Sushi. © [Historia Corta]

#70

Carta de suicidio:

Antes que nada, amor, quiero pedirte perdón por haber entrado en tu vida. Mis días junto a ti han sido los más felices, y también los más tristes. Me equivoco si digo que ha habido parejas mas felices que nosotros.

Pero es que ya no puedo más. Mi alma pesa y soportarla me agota.

Perdóname también si alguna vez te hice sentir mal, sé que han sido muchas.

Y perdóname por dejarte así y que mi único legado sea esta carta. Lo cierto es que yo también soy una cobarde, y no sé decir las cosas a la cara. Perdóname, Fran.

Simplemente, cada periodo de tristeza es peor que el anterior. Y ya no lo resisto. NO me quedan fuerzas para vivir. Lamento decirte que has derrochado el tiempo conmigo, aunque me has hecho muy feliz. Gracias de todo corazón.

Antes de sufrir esta horrible enfermedad tenía planes de vida, contigo. Viajar, bailar, casarnos... Incluso tener hijos. 

Perdón por hacerte cargar con todo esto. Soy muy consciente de que no te lo mereces. No.

¡No!

No te mereces una vida condenada a mí, a mi locura y a mis pastillas antidepresivas.

Sé también que me quieres como yo lo hago. Pero esta relación no es sana. Nunca lo fue, y ahora menos que nunca.

Por eso ahora abro la bombona de gas butano. Y me quedo dormida.

En un sueño profundo, como la bella durmiente. Solo que tú vendrás y ningún beso de amor hará que me despierte.

Ya noto cómo se me dificulta respirar. 

Yo no quise hacerlo, Fran, pero me he visto obligada. La vida no siempre es bonita, y no siempre los finales son felices.

Con mi último hálito de vida y fuerzas te pido, no que me olvides, pero que rehagas tu vida y me recuerdes con cariño. Nada me haría más feliz, créeme. Vuelve a ilusionarte y a enamorarte. Simplemente, vive.

Siempre tuya, una Nanami muerta.

Postdata: Lee mi diario, está encima de mi escritorio.