Una cita arruinada

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Mariana yacía acostada en la cama desnuda cuando León comenzó a besarle el abdomen, pasó su lengua alrededor del ombligo de su novia, ella gimió levantando sus caderas hacia él, después con una de sus manos comenzó a acariciar un seno de Mariana y al otro lo atrapó con su boca succionándolo, le dio un pequeño mordisco al pezón mientras lo lamía, entonces éste se endureció, mientras Mariana se retorcía del placer siguió besándola hasta llegar a su cuello besándolo delicadamente hasta llegar a sus labios, un beso profundo que los hizo conectarse, él se subió sobre ella, tomó sus manos entrelazándolas y comenzó a hacerle el amor mientras se besaban mutuamente, como si León quisiera disfrutar de cada centímetro de Mariana, hasta dentro de su alma si ella se lo permitía, soltaron sus manos y Mariana lo abrazó por encima de sus hombros, León se soltó de su beso para decirle al oído.

—Te amo Mariana.

Ella disfrutó de ese momento, se sentía plena y feliz, León había hecho que se olvidara de Damían por completo, después de dormir hasta tarde esa noche, al día siguiente se bañaron juntos e hicieron el amor de nuevo, disfrutando de su reconciliación, terminaron de vestirse entonces León invitó a Mariana a desayunar en un pequeño restaurante cerca del departamento y ella aceptó.

Salieron en camino al restaurante y él la tomó por detrás abrazándola, caminaban juntos por la calle.

Ya dentro del restaurante, Mariana veía el menú y León la sorprendió con un beso que ella correspondió con mucha pasión, mientras se reían Mariana levantó la mirada, se quedó inmóvil cuando miró a Damían a unas cuantas mesas de la suya mirándola con los puños cerrados fuertemente sobre la mesa, sintió como su estómago se revolvió y su corazón comenzó a latir fuerte, tan fuerte que le zumbaban los oídos y le comenzó a faltar la respiración, bajó la mirada tratando de disimular para que León no se diera cuenta, pero ya era tarde.

Damían estaba con su nueva novia, una chica hermosa, era alta de ojos azules, casi grises, tenía el cabello rubio y algo ondulado, ella se dio cuenta de cómo Damían la había mirado, fue un momento terriblemente incómodo y doloroso para Mariana verlo a él con ella.

Damían se levantó de su asiento bruscamente, dirigiéndose a la mesa de León y Mariana mientras que su novia trataba de jalarlo hacia atrás para llevárselo pero fue en vano, se postró en frente y comenzó a aplaudir de una manera sarcástica.

—Bravo Mariana, bravo —se burló Damían mientras se cruzaba de brazos.

—Se puede saber ¿Cuál es el maldito problema? —se quejó León levantándose, poniéndose de frente con Damían.

—Vengo a felicitar a tu noviecita, por lo buena actriz que es.

—¿A qué te refieres?

—Que ayer tu novia fue a mi casa y se me ofreció, tratando de convencerme que me amaba, que quería volver conmigo, pero como la rechacé mírala, está consolándose contigo.

—¡Eso es una mentira! —espetó León alzándole la voz empujándolo.

—¿No me crees? Pregúntaselo a ella. ¿Qué se siente ser el consuelo de Mariana?

León enfurecido le soltó un puñetazo directo al estómago, Damían se dobló del golpe, pero cuando recuperó el aliento le respondió a León dándole un golpe directo al rostro que hizo que se cayera encima de la mesa haciendo que ésta se volteara tirando todo lo que había encima, Mariana solo lloraba sin saber qué hacer, hasta que le soltó una bofetada a Damían gritándole.

—¡Qué demonios ganabas haciéndome esto!

—¡Eres un mentirosa! Me dijiste que me amabas y hoy te veo besándote con este imbécil. ¡A que estás jugando Mariana!

—¡No estoy jugando a nada! ¡Yo me había decidido por ti! Y es verdad que te amo, pero tengo que dejarte ir.

León se levantó, salió corriendo del restaurante, Mariana quiso ir detrás de él pero sus piernas no le respondían.

—¿Me habías elegido a mí? —preguntó Damían confundido tomando a Mariana del rostro limpiándole las lágrimas—. ¿Por qué no me lo dijiste?

—Porque me dijiste que querías estar con tu novia y no vi el caso de decirte lo que sentía, si ya habías tomado una decisión.

—Tomé esa decisión porque pensé que seguías con él... Perdóname.

—Te perdono, pero ahora tengo que hablar con León, lo he destrozado.

—Qué pasará entre nosotros Mariana.

—No lo sé, nos hemos lastimado demasiado, creo que lo nuestro esta tan roto, que no será lo mismo de antes.

—Puede ser mucho mejor.

—No lo creo, discúlpame, pero me tengo que ir.

Mariana salió corriendo del restaurante para ir en busca de León, sentía mucha angustia y le preocupaba que pudiera hacer una locura.

Corría entre calles pero no lo encontraba, hasta que llegó a la playa y lo vio sentado a lo lejos con las piernas dobladas hacia su pecho con sus brazos abrazándolas, su rostro lo tenía escondido, León lloraba...

HASTA QUE TE CONOCÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora