Capítulo 3: Arianne D'aramitz.

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 París, Francia. Jueves 25 de Agosto.

  París siempre había sido uno de los destinos favoritos de los turistas desde siempre, así que Arianne nunca se había sorprendido de ver tanta gente de diferentes partes de mundo en diferentes épocas del año en la ciudad de la luz. La noche hacía brillar tanto el lugar que las personas que no eran nativos ya sabían porque se le apodaba de esa forma. La vista de la Torre Eiffel era la favorita de Arianne, sobretodo de noche. Las luces que la cubrían hacían que cada persona se quedará embobada viendo semejante obra de arte.

  La adolescente se encontraba con Adeline, su abuela paterna, recorriendo las antiguas calles empedradas y serpenteantes del barrio parisino Le Marais mientras tenían una de sus típicas conversaciones triviales.

-¿Vas a tomar fotografías nuevas, Aria?- le preguntó la mujer de sesenta años mientras veía como la rubia platinada sacaba de su mochila la cámara de fotos que le había regalado para su decimoquinto cumpleaños. 

-Si, abuela. Estoy a punto de tomar una fotografía de ti.-respondió sonriendo pícaramente mientras le tomaba una foto desprevenida a la pequeña mujer.-Saliste bien, es muy casual. ¿Dónde te dijo Frédéric que nos encontraría?

-En Ambassade d'Auvergne. También van a estar tus padres allí, así que tienes que comportarte porque ya sabes como son.

  Severos, rígidos, fríos y aburridos. Esas eran algunas de las palabras con las que se podían describir a Lorriane y Nolan D'aramitz. Frédéric y Arianne eran completamente diferente a sus padres con respecto a su personalidad porque físicamente todos los D'aramitz eran iguales, rubios platinos con ojos celestes.

  Frédéric, de veintiún años de edad, era igual de carismático que su hermana menor.  El primogénito de esta familia se había demostrado desde pequeño que era muy simpático y agradable, y cuando nació Arianne, el niño esperaba que su personalidad fuera como la de él. Aunque los hermanos eran acogedores, frente a sus padres trataban de mostrarse lo más fríos posible y trataban de hablar lo justo y lo necesario para no ser reprendidos.

   Aria asintió y guardo silencio lo que quedaba del camino hasta el restaurant mientras iba pensando opciones del porque sus padres irían también, ya que los veía muy pocas veces por cuestiones de trabajo, y las veces que estaban era para informar algo importante.

-¡Al fin llegan!- exclamó un jóven mientras se enderezaba de la pared en la que estaba apoyado.- Mamá y papá están insoportables con sus celulares. A cada rato tienen una llamada nueva y siempre ponen esa excusa "Es importante, es del trabajo."- rodó los ojos.

-Yo también te extrañé, Frédéric.- se burló su hermana mientras cruzaba sus brazos.-No te veo en cinco meses y lo primero que haces al verme es quejarte de nuestros padres.- El chico soltó una carcajada y abrazó a su hermana y luego a su abuela.- Así está mejor.

-Hay que entrar.- dijo Adeline mientras los arrastraba hacia la entrada del restaurant.

  Entraron por las puertas de vidrio del lugar y caminaron hacia una mesa redonda donde se encontraban sus padres.

-¿Cómo lograste escaparte de ello?- preguntó en un susurro Arianne a su hermano mientras se sentaban uno al lado del otro.

-Les dije que tenía que tomar aire pero no me dieron importancia gracias a sus benditas llamadas-Los hermanos rieron bajito.

Sus padres no había notado su presencia hasta que su abuela carraspeo llamando su atención.

-¡Oh! Allí están.- se sorprendió Lorriane mientras guardaba su celular, al igual que su esposo.

-Han tardado.- reprendió Nolan.

-Lo lamentamos, padre. Es que tenía ganas de tomar algunas fotografías y se nos pasó el tiempo.

