Su historia

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Mariana seguía viendo a su novio, las cosas eran tan lindas, tan perfectas, que le daba miedo. Salían, se divertían juntos, el mundo desaparecía cuando se besaban, la pasaba muy bien con él, se sentía a gusto, se sentía segura y protegida. Pero aún no lograba descifrar qué es lo que León le hacía sentir, con él se sentía otra persona, una chica segura de sí misma, más coqueta, más divertida, hasta atrevida. Un lado que jamás pensó que podría salir de ella, no sabía qué hacer, una amiga le aconsejó que se diera la oportunidad de conocer a León, que a lo mejor y se podría llevar una gran sorpresa. Así que Mariana decidió acercarse más a él, conocerlo un poco más.

Mariana planeaba como iniciar una conversación con él, algo con lo cual ella podría indagar en su vida, su pasado y quién sabe. Tal vez parte de su futuro también, salieron de clase, él la vio de lejos y se le acercó como siempre cada vez que terminaba la clase, se agachó y le dio un beso en la mejilla.

—Hola mi amor, a quien esperas —preguntó el chico poniéndose de frente con ella.

—Te estaba esperando —León sorprendido esbozó una sonrisa, con un brillo en sus ojos que Mariana jamás había notado.

—¿Querías decirme algo princesa?

—Pues... Pensé que podríamos ir a caminar y platicar, para... conocernos mejor.

—Claro que sí princesa —entonces León la tomó de la mano entrelazando sus dedos con los de ella como si fueran novios y se pasearon juntos por los patios de la preparatoria.

—Y... Em... Cuéntame de ti —habló Mariana tartamudeando soltando su mano.

—Pues... Tengo diecinueve años, vivo solo, trabajo en las tardes, y en mis tiempos libres los ocupo para divertirme, salir con mis amigos, tomar, ir a fiestas, dedicarme a la música, toco la guitarra, compongo canciones y tengo un grupo.

—¿Por qué vives solo?

—Mi madre me abandonó cuando tenía quine años, conoció a un tipo que... La convenció de irse con él a Estados Unidos y se fue. Mi padre... A él nunca lo conocí, mi familia, la que me queda, no quiso hacerse cargo de mí, así que desde entonces he sobrevivido por mí mismo, sin esperar nada de nadie.

—Lo siento de verdad, no pensé que a pesar de todo lo que has pasado, puedas verte tan entero, tan feliz.

—Entendí que la felicidad viene de ti, que la vida se puede acabar de un día para otro y que debes de disfrutar de todo.

—¿Por qué disfrutas de esa manera?

—No he encontrado a alguien que me enseñe otra manera de disfrutar la vida, mi madre se fue sin terminar de enseñarme como vivir, pero al menos sé cocinar, lavar, hacer quiaser, soy independiente mi amor, estudio también ya que quiero ser mejor cada día.

—Me alegro que seas fuerte e independiente, me sorprende mucho como eres.

—Así es mi amor, siempre debes de ser fuerte, a mí la vida me obligó a serlo. A pesar de todo, quiero confiar en las personas, porque no toda la gente es mala, pero te juzgan sin conocerte.

—Yo te juzgué, pensé que eras diferente de verdad, pero ahora veo que sí tienes sentimientos.

—Claro que los tengo, pero no se los demuestro a todo el mundo, solo a ti mi amor.

—¿Yo, por qué?

—Porque veo que eres única, diferente, transparente, sincera, que te puedo decir muchísimas cualidades mi amor, como envidio a tu novio. Dichoso él que puede besarte —le contestó León acariciándole sus labios mientras él se mordía el labio inferior—. Aunque sé que te quedarás conmigo.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque veo en tus ojos que estás enamorada de mí, y el amor es más fuerte que el cariño.

—Yo.... Yo quiero a mi novio, soy feliz con él, no lo engañaría.

—Eso dices corazón pero tus ojos me dicen otra cosa, sé que quieres besarme —León se acercó para besar a Mariana, pero ella reaccionó volteando su cabeza, y el beso lo recibió su mejilla, León solo sonrió y volvió a ponerse derecho—. Pero no te presionaré, lo harás tú, pero no hoy, mejor piensa las cosas, piensa en que quieres, yo estaré aquí esperándote, te prometo que siempre te voy a esperar, sé que tú me enseñarás que significa el amor.

Mariana bajó la mirada, se despidió de él, se acercó para darle un beso en la mejilla y se dio la vuelta, entonces él la alcanzó con su mano, la tomó del brazo y la jaló hacia él, le dio un pequeño beso en la comisura de sus labios, solo fue un roce. Pero que encendió todos los sentidos de Mariana, todas sus entrañas se revolvieron, ella solo pudo esbozar una sonrisa. Dar la media vuelta e irse, sin saber qué sentía, sin saber que haría. Ni de qué sería capaz.

HASTA QUE TE CONOCÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora