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Querido diario:

Estaba llorando, otra vez, cuando llamaron al timbre. Había un hombre con un casco de moto frente a mí. Era de Itadakimasushi.

—No he pedido nada —dije.

Él se quitó el casco. Era Fran. Pudo ver como mis ojos estaban rojos.

Se acercó a mí, y el corazón se me paró cuando me abrazó.

—Lo siento —dijo, aún abrazándome—. Feliz cumpleaños.

Las lágrimas mojaron su camiseta, y noté su colonia en su cuello.

Siempre tuya, una Nanami de veinte años.

Sushi. ©  [Historia Corta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora