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- Que vecina más guapa.

De aquella sombra apreció un chico de 16 años aproximadamente. Caracterizado por su flequillo hacia atrás y sus preciosos ojos azules, que a pesar de ser de noche resplandecía como la Luna. Llevaba una camiseta blanca por la que se podían apreciar sus pectorales ( el chico estaba petado.- Dani, ya vale con las hormonas ).

- Y tú eres...

- Tu nuevo vecino, Hugo

- A ver chaval...

- Hugo.- me cortó.

- ¿ Qué ?

- Me llamo Hugo.- repitió.

Suspiré profundamente, aquel chico me estaba poniendo muy nerviosa.

- A ver Hugo.- recalqué bien su nombre.- mis padres no se pueden enterar de esto, así que porfavor no digas nada.

Después de decir esto me dirigí hacia mi casa, pero Hugo me cogió del brazo y me dió la vuelta.

- ¿ Cómo te llamas ?.- se acercó hasta mí.

No, no. Espacio personal, su boca estaba a 3 centímetros de la mía.

- Soy... Vecina, encantada.

En ese momento, tiré fuerte y me soltó el brazo. Escalé hasta mí ventana como suele hacer Val. Al llegar hasta esta, me asomé para comprobar que Hugo se había ido. Miré hacia donde se situaba y comprobé que se quedó quieto en el sitio mirándome pícaramente.

- ¡ Qué te vayas !.- le solté al mismo tiempo que entraba en mi cuarto.

Llegué a mi cuarto cansadísima. Me puse a pensar. Realmente Hugo no estaba mal, nada mal. Era de estos chicos que piensa que con decir 4 cositas tiene a todas las chiquillas bajo sus pies, y que realmente sólo tiene a las más guarras.

Tenía tanto sueño, que sentía la necesidad de dormir durante meses. Justo cuando comencé a cerrar los ojos, escuché un crujido de mi ventana ( que siempre suena cuando entra alguien ) Me giré y agarré la lámpara de mi mesita lo mas rápido que pude. Era Valeria, con un pijama de ositos y pantuflas de conejo abrazando un peluche gigante. Se que parece ridículo pero creédme, yo lo vi.

- ¿ Se puede saber que es eso ?.- me tumbé en la cama partiéndome de risa.

- Dani, no te rías retrasada.- me tiró el peluche.- ¿ Sabes esos días en los que te encuentras melancólica y no sabes porque ?

- Val, ¿ es por Álvaro ?

- ¡ No !.- comenzó a reír.- yo no lloro por capullos. Que palabra más rara,  C A P U L L O S.- vocalizó lentamente.- si lo dices muy lento suena extraño.

- C A P U L L O S.- repetí como imnotizada.

- ¡ Te he imnotizado !.- gritó.

- Shhh.

- ¡ Te he imnotizado !.- susurró.- Mamá, ¿ porqué escondiste mi carta de Howards todos estos años ? ¿ Creías que no me iba a dar cuenta ?.- hizo teatro.

- Valeria, apunta este número: 648 96 09 21.

- Vale, ¿ para que es ?.

- Es un psicólogo, hazme el favor de decirle a tu madre que llame.

- Estúpida, cada día me das más asco. No se como lo haces, pero en eso eres experta.- me volvió a tirar el peluche.

- Anda abre la cama de abajo y duermes aquí.

Mientras Val abría la cama, saqué mi móvil y le eché una foto. Ella me miró desconcertada.

- ¿ Pero que haces ?

- Lo siento, es que si no Manu no me creerá.- me partí el culo de risa.

Valeria me echó una mirada fusilante. Si las miradas matasen, aquella noche estaría fusilada.

Colgada de mi vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora