro de que hubiera llorado, estaba aguantando sus lágrimas... No le gustaba que la vieran llorar.

-¿A que hora te vas?-la voz de Ana salió quebrada-¿Aún vas a quedarte a almorzar con nosotras?.

-Si, de hecho mi vuelo sale a las tres de la tarde, así que tengo que estar en el aeropuerto a las dos para todas esas cosas del papeleo.-sonreí levemente.

-¡Bajen a comer!-la voz de mi abuela llego a nuestros oídos desde la cocina. Definitivamente lo que más iba a extrañar de este lugar iba a ser la comida de mi abuela. También iba a extrañar a mis amigas y a mi familia, claro, pero la comida de mi abuela era algo que echaría bastante de menos.

-Vamos-Ana se paró de la cama y salió de la habitación sin siquiera esperarnos.

Llegamos al comedor y Annie nos recibió con una cálida sonrisa. Si se preguntan: ¿¡Quién carajos es Annie!?
Pues les diré que cuando Austin y los chicos se fueron ya no salíamos tanto de casa y descubrimos que nuestra mucama tenía casi la misma edad que nosotras y con el tiempo se volvió nuestra amiga.

-¿A que hora te vas, ___(tn)?-Annie ya había servido la comida y ahora me miraba con unos ojos melancólicos.

-A las tres Annie... Voy a extrañar a todos-me senté en mi lugar mientras miraba a todos los integrantes de la mesa. Sin duda los extrañaría demasiado.

-Yo se que más que a mi, extrañarás mi comida-reí, claro que iba a extrañar la comida de mi abuela, pero más a ella.

~*~

Podía ver a toda mi familia en la sala junto a la puerta por la que hace pocos minutos había abordado, todos agitaban sus manos y lanzaban unos cuantos besos al aire mientras que yo limpiaba las tontas lágrimas de mis ojos y sonreía. El avión comenzó a avanzar cada vez más rápido y la agitación me había hecho cerrar los ojos, los abrí hasta que no sentí ese movimiento brusco y alarmante que hacía el avión hace unos cuantos segundos, todo comenzaba a hacerse cada vez más pequeño hasta que llegó un momento en el que ya no pude ver nada debido a las nubes que cubrían el suelo. Ya no estaba en San Antonio, era estúpido admitir que iba a extrañar este lugar, iba a extrañar absolutamente todo de Texas...
Mis párpados comenzaron a hacerse cada vez más pesados y cuando estaba a punto de cerrarlos por completo el señor canoso que estaba a mi lado me habló.

-¿No quieres una almohada?-preguntó amablemente.

-Eso suena genial-sonreí-aunque temo quedarme dormida.

-¿Es tu primer vuelo?-negué con mi cabeza-¿Entonces que sucede?.

-Es solo que quiero que cada momento de este viaje quede grabado en mi memoria-sonreí.

-Pero te ves cansada... Duerme, no creo que dos horas en avión sean muy interesantes para recordar.-ambos reímos y luego él le pidió a la azafata dos almohadas-Creo que yo también tomaré una pequeña siesta.-sonrió-Por cierto, me llamo Carter, es un gusto conocerte.-Carter... Hacía tanto que no escuchaba ese nombre. Los recuerdos de Austin vinieron a mi cabeza y moví mi cabeza de un lado a otro como si eso hiciera que salieran de ella.

-Soy ___(tn)-sonreí.

-Lindo nombre, y cuéntame mientras traen las almohadas-rió-¿Qué te lleva a Miami?.

-La universidad-seguí sonriendo.

-Me alegra oír eso.

-Aquí tienen, disfruten el vuelo- la azafata se fue y yo me acomode en mi asiento con la almohada y la manta que muy amablemente había traído .

-Bueno, que descanses-Carter hizo lo mismo y cerró sus ojos, yo coloque mi música en aleatorio, bloqueé mi celular y finalmente cerré mis ojos.

El Amor De... ¿Mi Vida? (Austin Mahone)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora