¿TE CONOZCO?

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Mariana... Una chica de casi 18 años, pasaba su preparatoria normal, con buenas calificaciones, no se metía con nadie, le gustaba leer e ir al parque a dibujar, tenía talento para pintar y hacer bosquejos de lo que veía a su al rededor.

En cambio León, un chico problema, con sonrisa encantadora, y un porte irresistible, hacía suspirar a todas las chicas que lo veían pasar, era un chico bastante coqueto, siempre se le veía abrazando a las chicas, robando besos, los dos eran muy distintos, pero el destino les tenía preparada una historia, que ellos no tenían ni idea que pudiera pasar.

Mariana tenía un novio que ya había conocido desde hace tiempo en un día lluvioso, ella corría huyendo de la lluvia, mientras corría se resbaló y Damían la salvó de caer en el lodo, fue amor a primera vista o al menos eso era lo que ella pensaba ya que ese día que la tuvo entre sus brazos frente a frente, lo miró a los ojos y se sintió segura, sabía que él no le haría daño nunca, ella lo quería, eran una buena pareja, se complementaban, ella no tenía ojos para nadie más que para su chico, Damían era su nombre, era alto, algo robusto, inteligente y usaba lentes, no era muy guapo ni atractivo, pero para los ojos de Mariana, él era su chico ideal, hasta que un día normal en la escuela Mariana se encontraba en la cafetería con sus amigas y llegó León, caminando y presumiendo que había salido en un concierto y le había ido muy bien, alardeando de que él era el mejor, cuando la mirada de él y de Mariana se cruzaron, fue un instante en el que sus mundos se frenaron, ellos se unieron, fue como una conexión, algo inexplicable que no pudieron entender, él con una sonrisa, le guiñó el ojo mandándole un beso, le sonrió a Mariana, mientras que ella algo sorprendida por el gesto que aquel chico le había dado, ella rodó sus ojos ignorándolo.

Mariana había conocido a León antes, lo vio por primera vez cantando con su guitarra en un transporte público en el que iba ella, cantaba muy bien, pero su facha por así decirlo le intimidaba un poco, pero a pesar de que se veía un poco desaliñado tenía un porte y una coquetería natural.

Él le sonrió y desde entonces no lo había vuelto a ver hasta ese día en la cafetería. Ahora cambiado, se veía ahora más seguro de sí mismo, con su misma forma de vestir pero ahora con una perforación y con un tono diferente de cabello, pero con la misma fuerza interior que ese día la intimidó, seguía ahí. 

No había hablado con él nunca, pero sentía una curiosidad inexplicable que no quería mantener por mucho tiempo.

Pero nunca pasó de ahí, solo se toparían de lejos por que no tenían relaciones en común o al menos eso era lo que ella pensaba.

HASTA QUE TE CONOCÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora