Al sentir el tacto me volteo y lo veo. Veo su rostro. Con sos ojos marrones, de un marrón tan intenso que si él quería podía usarlos para manipularte, para volverte loca. Su cabello rubio ceniza, parecía castaño en la oscuridad. Y otra vez con su sonrisa, que parecía portarla todos los días. Ahí estaba otra vez. Ahí estaba Ezequiel.
Me saluda con un beso y noto en su mirada lo feliz que lo hace volverme a ver.
-¿Qué haces por acá?- Me pregunta.
-La quinceañera es amiga de Cami- ella y él se conocen también del curso y lo mismo pasa con el resto de mis amigas que vaya a saber donde están-.
-Ahh, yo la conozco porque es amiga de mi hermana. ¿La estás pasando bien?
-La estoy pasando excelente, supongo que vos también.
-Si, re bien. Estás hermosa.
En ese momento siento como me pongo colorada. Pero como no puedo asegurarlo, sólo estoy deseando que la falta de luz en mi rostro me permita ocultarlo.
-Gracias -sonrío-.
Me imagino lo incómoda que debe estar Camila. Probablemente más que yo, activando su mejor modo planta posible. Pienso una escusa para cortar con el momento incómodo.
-Cami, ¿vamos a la barra?
-Vamos.
Dejamos a Ezequiel en el camino y empiezo a desear que a mi amiga no se le ocurra hacer ninguna pregunta. Pero obviamente no lo puedo evitar.
-¿Qué fue eso? ¿Desde cuándo le gustas a Ezequiel?
-Ehh, yo no creo que le guste. Nos encontramos hoy en Havanna y hablamos. Sólo es simpático.
-¿Desde cuando a las personas se les iluminan los ojos cuando miran a los otros sólo por ser simpáticas?
-¿Se le iluminaron los ojos?
-Obvio. Estaba callada no ciega.
Ambas reímos y me quedo pensando en sus palabras. ¿Realmente le gusto o es sólo su idea? Probablemente ni siquiera se le iluminaron los ojos. Seguro fue el reflejo de alguna luz de color o algo. Aparte, ¿por qué de mi y no de otra? Si seguro hace lo mismo con todas. Además no importa. Por más que le guste, él no me gusta así que no va a pasar nada.
Entonces Cami me interrumpe.
-Ahora hablando de lo que realmente importa, ¿cómo que fuiste a Havanna sin mí?
Me largo una carcajada larguísima. Y la maldigo por haberme hecho llorar de risa porque podría haber hecho que se me corra el rímel. Si hay algo que es fácil para mi es reírme hasta llorar. La mayoría de las personas sólo lloran de risa en ocasiones demasiado graciosas. Yo el 90% de las veces que río, lloro.
Llegamos a la barra y nos las cruzamos al resto de nuestras amigas. Al parecer piensan mantenerse cerca toda la noche.
Camila empezó a contarles emocionada lo que había pasado hace un instante con Ezequiel. Traté de explicarles lo mucho que ella exageraba pero ya era tarde. Estaban todas escandalizadas y no paraban de hablar.
Pido al barman un daiquiri de frutilla y me decido a disfrutarlo, bailar e ignorar los comentarios de mis amigas.
Nos dirigimos todas juntas a la pista y bailamos toda la noche. No sé donde está Ezequiel, y estoy deseando que no aparezca, siento que entre el alcohol y la musica mis amigas ya dejaron atrás el asunto. Y lo último que quiero es que vuelvan a hablar del tema.
Voy sola hasta una mesa, en la que escondí mi cartera debajo del mantel. Busco mi teléfono para ver si tengo algún mensaje. Nada. Siento que alguien está rozando mi nuca con su respiración. Me doy vuelta. Él otra vez.
-¿Te es fácil encontrarme no?
-En realidad estoy hace bastante buscándote.
-¿Y eso por qué?
Me toma de la mano y me empieza a guiar hasta un rincón. Mi corazón empieza a latir fuerte y mi mente no para de repetir "me va a besar, me va a besar". Intento tranquilizarme con que las ideas de mis amigas son locas y él no tiene interés alguno en mí. Más que en mi amistad.
Llegamos al rincón y hay un sillón para dos. Casi que no llega luz al lugar y me pide que me siente. Se sienta a mi lado, y me guía para que apoye mi cuerpo en su regazo. Quedo acostada boca arriba en sus piernas, me mira y empieza a acariciarme el pelo. Ninguno emite palabra y ya no sé si prefiero que diga algo o no. Entonces al fin dice.
-Tranquilizate, no voy a hacerte nada.- no se si calmarme por saberlo o avergonzarme porque haya notado mi miedo a sus labios-. Sólo quiero pasar un rato con vos. Y decirte que me estás volviendo loco.- continúa acariciando mi pelo-.
-¿Loco? ¿Por qué?
-Sos hermosa, Avril. Me gustas hace un tiempo. Tenés una mirada que me hace sentir vulnerable a tus ojos y eso me encanta. Tenés una sonrisa que puede engañar a cualquiera, y algo que no sé que es, pero atrae hasta al más lento de los hombres.
Sinceramente no sé que decir. Me quedo sin palabras ante sus dulces palabras, que por más lindas que sean no llegan a ser empalagosas como las de Lucas.
-Yo... No sé que decir.
Y entonces me besa. Y ya no hay nada que hacer, me tiene atrapada con sus brazos, en su regazo. Pero por alguna razón, no quiero salir. Es una sensación hermosa y quiero más. Lo tomo de su suave pelo y le sigo el juego suavemente. Lo que siento es indescriptible. Pero me encanta. Jamás podría sentir lo mismo con Lucas.
Y entonces me doy cuenta de que acabo de engañar a mi novio, pero me sincero conmigo misma y no me importa. Nunca me sentí tan viva. Y lo engañaría todos los días con tal de sentirme así.
Caigo en la cuenta de mi horrible pensamiento. Pero que sea prohibido le da más adrenalina, y creo que ya soy una adicta.
En un día Ezequiel derrumbó todas las barreras que intenté construir entre nosotros, y terminó siendo ideal.
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Cuando me oíste cantar
ספרות נוערHistoria de amor, desamor y drama donde dos adolescentes de 15 años viven momentos de todo tipo. Una historia que te hará sentir identificada en muchos momentos, te entretenerá en otros y hasta te hará llorar. Otra historia que contar...