Una decisión

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León abrazaba a Mariana mientras le acariciaba la espalda, ella solo lloraba, después de un rato logró tranquilizarse, tenía los ojos hinchados y sus mejillas estaban rojas, su cuerpo temblaba, después se liberó de los brazos de León, entonces él la dirigió a un lugar de la bodega que estaba solo y tranquilo para que pudieran hablar.

—Perdóname, hoy no ha sido mi mejor día.

—¿Me dirás que te ha pasado para que estés así?

—Yo... Yo fui a buscar a Damían. Él y yo ya no estaremos juntos nunca más. Fue dura la despedida.

—¿Me has elegido mi amor?

León se acercó a Mariana y la cargó dándole vueltas de felicidad. La puso en el suelo de nuevo para besarla, un beso con un amor incondicional que reconfortó a Mariana, ella necesitaba sentirse querida, y con León ya no se sentía sola.
Así que ella correspondió abrazándolo, atrapando sus labios con beso apasionado, coquetamente León tomó su trasero y la apretó más contra su cuerpo, le abrió las piernas a Mariana para quedar él entre ellas, la cargó y ella le enredó las piernas en su cintura, la apoyó contra la pared y comenzó a hacer movimientos hacia ella, su erección era notoria para Mariana, ella gimió un poco, se estaba dejando llevar por la pasión, por la necesidad, pero después de unos segundos de placer ella se quitó y lo empujó.
León confundido se le quedó mirando, no sabía porque ella se comportaba así.

—Ahora me rechazas hermosa —le acarició el mentón con sus dedos y le sonrió débilmente—. Ya te lo había dicho, no puedes escapar de mí, tú sabes que te gusto, solo que no lo quieres aceptar porque tienes miedo.

El León de antes había regresado, con su fuerza, su seguridad en sí mismo, el que intimidaba a Mariana con sus palabras seguras.

—Mi amor, acuérdate cómo es que te enamoraste de mí, me conociste, te mostré una parte de mí que nadie conoce, pero si quieres que regrese el León frío y sin sentimientos que todos ven. Por mí no hay ningún problema.

Mariana se quedó impactada por las palabras de León, su mirada se veía oscura, fría, sabía que con su actitud podía perderlo y eso le aterraba, ella no quería estar sin él, tal vez ella amaba a León también. Ya no sabía qué pensar.

—Puedes seguir siendo tú mismo si quieres —susurró Mariana sujetándolo del cuello para ofrecerle su boca.

—No te complaceré siempre muñeca, y aunque tenga miedo de perderte, yo sé que tú estás enamorada de mí, solo que aún no lo aceptas, ya que no has dejado tu pasado atrás.

—Ese ciclo ya se cerró, ahora tú eres mi futuro.

—Quiero ese futuro contigo mi amor —le respondió León coqueto, como lo había conocido antes, y le dio un pequeño beso en la comisura de los labios haciendo que Mariana se sonrojara.

Ese sentimiento de atracción había vuelto, se dio cuenta que le gustaba esa faceta de León, rudo y fuerte, con su coquetería natural que la ponía nerviosa, que le hacía corromperse, ser coqueta, segura, ¡dios! A ella le gustaba él, se estaba enamorando nuevamente.

Y sabiendo que había perdido a Damían, solo le quedaba ser feliz con él, que la hacía suspirar y sonrojar cada vez que la tocaba.
Juntos, fueron al departamento de León  él se acostó en su cama viendo a Mariana, que se encontraba en frente de la cama, ella le sonrió coqueta y comenzó a quitarse la ropa sensualmente ante los ojos de León que la observaban pícaramente con una sonrisa en los labios, se sentía el hombre más feliz del mundo, sin saber que Mariana seguía confundida con sus sentimientos, al menos hasta esa noche.

HASTA QUE TE CONOCÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora