*Advertencia: Este capítulo contiene contenido violento y lenguaje soez*
–Sophia, mi amor despierta –susurró con impaciencia, pero con suavidad para evitar que se asustara. La pequeña abrió levemente sus pequeños ojos, antes de centrar la mirada sorprendida en su madre.
Sophia vio cómo su madre se dirigió al armario que estaba situado contra la pared al lado de la puerta. Éste estaba formado por cuatro puertas: las dos primeras era un armario grande, mientras que las dos segundas además de dos puertas alargadas constaban de dos cajones en la parte posterior. Su madre abrió las puertas inspeccionando cómo era en su interior.
–Mamá, ¿qué pasa? –preguntó desde la cama los movimientos frenéticos de su madre.
–Shhh, cariño, no pasa nada. Metete aquí –le dijo abriendo las dos primeras puertas, pues se había percatado de que mientras que en el primer compartimento estaba lleno de ropa, el segundo estaba vacío. Parecía que estaba vacío de forma intencionada. La pequeña le miró con sorpresa, pero le hizo caso.
–No te muevas cariño. No te preocupes todo estará bien –dijo antes de cerrar la puerta del armario.
Sophia abrazó sus rodillas, intentando mantener la calma. No era la primera vez que su madre le aconsejaba meterse en el armario cuando la situación se volvía tensa en casa con su padre. Pero ya no estaban en casa, se suponía que estaban más seguro que con su padre. Cerró los ojos intentando no recordar esos momentos. Escuchó unas voces desconocidas, que le hicieron elevar su cabeza por la violencia de esa voz desconocida que le hizo estremecer.
Pero en ese momento se percató de algo. Sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad, y pudo ver que en la puerta del armario había algo. Alargó la mano tocando la suave madera del armario. Sus dedos notaron como la madera había marcado unos surcos que resiguió, pudiendo leer en letras que en su conjunto eran un 'Te odio', repetidas infinidades de veces en la puerta del armario.
Por su parte, Carol buscó con la mirada algún lugar donde esconderse. A pesar de que el arquero le había sugerido que se escondiera junto a su hija en el ropero, prefería que ella estuviera allí. Observó la habitación, pero no había escondite posible, pero en ese instante unas voces retumbaron en la casa de madera.
–¿De verdad, Darylina? Piensas que soy gilipollas... –soltó una voz desconocida seguido de una risa irónica.
–No tengo tu puto dinero. Porque no se lo pides a mi hermano... –Las voces se hacían cada vez más intensas mientras Carol intentaba buscar un lugar para esconderse, pero en el momento que decidió meterse debajo de la cama, sintió la presencia de alguien en la puerta.
Un hombre con la mirada tremendamente dura había parado sus movimientos en el hueco de la puerta al ver la presencia de una persona desconocida en la habitación. Carol vio como él se giró hacia Daryl sorprendido antes de mostrar una sonrisa que no era nada de fiar. El arquero quien estaba detrás de ese hombre con la ballesta en el hombro, se mostraba enfadado y malhumorado.
–Vaya, vaya ¿que tenemos aquí? –El hombre se adentró en la habitación, acercándose a la mujer.
Cuando sus ojos coincidieron con los suyos, Carol sintió el pánico en su estómago. Su mirada era oscura y tremendamente fría.
–Por esto no querías que entrará, eh. Tienes a una zorrita aquí contigo. –Carol tragó saliva al sentir sus palabras refiriéndose a ella. Su mirada repasó todo su cuerpo, escaneándola especialmente las curvas de éste –No está nada mal. Muy bien, Darylina –En cuanto vio que Steve se acercaba a ella, Daryl se interpuso entre ellos rápidamente. Daryl había leído el terror en la mirada de la mujer y en cómo retrocedía intentado evitar cualquier roce con ese hombre.
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El destino nos encontró (Caryl fanfic)
FanfictionSu encuentro les cambiará la vida... Cansada de los maltratos de su marido, Carol Peletier huye junto a su hija Sophia con la esperanza de encontrar una vida mejor. Sin embargo, los problemas surgen apenas unas horas después, cuando su coche se qued...