Capítulo 4: West Foster.

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Queens, Nueva York. Jueves 25 de Agosto.

-¡Vamos chico, apúrate!- le gritó el hombre gordo con muy poco cabello al moreno mientras este limpiaba lo más rápido que podía la mesa en la que un grupo de adolescentes habían estado comiendo sus hamburguesas.

-Si, Jerry.

  West Foster era un adolescente de dieciséis años moreno y con ojos miel, siempre vestía con ropas oscuras que lo hacían lucir como el típico chico malo pero en sus ojos podías ver bondad, te hacía dudar de ello completamente de lo anterior. Su mirada irradiaba confianza y osadía, algo que le atraía mucho a las mujeres, hasta incluso algunos hombres.

  El moreno vivía con su padre desde que su madre había sido asaltada y asesinada al salir de su trabajo en el restaurante de comida rápida de Jerry a altas horas de la noche. El dueño se compadeció del joven tanto que le ofreció empleo en el lugar, a lo que West aceptó sin pensarlo dos veces. Él quería ahorrar lo suficiente para poder irse de su casa y no volver a ver a su padre.

  Morgan Foster. Un hombre que no hacía nada de su vida más que consumir alcohol en grandes cantidades, ser mantenido por su hijo desde la muerte de su esposa y tener ataques de violencia con él cada vez que se presentaba la oportunidad. West no podía creer en lo que se había convertido su padre. La persona que más había admirado en el mundo ya no era la misma, el  hombre que le había enseñado la mayor parte de las cosas que sabía ya no estaba más. Ese no era su padre y se negaba a aceptar que ese monstruo era su progenitor. 

-West cerraras esta noche, y asegúrate de limpiar antes de irte.-Ordenó Samara, la esposa de Jerry, mientras le tendía las llaves del local al castaño. Este asintió sin quejarse.

  Y así paso las dos horas que le restaban, sirviendo comida y limpiando mesas.

-¿Qué harás esta noche?- Le preguntó Nina Lewis, una chica de dieciocho años con cabello violeta, cejas negras espesas y ojos azules demasiado grandes, ella era la persona con la que mejor se llevaba en el trabajo desde que había comenzado. 

-Probablemente ver una película o serie en Netflix y luego dormir, lo mismo de siempre.

-Oh no, tienes que venir a la fiesta que está organizando Maddie.-Dijo la pelivioleta al castaño mientras terminaban de acomodar las últimas sillas del lugar. Nina siempre esperaba a West para irse caminando juntos y de paso lo ayudaba con algunas cosas para aligerar.

-No lo creo, estoy demasiado cansado.-Sentenció mientras salían por la puerta trasera del local para luego cerrarla bien y caminar por la calles oscuras de Queens.

-Esta bien, pero solo por esta vez. Eres muy aburrido para tener Dieciséis años- Nina empujo levemente a su amigo haciéndolo reír.- Estoy considerando cambiar el color de mi cabello por un blanco o rosado, ¿Qué dices?

-Me gusta el violeta pero sería muy interesante verte con el cabello blanco. Podría decirle a los desconocidos que eres mi abuela.-Nina golpeó en la cabeza a West y comenzaron a reír pero fueron interrumpidos por una mujer que venía corriendo en su dirección.

-¡Necesito ayuda, por favor!-La mujer de cabello rubio pidió en un grito desesperado a los muchachos mientras lágrimas caían de sus ojos. -¡Mi casa se incendió y mi hijo está dentro, necesito ayuda!

-¿Dónde está su casa, señora?-Preguntó West alarmado mientras Nina sacaba su celular de su mochila y llamaba al 911.

-Está aquí a la vuelta.

  West comenzó a correr lo más rápido que pudo hacia la dirección que le habían dado, seguida de las dos mujeres.

  El moreno pudo ver como los vecino comenzaban a salir lentamente de sus moradas pero no le dio importancia y siguió corriendo hasta ver la casa en llamas. Sin pensarlo dos veces el chico apresuro su paso y se adentró al hogar que estaba cubierto por el fuego sin pensarlo dos veces. West escuchó el llanto de un niño que prevenía de una de las habitaciones del segundo piso y corrió lo más rápido que pudo siguiendo el lloriqueo y tratando esquivar las llamas.

  Entró por la segunda puerta a la derecha y se encontró con un niño rubio llorando en una de las esquinas de su habitación mientras sostenía un oso de peluche. Se abalanzó hacia el niño y lo tomó en sus brazos mientras este rodeaba su cuello con sus pequeños brazos.

-Todo va a estar bien, amigo.

 Cuando el pequeño y el moreno estaban por cruzar la puerta de la habitación, el fuego cubrió toda la salida. West tapó lo más que pudo al niño con su chaqueta, estaban a punto de atravesar las llamas corriendo cuando el ojimiel  concentró su vista hacia la puerta incendiada y soltó un "ábrete". No sabía porque había dicho eso pero una parte de él le había sugerido hacerlo, y como si el fuego pudiera obedecerlo, este se abrió dejándolos pasar. Foster quedó sorprendido pero salió de la casa en llamas lo más veloz que pudo.

  Cuando pasaron por la puerta, la mujer que había pedido auxilio se abalanzó y tomó a su hijo en brazos para llenarlo de besos. Todos los vecinos rodeaban la casa, mirándola sorprendidos. West escuchó la sirena de los bomberos y se sentó en el pavimento, sin antes ser agradecido mil veces por la mujer.

-¡¿Cómo estás?! ¡¿Estás bien?!- preguntó alterada Nina mientras se agachaba a la altura de su amigo y tomaba su rostro entre sus manos.

-Si, creo que sí.

  Al poco tiempo los bomberos se habían encargado de apagar el incendio, mucho de ellos le había dicho a West que había sido muy valiente. La ambulancia llegó y revisó al niño y al joven para verificar que todo estaba bien y les colocaron unas mascarilla de oxígeno a ambos.

-Soy Chris.- dijo el pequeño niño rubio mientras extendía su mano, a lo que el adolescente la estrechó.- Fuiste muy  valiente. Te quería agradecer. 

-Yo soy Foster, West Foster. No tienes nada que agradecer, Chris. Hice lo que haría alguien consiente de lo que estaba pasado.

  Foster se quedó hablando con Chris un rato pero luego se despidió de él para volver a retomar su camino junto a Nina. El recorrido fue en silencio, sobretodo por parte de West.

-Nina, ¿Puedo preguntarte algo?- la ojiazul asintió.- ¿Es posible que el fuego sea controlado?

-¿Qué?-preguntó la chica quedándose en shock y frunciendo el ceño.

-Nada, es una tontería. Seguramente el humo me afecto.

-No, dilo. Quiero que me cuentes a que se debe esa pregunta.- la chica paró de caminar.-¿Qué pasó allí dentro, West?

  El moreno le explicó todo lo que había sucedido en la casa, desde que había entrado, hasta cuando salió.

-¿Estoy loco?

-Es imposible- susurró Lewis mientras observaba la nada.

-Gracias por decirme loco.-se burló.

-No me refiero a eso. Controlas el fuego.

-¿Qué? Ahora creo que la loca aquí eres tú.

  Nina comenzó a explicarle todo sobre el control de los elementos, que las personas que lo hacen se llaman controladores, habló sobre Hawkins y dejó al castaño sorprendido.

-Dime que no te estás burlando de mí.

-No lo hago, te estoy contando esto porque yo controlo un elemento. El aire.

-Quiero que lo pruebes- ordenó el chico mientras se paraba en su lugar y se cruzaba de brazos. Nina se fijo que nadie este viendo y con sus manos hizo un movimiento circular y lo empujó hacia el rostro de West, tirando una gran ráfaga de aire.-Estás diciendo la verdad.-Ahora el que estaba el shock era él.

-Podría hablar sobre esto con Hans e inmediatamente te harán entrar.

-No lo sé, Nina. No tengo el dinero suficiente para pagarlo.-Dijo decepcionado.

-El dinero no es problema, ellos no lo piden. Nunca lo hicieron.

 -¿Tendré que irme de mi casa?

-Si, tonto. ¿Que parte de instituto/internado no entiendes?

-Sólo quería confirmarlo. Voy a irme de casa, es un alivio.- Foster soltó un suspiro y abrazo a Nina mientras sonreía.

Esto iba a ser bueno e interesante, pensó West. Era una oportunidad de empezar de nuevo.

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