-Que no se repita.- la familia D'aramitz comenzó a ver el menú y segundo después llegó el mozo y tomó sus pedidos.

-¿Cómo ha estado Londres, Frédéric?- preguntó su padre mientras el mozo llegaba con su comida y se las servía.

-Ha sido una experiencia interesante. El instituto Hawkins es impresionante, tanto académicamente como estructuralmente y Londres es un lugar agradable pero prefiero Francia.

-Eso es bueno. ¿Escuchaste, Arianne? Vas a tener una buena experiencia allí.- la rubia arrugó el ceño sin entender a lo que se refería su padre.

-¿Cómo, padre? Realmente no estoy entendiendo.

-Vamos a cambiarte de instituto. En septiembre comenzarás en Hawkins, es el instituto más importante del continente. Sólo van adolescentes superdotados. Es un honor que te hayan elegido para ir. No es muy difícil de entender.

  Arianne se quedó sorprendida y molesta, sus padres habían decidido esto sin consultarle primero. La niña no dijo nada al respecto ya que no quería ser castigada.

  La cena se pasó rápidamente ya que todos comenzaron a hablar sobre Hawkins, menos ella que estaba concentrada en su comida.

-¿Van a querer ordenar algo de postre?- preguntó el mozo mientras se llevaba los platos sucios.

-Nosotros no, tenemos que irnos a una junta importante. Pero ustedes si quieren pueden hacerlo. -dijo Lorriane mientras tomaba su bolso y dejaba dinero en la mesa.

-Está bien, mamá. Nos vemos en casa.- respondió Frédéric mientras saludaba a sus padres, al igual que Adeline. Arianne se despidió de mala gana.

  Minutos después el mozo llegó hasta su mesa con tres copas se helado de chocolate y frutilla. Todos comenzaron a comer mientras se miraban en silencio.

-Aria, tenemos que hablar.- Adeline tomó la mano de su nieta mientras Frédéric le daba una mirada de aprobación.- La razón de que vayas a Hawkins no es por el nivel académico, sino por tu habilidad.

-¿Qué habilidad?- preguntó la adolescente con curiosidad.

-Verás.- Frédéric hizo una pausa y miró al alrededor para asegurarse de que nadie este escuchando.- Mamá y papá piensan que Hawkins es un instituto normal pero este es diferente.-otro silencio.- Es para controladores.

-¿Controladores?  ¿Qué? Sé que a veces puede ser algo controladora pero no lo soy tanto como para que me mande a un lugar donde vayan personas con el mismo "problema"-respondió rápidamente mientras hacia comillas con sus dedos en la última palabra. Su abuela y hermano comenzaron a reír.-¿Qué? ¿Por qué se ríen?

-No es un instituto para gente controladora, Arianne.- dijo su abuela suavemente.- Es para personas que pueden controlar uno de los cuatro elementos. Nuestro elemento, el de la familia D'aramitz es el aire. Todos podemos controlar el aire.

-¿Papá puede hacerlo?

-No, él lamentablemente nunca dio indicios de poder controlar el aire o algún otro elemento.

-¿Y yo sí?

-Bueno, cuando eras más pequeña lograbas hacer volar cosas que habían en tu habitación, pero nunca te diste cuenta. Es más a veces lo sigues haciendo y sigues sin notarlo, posiblemente por lo distraída que eres.

-La cuestión, Aria, es que el esté instituto va a ayudarte a controlar tu don, como lo hizo conmigo y con Adeline.- esta vez Frédéric tomó la mano de su hermana.- No estamos inventando esto y tampoco nos volvimos locos, lo digo porque seguramente estas pensado eso.- el chico estaba en lo correcto pensó Arianne.- Pero tienes que confiar en nosotros.

  Hubo un pequeño silencio en el que Adeline y Frédéric pensaron que la rubia iba a comenzar a gritar pero lo que pasó los sorprendió.

-Confío en ustedes.

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