achtzehn.

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—Tristán, estoy aquí, ¿me escuchas?

Estábamos en el quirófano, todo estaba listo para la cirugía. Todo estaba preparado para extirparle uno de sus hermosos ojos.

Él estaba siendo sedado y esperaba que asintiera con la cabeza mientras yo le hablaba. Me había sonreído un poco en cuanto me vio ahí a un lado de él.

—S-sí —respondió con dificultad, asintiendo lentamente.

—Todo va a estar bien, me quedaré hasta el final.

Frunció el ceño como preguntando "¿es en serio?", y yo reprimí que las lágrimas salieran brotando incontrolablemente de mis ojos.

—Sí, te lo prometo.

[...]

Salí de la operación unos minutos antes de que terminara. Lo había visto todo y no me sentía lista para afrontar la realidad.

Cuando volví a la sala de espera, no me encontré con algún familiar de Tristán, pero sí estaba sentado por ahí un chico al que no había visto desde hacía mucho tiempo. Varios meses antes de que Tristán recayera por segunda vez.

—¿Jess? —Pregunté en voz alta para que me escuchara. El rubio levantó la mirada hacia mí y pareció que un fantasma se había aparecido frente a él.

—Lexie... hola, me alegra verte —caminó hacia mí después de sopesar que yo era real. Se detuvo a unos cuantos pasos—. ¿Ya terminó?

—Sí, recién. ¿Cómo supiste que estaría aquí?

—Le llamé hace un par de días y me lo contó todo, es una lástima que haya terminado así —se encogió de hombros tímidamente y mordió la parte inferior de su labio.

—No está muerto, Jess. Es preferible que pierda el ojo a que lo perdamos a él completamente.

Asintió. Ni él ni yo teníamos algo bueno para decirnos, sobre todo porque nunca habíamos entablado una buena relación. Muchas veces nos escabullíamos para no tener que toparnos el uno con el otro. Jamás nos llevamos bien, pero teníamos que soportarnos porque compartíamos un vínculo con Tristán.

—No creí encontrarte aquí.

—¿Te dijo lo que pasó?

—Sí, lo contó todo —volvió a sentarse y lo imité. Quién sabe cuánto tiempo pasaría hasta que alguna enfermera viniera a buscar a algún relativo de Tristán—. Él es un idiota, pero no pensé que fuera a sobrepasar los límites —se rio—. Él te amaba... Te ama.

—No tienes por qué decirme esas cosas.

—Así que no piensas volver con él, ya veo.

—Creo que es lo mejor para ambos.

—Me gustaba cuando ustedes dos estaban juntos —echó la cabeza hacia atrás, como si recordara algo—, lo cambiabas. Él era otra persona.

—Conmigo también era otra persona.

Pasamos tanto tiempo en silencio que creí que sería eterno. Jess no se iría hasta que recibiéramos noticias de Tristán.
Tuve que jugar con mi teléfono, fingir que contestaba mensajes importantes y otras cosas banales. Aunque sí le envié un texto a mi madre diciéndole que todo había salido bien, que sólo había perdido el ojo... Y no la vida.

La enfermera salió de la habitación de Tristán. No sé de dónde salió la mujer que hacía unas horas estaba aquí esperando conmigo, pero llegó de la nada con dos vasos de café humeante.

Me dio uno sin mirarme y esperó a que la pequeña auxiliar nos diera los detalles.

—Tristán está muy bien, el doctor Montenegro dijo que está estable y que despertará en un par de minutos, aunque seguirá algo desorientado por la anestesia —todo esto lo dijo sin dejar de sonreír. Yo también lo hubiera hecho si no estuviera tan agobiada.

—¿Puede ser Alexis la primera que pase a verlo? Yo... necesito algo más de tiempo —mencionó la mamá de Tris. De repente, vio de reojo a Jess y se llevó la mano libre a los labios—. Ay, Jess, qué gusto me da verte. Ha pasado mucho tiempo.

El chico sonrió de lado y se levantó para abrazarla. Me disculpé en voz baja y seguí a la enfermera a la habitación de Tristán, con el corazón latiéndome desbocado. No estaba preparada para verlo.

—No será necesario que avises cuando despierte.

—Entiendo, gracias.

Ella se fue después de chequear algunas cosas en las máquinas a las que estaba conectado Tristán. Me regaló una sonrisa amable antes de salir por la puerta.

Una vez que estuve sola, me senté a la orilla de la cama y tomé la mano del chico, quien yacía con el cabello enmarañado encima de la frente y con un parche blanco y pulcro encima de donde debería ir su ojo.

Sentí ganas de llorar.

Poco después, sentí que su agarre se fortalecía. Apretó un poco mi dedo meñique y comenzó a removerse entre las sábanas, murmurando cosas incomprensibles.

—Aquí estoy, Tris —comencé a decir.

Abrió un poco el ojo y parpadeó un par de veces para acostumbrarse a la luz. Se me quedó mirando fijamente, como si le estuviera tomando mucho tiempo reconocerme.

Sostuvimos la mirada durante unos segundos hasta que él decidió voltear hacia el lado contrario.

—¿Se ve muy mal? —preguntó. Tristán soltó un suspiro de vergüenza, porque todavía no podía voltear a verme otra vez.

—Nadie se vería tan bien como tú después de haber sido sometido a semejante operación, cariño.

Sólo intentaba ser amable. Se suponía que era él quien siempre me alentaba y me hacía sentir mejor, y ahora que me encontraba en la posición contraria, me sentía fuera de lugar.

—¿Crees que vuelva la depresión?

—Yo espero que no.

—¿Te quedarás conmigo? Unos días más, al menos hasta que me den de alta y pueda irme.

—Me quedaré contigo todo el tiempo que sea necesario —quise sonar feliz, pero lo había razón alguna para estarlo—. Por cierto, Jess Truman está aquí para verte.

Frunció un poco el ceño, pero no por completo. Aún la anestesia le impedía tener el control total de su cuerpo, y me di cuenta porque tampoco podía dejar la boca literalmente cerrada.

—Odio que me veas así —balbuceó.

—¿Así cómo? Te he visto en peores situaciones —le recordé. Una ráfaga de momentos hizo aparición en mi mente, sobre todo las veces en las que nos acostábamos en su cama y pasábamos toda la noche despiertos—. ¿Quieres que te traiga algo?

—Quiero... que le digas a Jess que vuelva más tarde. Ahora no me siento bien para tener visitas.

—De acuerdo —sonreí un poco y me levanté, aún sin soltarle la mano. Él la tiró como pudo y me hizo voltear.

—Pero tú regresa. Por favor.

En los ojos de Tristán | LIBRO IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora