33- Traición (Primera parte)

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La muerte nos persigue a todos de maneras impredecibles.

Pareciera asemejar una danza, cuya coreografía coincide tenebrosamente con nuestra vida

Aprendes algunos pasos, intentas ejecutarlos sin alejarte de la melodía que marca aquel ritmo extraño con el cual todos los sucesos se realizan a nuestro alrededor.

Eventos que nos incluyen, situaciones a las cuales queremos sentirnos en muchas ocasiones, ajenos.

Pero la melodía sigue sonando, no tiene sentido intentar silenciarla o alejarte... te persigue

Donde quiera que vayas deberás estar atento a no fallar en esos pasos que aprendiste más por repetición que por propio conocimiento

Has heredado de tu entorno la forma de enfrentar la danza, piensas que es la manera adecuada, pero lo que desconoces es que realmente no existe una posibilidad correcta

A tu alrededor, en todo el mundo, miles de millones de seres intentan desafiar al destino bailando un vals cuyo sonido nadie comprende, cuyos pasos nadie conoce y cuyo final nadie podrá presenciar

¿Qué sentido tiene entonces?

Tal vez solo jugar a esconderse de la muerte, quizás siempre estuvimos bailando con ella...

O a lo mejor era un mero espectador más

De cualquier forma, nos observa, se divierte analizando nuestro comportamiento, ella, la única que comprende en su totalidad la melodía, pues fue quien la compuso

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El cuarto se encontraba sumido en una oscuridad densa y asfixiante

Todo lo que podía percibir eran susurros, al parecer de decenas de personas

-Y aquí tenemos a la pieza más importante de la noche-

Traté de liberarme de las cuerdas que ataban mis manos tras mi espalda, pero era imposible... y los susurros se volvieron más fuertes

De pronto, un par de manos acariciaron brevemente mis cabellos antes de retirar la venda que cubría mis ojos. La luz del lugar me cegó por varios segundos, hasta que finalmente conseguí enfocar un poco

No recordaba cómo había llegado a ese lugar, ni siquiera podía recordar lo último que estaba haciendo antes de ser amarrado

-El esclavo 214, tiene veintiún años, pequeño, delgado, cabello rubio e impactantes ojos violetas, algo muy raro y codiciado-

Jadeé al descubrir que estaba desnudo, desnudo y sentado sobre mis piernas, mientras todos aquellos desconocidos, vestidos elegantemente y con máscaras cubriendo sus rostros, me observaban sin dejar de comentar

-¿Comenzamos con cincuenta mil?-

Traté de gritar, de pedir ayuda, pero una mordaza amortiguaba todos mis gritos. En ese momento comencé a desesperarme

¿Cómo había llegado hasta allí?

-¿Cien mil? ¿Qué tal ciento cincuenta mil?-

Me sacudía bruscamente, buscando una salida de aquel horrible lugar

¿Pretendían venderme?

-¿Doscientos mil? ¡Dos cientos cincuenta mil ofrece el caballero de la esquina!-

Black ParadiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora