A medida que iban llegando a casa, Carol vio florecer la rabia de Ed en su rostro. Desconocía lo que había sucedido dentro de la comisaria pero sabía que su marido no estaría contento por haber estado retenido por tanto tiempo. Carol escuchó las quejas de su marido en silencio mientras gritaba contra la policía y sus vecinos. Supo que había tomado una buena decisión al decidir que Sophia pasara la noche en casa de su amiga, pues sabía que iba a ser muy larga y dura.
Y así fue.
Cuando todo acabo, Ed se durmió a su lado, cómo si no hubiera sucedido nada, sin remordimientos. Pero como era habitual en noches cómo ésta, ella no pudo conciliar el sueño. Dejó que las lágrimas brotaran y resbalara por las mejillas mojando las sabanas. Intentó no hacer ruido, reprimiendo los llantos. Si se despertaba por sus llantos, sabía que iba a recibir una reprimenda por ser despertado.
Cerró los ojos, al mismo tiempo que rezaba internamente para que le pasara algo a su marido. Era cruel, se sentía una mala persona por pedir algo similar, pero en estas ocasiones era lo único que le aliviaba de su dolor y su culpabilidad. Para ella era un pequeño halo de esperanza. Pero una vez más, sus súplicas no fueron escuchadas, y al día siguiente, Ed estaba perfectamente en su vida y seguía con la misma actitud de siempre, cruel e indiferente con ella.
La vida seguía siendo una tremenda agonía. Carol aguantaba los golpes y sus palabras en silencio mientras se mantenía en constante vigilancia respecto a su hija. Pero una semana más tarde, Carol decidió huir.
La noche anterior había vuelto a recibir una paliza cuando había intuido que Ed completamente borracho, se dirigía a la habitación de Sophia –quien permanecía dormida-. Carol se interpuso en su camino siendo consciente que esto haría que ella recibiera los golpes, evitando que Sophia sufriera cualquier daño por parte de su padre. Éste fue el motivo por el cual decidió huir de su casa.
No era la primera vez que huía junto a Sophia.
Aprovechó que Ed se había ido al bar más cercano donde solía pasar algunas tardes, para montarse en el coche, y arrancar a rumbo desconocido. Sophia no preguntó y dejó guiarse por su madre. A pesar de que era pequeña, era consciente de la situación en la que vivía, pues había vivido situaciones muy desagradables. No entendía mucho que sucedida, pero era consciente que con su padre no estaba segura, ni ella ni su madre.
Carol había podido agarrar un poco de dinero para sobre vivir pero no tenía demasiado. Y el hecho de ser un ama de casa no facilitaba las cosas. Las cuentas las tenía controladas por él, así que cualquier movimiento, Ed se daría cuenta. Aun así, ella siempre había guardado algo de dinero por si, como en esa ocasión, debían huir.
Carol emprendió camino a rumbo desconocido. En un primer instante tuvo la intención de dirigirse hacia la casa de acogida que había acudido en una ocasión, pero que dejó rápidamente para volver con Ed. Una sensación de vergüenza le invadió. En aquella ocasión, el centro había tomado sus notas de sus datos personales y sabrían que ya habían acudido allí. Sentía que se moriría de vergüenza si reconocían que volvía a estar en la misma situación y que volvía a huir de su marido.
Pensó en ir a casa de alguna amiga, pero además de las pocas personas que conocía y las cuales tenia confianza para ir a esas horas de la tarde, Ed conocía sus direcciones y era el primer lugar que acudía cada vez que se marchaba de casa.
La melodía del móvil empezó a sonar en la bolsa y Carol se puso más nerviosa. Era casi media noche y seguramente Ed ya estaría en casa borracho reclamando su cena. Miró a través del retrovisión como su pequeña había levantado la cabeza al escuchar la melodía del móvil. A pesar del nerviosismo, Carol sonrió a Sophia en un intento de tranquilizarla. Había dejado la ciudad y se adentraba en las carreteras que llevaban al norte. No tenía una idea clara de hacia dónde dirigirse. Esperaba encontrar un motel pronto, para poder hospedarse aquella noche y descansar. No estaban demasiado lejos, pero si lo suficiente para que Ed no las encontraran. Pero sin embargo, Carol había salido tan rápido y demasiado nerviosa que ni siquiera miró cuál de las rutas era la mejor. Poco menos de una hora se percató que estaba en una carretera sin salida y lo que es peor: se estaba quedando sin combustible.
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El destino nos encontró (Caryl fanfic)
FanficSu encuentro les cambiará la vida... Cansada de los maltratos de su marido, Carol Peletier huye junto a su hija Sophia con la esperanza de encontrar una vida mejor. Sin embargo, los problemas surgen apenas unas horas después, cuando su coche se qued...